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» Sin Mordaza
Fecha: 29/12/2025 09:43
La muerte de Alejandra Caciarelli, una mujer de 40 años, generó conmoción y encendió la alarma sanitaria en la localidad de Ibarlucea, luego de que se confirmara que el deceso fue causado por hantavirus, una enfermedad poco frecuente pero de alta letalidad. El diagnóstico se conoció días después de su fallecimiento, tras estudios específicos que descartaron otras patologías. Lisandro, esposo de la víctima, decidió hacer público el caso con el objetivo de concientizar a la comunidad sobre la importancia de la prevención y la consulta médica temprana. Según relató, los primeros síntomas que presentó Alejandra fueron similares a un cuadro gripal: fiebre, dolores musculares y malestar general. Esa sintomatología llevó inicialmente a sospechar dengue, una hipótesis que quedó descartada con el correr de los días. La evolución del cuadro fue rápida y silenciosa. En apenas cinco días, el estado de salud de la mujer se agravó de manera irreversible. Nunca llegó a saber que tenía hantavirus, explicó su esposo, visiblemente afectado por la velocidad con la que avanzó la enfermedad. De acuerdo al testimonio, Alejandra había viajado los días 28, 29 y 30 a la provincia de Entre Ríos, donde existen focos activos de hantavirus desde septiembre. Sin embargo, hasta el momento no es posible determinar con precisión el lugar del contagio. En ese sentido, Lisandro expresó su deseo de que la infección no se haya producido en el entorno domiciliario, para llevar tranquilidad a los vecinos de Ibarlucea, aunque recordó que la zona está considerada endémica. Tras la confirmación del caso, las autoridades sanitarias activaron los protocolos correspondientes, que incluyen seguimiento preventivo de contactos estrechos y recomendaciones a la población. Desde el entorno familiar insistieron en la importancia de no automedicarse y de consultar de inmediato ante síntomas como fiebre persistente, dolores musculares, decaimiento general o dificultades respiratorias. No se trata de generar pánico, sino de estar informados y prevenir, remarcaron, con la intención de que la historia de Alejandra funcione como una alerta sanitaria para toda la región y ayude a evitar nuevas víctimas de una enfermedad que, detectada a tiempo, puede ser tratada.
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