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» El Litoral
Fecha: 29/12/2025 09:17
No fue Scott Bessent sino la mayoría relativa de los votos de los argentinos Consumo, precios y salarios o empleo, no explican el aval al modelo Milei. Pero la economía se define por expectativas, y en el misterio de su arquitectura se esconde la razón por la que el ajuste volvió a ganar las elecciones. Javier Milei y el eje macroeconómico como base del programa de gobierno. Crédito: REUTERS. Si el dólar es el termómetro de la economía argentina para los ciudadanos "de a pie", vale empezar por ese indicador. Pero usando la cotización del "mayorista", que es el precio de la divisa para los grandes jugadores (bancos, empresas), que son los que reflejan mejor lo que realmente sucede en las placas tectónicas de la economía, sobre las que habita la ciudadanía. Y allí hay que señalar que la punta vendedora del 31 de diciembre del 2024 a $1.029, pasó a $1.441 el pasado 19 de diciembre del 2025. Es decir que el dólar se encareció un 40,03% en pesos; la devaluación del peso frente al dólar fue del 28,59%. A fuerza de bolsillos flacos, los saltos arrítmicos de la divisa durante el año, no se trasladaron directo a las góndolas como solía suceder en el país. Aunque tampoco es cierto que se acabó el "pass through"; de hecho, en perspectiva, la devaluación está en línea con la inflación acumulada del 27,9% medida por el Indec para lo que va del año. Y no debería ser así, porque no todo precio interno está hecho costos dolarizados, a no ser por la mentalidad - el instinto precautorio- de argentinos cansados de gobiernos que traicionan la propia moneda. Salarios y precios ¿Y qué pasa con los salarios? De enero a septiembre evolucionaron por debajo de esos indicadores de precios y dólar. El sueldo privado formal creció 20,4%; el público 23,9% y el "no registrado" 77%. Éste último dato del Indec permitió "promediar" un opinable 30,4%. Según el Ripte, la remuneración imponible promedio (en bruto) de los trabajadores estables -son los que aportan al sistema previsional- fue de $ 1.593,07 en el último mes. No hace falta la econometría para inferir que es insuficiente para la dignidad de una familia "estadística" de cuatro personas. En todo caso hay que concederle al organismo medidor que el 40 % de la economía es informal. Y que en el mundo "formal" crece el cuentapropista, cuyo trabajo e ingreso es muchas veces de baja calidad o esconde la elusión. Tal vez allí radique la razón por la que el desempleo retrocedió al 6,6%. Otra cifra opinable. En ese contexto, es fácil concluir que el consumo se ha deteriorado. Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, las ventas minoristas pymes registraron a noviembre una variación interanual de -4,1% a precios constantes. En tanto, en la comparación mensual desestacionalizada, la variación fue de -9,1%. Los datos no mejoran si se mide la caída del 4,9% en las ventas de grandes supermercados. Un conejo de las urnas Un incierto -decisivo- punto de inflexión ocurrió en octubre en la Argentina. Cuando la oposición preparaba el helicóptero tras el triunfo kirchnerista por 13 puntos en la provincia de Buenos Aires, en silencio la sociedad mejoraba el promedio de su percepción sobre la gestión de Javier Milei, sin fundamento aparente. Milei frente al desafío de sostener el ajuste fiscal con respaldo político. Crédito: Xinhua Así lo reveló el Índice de Confianza del Consumidor que elabora el Centro de Investigación en Finanzas, que tiende a correlacionarse (sin fundamento estadístico) con resultados electorales del oficialismo. En base a datos de Poliarquía, el ICC alcanzó en el décimo mes del año -con una mejora del 6,3% ese período- una ratio de 42,32 sobre 100. El oficialismo obtuvo el 26 de ese mismo mes un 40,6% de los votos. Si los datos de salarios y consumo no explicaron en la realidad ciudadana la ratificación a la gestión nacional, habría que buscar en los déficit de la propuesta electoral de la oposición las verdaderas razones del resultado electoral. Y no fue porque Donald Trump haya puesto más que su cuestionable figura en el proceso. Es cierto que Scott Bessent anunció el swap por US$ 20 mil millones el 9 de octubre y lo firmó con el Banco Central de la República Argentina el 20 de ese mes, seis días antes de los comicios. El acuerdo no tuvo principio de ejecución -lo había advertido el presidente norteamericano- sino hasta después de los comicios, y sólo porque ganó