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» La Nacion
Fecha: 29/12/2025 01:19
Milei, con la mira en 2027, pero antes espera 2026 El auspicioso cierre del año para el Gobierno, iluminado por la aprobación del Presupuesto, proyecta los sueños libertarios; pero ahora debe atravesar el primer semestre del año próximo - 11 minutos de lectura' La ilusión, el armado y la narrativa reeleccionista del oficialismo libertario acaban de revitalizarse. El triunfo que significó la aprobación del primer presupuesto propio (después de dos años de gobierno) en la última sesión del año del Senado ofició de energizante de la ya lanzada campaña Milei 2027-2031. Sin embargo, en la Casa Rosada y en el Palacio de Hacienda los más realistas saben, más allá de ánimo triunfalista y la retórica optimista hasta el exceso, que les esperan meses desafiantes en lo económico, en lo financiero y en lo social. Lo político vendrá por añadidura según sortee o tropiece en cada una de esas vallas. Antes de 2027 está 2026 y no se puede saltear. La mira puesta en la reelección es, de todas maneras, más que un propósito. Superada ya la primera mitad del mandato, ese objetivo opera como ordenador de acciones capaz de prevalecer sobre dogmas, ideologías y hasta caprichos presidencialistas (aunque no siempre). A pesar de ser todavía una meta lejana y aspiracional, funciona, paradójicamente, como un cable a tierra. Tanto que en varios de los principales ocupantes de la cima gubernamental influyó para que el cálculo de gastos y recursos se aprobara sin modificaciones y no volviera revisado a la Cámara de Diputados. Aunque eso implique que Javier Milei mastique bronca por tener que aceptar la vigencia de leyes que ponen en cuestión sus previsiones y deba hacer ahora retoques para lograr la meta del superávit fiscal de un punto y medio del PBI que le prometió al FMI. Para peor, pagando el costo de su oposición pública a atender a sectores vulnerables o socialmente estimados, como los discapacitados y la universidad pública. En esa deriva realista y pragmática que ha aceptado (no siempre de buena gana) y que le ha impreso a sus últimas decisiones el Presidente, vuelve a aparecer la influencia de su hermana Karina, cuyo ascendiente no parece conocer de límites. Aún cuando el mayor de los hermanos aproveche carencias para mantener algún tipo de equilibrio con su asesor Santiago Caputo, a quien lo sigue uniendo una relación peculiar, que la secretaria general de la Presidencia tolera y consiente, muchas veces a pesar suyo. Después de haber consolidado su preeminencia en el armado político en las elecciones de medio término, a expensas del gurú, Karina Milei ha ampliado su grupo de tareas y expandido fronteras. La familia Menem (Eduardo, Martín, y el joven Sharif), el jefe de Gabinete y vocero, Manuel Adorni; el operador bonaerense Sebastián Pareja, la diputada y referente porteña Pilar Ramírez y la flamante incorporación (por ahora, en un rol instrumental) de Diego Santilli son la parte visible de la organización interna que responde a la hermanísima. En roles menos visibles se cuenta un equipo de relaciones con los factores de poder y de comunicación, que están en pleno proceso de expansión. Sus integrantes se ocupan, cada vez con más asiduidad, de establecer y ampliar los vínculos que la secretaria general de la Presidencia rehúye, como los contactos con periodistas a los que ella prefiere mantener lejos. Desconfianza, temor, inseguridad, estrategia y desprecio son algunos de los motores de su hermetismo público. En privado, en cambio, su voz es dominante y, con frecuencia, también cortante. Los comunicados y relacionistas del karinismo son parte fundamental del objetivo y la tarea que el presidente de la Cámara de Diputados anticipó en una entrevista en LA NACION hace tres semanas. Ya estamos trabajando para la reelección del presidente en 2027 porque hay que consolidar el rumbo, respondió Martín Menem ante la pregunta de Laura Serra y Delfina Celichini. Desde entonces toda acción está signada por ese objetivo y eso se vio reflejado en el Senado después del tropiezo en Diputados. El duro proceso de aprender a deglutir batracios, que ha caracterizado al peronismo, está siendo asimilado con rapidez por la dirigencia libertaria. Aunque la retórica sostenga a veces lo contrario, como algunas estrofas de la marcha peronista que siguen entonando los dirigentes de ese movimiento. En 2025 la tarea del karinismo fue ampliar la base de candidatos en todo el país para cumplir con el propósito de disputar las elecciones en cada provincia con los propios y reducir la cuota de hibridación peronista que marcó las listas de LLA en 2023, con la colaboración estelar del entonces candidato presidencial del perokirchnerismo, Sergio Massa. Alcanzada