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» Diario Norte
Fecha: 29/12/2025 04:03
Sin embargo, para muchas personas, estas fechas no traen alegría sino un peso emocional difícil de explicar. Tristeza persistente, sensación de vacío, irritabilidad o cansancio extremo aparecen justo cuando "debería" reinar el bienestar. A este fenómeno, cada vez más mencionado en el ámbito de la salud mental, se lo conoce popularmente como depresión blanca. Aunque no se trata de un diagnóstico clínico reconocido como tal en los manuales de psiquiatría, el término se utiliza para describir un conjunto de síntomas depresivos que se intensifican durante las fiestas de fin de año. Lejos de ser un problema menor o anecdótico, afecta a personas de todas las edades y contextos, y plantea un desafío importante tanto para quienes lo padecen como para los profesionales de la salud mental. La llamada depresión blanca recibe su nombre por el contraste entre el imaginario festivo y el estado emocional oscuro que muchas personas experimentan en este período. A diferencia de la depresión mayor, que puede aparecer en cualquier momento del año y mantenerse de forma prolongada, la depresión blanca suele ser estacional y está fuertemente ligada al contexto social y emocional del fin del año. Los síntomas más frecuentes incluyen tristeza persistente, apatía, dificultad para disfrutar de actividades que antes resultaban placenteras, alteraciones del sueño y del apetito, ansiedad, sentimientos de soledad y, en algunos casos, culpa o frustración por no sentirse feliz "como se espera". En personas vulnerables, estas sensaciones pueden reactivar cuadros depresivos previos o agravar trastornos de ansiedad ya existentes. Desde la psiquiatría y la psicología se señalan múltiples factores que explican por qué las fiestas pueden convertirse en un momento especialmente difícil. Uno de los principales es la presión social por la felicidad. Las fiestas de fin de año se presentan culturalmente como una época de unión, amor y plenitud emocional. Este fuerte mandato implícito puede generar malestar en quienes no encajan en ese ideal: personas que atraviesan un duelo, que están solas, que tienen conflictos familiares o que simplemente no disfrutan de las celebraciones. Otro factor clave es la soledad, que se vuelve más visible en estas fechas. Las reuniones familiares, las cenas y los mensajes publicitarios centrados en la vida en común pueden intensificar la sensación de aislamiento en personas que viven solas, están lejos de sus seres queridos o mantienen relaciones familiares difíciles. La soledad, incluso cuando no es nueva, se siente con mayor intensidad cuando el entorno parece celebrar lo contrario.
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