LLA. El espejo retrovisor Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), dirigido por el economista Hernán Letcher, los datos más recientes (hasta septiembre de 2025, cubriendo desde noviembre de 2023) indican una significativa destrucción de empleo formal y cierre de empresas durante la gestión actual. Se destruyeron 280.984 puestos de trabajo registrados (una caída del 2,85% en el empleo formal), lo que equivale a un promedio de más de 419 empleos perdidos por día. La mayor parte de esta destrucción (69,4%) se concentró en grandes empresas (más de 500 empleados), mientras que las PyMEs aportaron el 30,6%. A su vez desaparecieron 20.134 empleadores (empresas con personal registrado), lo que representa un promedio de alrededor de 30 cierres por día. El 99,6% de estos cierres correspondió a PyMEs (empresas de hasta 500 trabajadores). Son evidencias de "la micro". Luis Caputo y el rol del Ministerio de Economía en la estrategia fiscal. Foto: Archivo Acaso el fiel reflejo de ese espejo retrovisor, padezca de una "zona ciega", como suelen poseer esos limitados dispositivos. Y es que para sostener empresas y empleo a diciembre de 2023, el por entonces ministro de Economía Sergio Massa había acumulado importaciones impagas (de insumos y bienes de consumo indispensables para la economía interna) por US$ 45 millones de dólares. El renovador perdió las elecciones; es contrafactual suponer qué hubiera hecho. Pero es justo concluir lo insostenible de aquella escena usada como base de cálculo inicial. Sobre todo si se tiene en cuenta que la economía en 2025 cerrará -despareja- en torno del 3,3% de crecimiento, sin acumular nuevos déficit y sin que el BCRA financie con emisión al gobierno. En los primeros once meses del año, según destacó Luis Caputo, se registró en el Sector Público Nacional un superávit primario de aproximadamente 1,7% del PIB y un superávit financiero de aproximadamente 0,6% del PIB. Son evidencias de "la macro", sin la cual la micro sólo funciona con anabólicos que atrofian y -eventualmente- matan. Por elparabrisas Mirando hacia adelante, el modelo de ajuste fiscal, producción con privilegio extractivista y alta carga fiscal productivista, apertura económica, informalidad laboral y salarios formales atrasados, promete para empezar el quebranto relativo de sectores acostumbrados a un proteccionismo ahora inexistente, y la recuperación gradual del consumo si se consolida la baja de inflación. Milei tendrá que ajustar su deficitario dispositivo político, aún cuando haya ganado los comicios. Del presupuesto -que no puede sino ilegalmente omitir obligaciones, como las que tiene impagas con Santa Fe- más las reformas previsional y laboral, dependen la posibilidad de encauzar la gestión interna y generar confianza en los mercados internacionales. Y sobre todo de emparejar la cancha entre producción local e importaciones. La promesa de acumular reservas por entre 7 y 17 mil millones de dólares sin generar inflación por los pesos que se emitirían a cambio desde el BCRA, es verosímil. La balanza comercial acumuló hasta octubre US$6.846 millones Hasta noviembre de este año, el RIGI registró 24 proyectos por un total de US$ 51.000 millones; no ingresarán todos en 2026, pero el flujo de llegada de esos capitales sumara posibilidades para que Economía compre divisas, y para acumularlas si logra "rollear" la deuda. Para eso necesitará que baje el riesgo país (hoy en 550 punto promedio) hasta unos 300 puntos básicos. Esa sobretasa de riesgo es la que definirá si Luis Caputo podrá volver con éxito a los mercados internacionales para pagar intereses y postergar el capital, a fin de que los dólares ingresados se acumulen en el BCRA como "fondo anticíclico", disponible para soportar eventuales shocks externos sin tener que recurrir a adelantos sojeros o al tesoro norteamericano. Sin necesidad de buscar fondeo privado, fue parte de lo que Roberto Lavagna le propuso a Néstor Kirchner, cuando el ajuste de Jorge Remes Lenicov y la soja a US$ 600 le sirvieron la mesa a los superávit gemelos que tanto defendía -en su discurso al menos- el fallecido ex presidente en la primera parte de su gestión. Lo hizo sólo hasta el 28 de noviembre de 2005, cuando el santacruceño echó a ese ministro incómodo que además denunció corrupción en la obra pública. Fue el punto de inflexión en la ruinosa deriva fiscal que también se puede mirar por el retrovisor.
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