en buena medida esa meta el 26 de octubre pasado, según se jactan los colaboradores de la hermanísima, ahora el objetivo es consolidarse para poder avanzar sobre áreas que hoy deben resignar por escasez de recursos humanos. No es que a Karina le resulte indiferente que la SIDE o ARCA estén controladas por gente de Santiago [Caputo] ni que Javier la obligó a aceptarlo. Pero ¿a quién iba a poner que conociera mejor esos lugares tan poderosos como complicados?, justifica un allegado a la secretaria general, ante el interrogante que dejaron los recambios en el organismo del espionaje estatal y en la agencia de recaudación. Esos reductos, donde se guardan los secretos y se cuenta como en ningún otro lugar con información sobre ciudadanos de a pie y no tanto, siguen bajo el control del asesor presidencial. Uno, en manos de un excontador de su familia, como es Cristian Auguadra. El otro, a cargo del más cuestionado de los funcionarios históricos del ente recaudador, como es Andrés Vázquez, quien opera como agente de colocaciones en lo más alto del escalafón para familiares, amigos y parientes de amigos. Otro tanto ocurre con YPF, la empresa petrolera controlada por el Gobierno, donde Caputo, a través de su (¿ex?) socio Guillermo Garat maneja multimillonarios recursos, cuyos destinos mantiene a resguardo de pedidos de información pública molestos con el argumento de que no le cabe la aplicación de la ley respectiva por ser una sociedad anónima, a pesar de haber al menos dos fallos judiciales que en casos similares establecieron lo contrario. No solo los beneficiarios actuales sino los de administraciones anteriores de adjudicaciones discrecionales siguen sin padecer problemas de insomnio por eso. Al menos hasta ahora. De ello da fe la legisladora Graciela Ocaña, quien sigue batallando sin éxito para que la actual administración de YPF le informe sobre los aportes que la petrolera hizo a la AFA, así como también fueron dirigidos a la plataforma digital Mundo Selección, cuyo titular es una sociedad offshore denominada Be Smart, que oportunamente contrató para cubrir el Mundial de Qatar a Tomás Massa, el hijo del exministro de Economía y líder del Frente Renovador (FR), Sergio Massa. El tema y los nombres recuperan vigencia por estas horas luego de que LA NACIÓN revelara ayer que desde la cuenta que administra los fondos de la AFA en EE.UU. se desviaron al menos US$42 millones a sociedades fantasma y que en ese entramado aparecen en roles destacados estrechos allegados a la familia Massa, como el exdiputado del FR Javier Faroni y su pareja Érica Gillette. YPF no responde. Seguimos esperando que nos diga cuánto dinero le depositó a Mundo Selección y a Be Smart Mobile. También queremos su lista de invitados al Mundial. Pero obstruyen mi pedido de acceso a la información pública. Massa es intocable para esta administración ¿Por qué será?, relata y se pregunta Ocaña. Hasta ahora el exministro ha preferido no referirse a las muchas referencias que se han hecho sobre él y sus vínculos con algunos de los protagonistas del AFA Gate. En medio de la disputa abierta que Milei mantiene con los más que sospechados presidente y tesorero de la AFA, Claudio Tapia y Pablo Toviggino, respectivamente, nadie está seguro de hasta dónde pueden llegar las esquirlas. En ese conflicto, vuelven a sobrevolar otra vez las sombras de Santiago Caputo y del massismo a raíz de las relaciones subterráneas mantenidas durante el proceso electoral que terminó con Milei en la presidencia hace dos años. Por entonces, las diferencias entre el asesor y la hermanísima no existían o no estaban expuestas y muchos aportes (de distinta índole) para la campaña provenían de muchas fuentes que nunca se esclarecieron. El supuesto tránsito de operadores políticos por pasillos de opacas financieras que habría quedado grabado en cámaras de seguridad alimenta leyendas urbanas después de cada elección. La de 2023 no es la excepción. Por eso el afán de avanzar sobre el maloliente negocio del fútbol no sería compartido de igual manera por todos los que integran la cima libertaria y abunden las suspicacias respecto del interés en acotar algunas investigaciones. La preocupación radica en que cuando se abren los cajones secretos nadie controla las dinámicas que se desatan, como muestran muchos otros casos en la historia reciente. Ese también es uno de los grandes desafíos para la dirigencia política y para el oficialismo que aparece con grandes letras en rojo en el calendario 2026. Año de un nuevo mundial futbolístico en el que la Argentina defiende su condición de campeón y cuya influencia en el ánimo social siempre es elevada, más en tiempos de escasas satisfacciones. En el oficialismo, los meses mundialistas de junio y julio, casualmente (o no tanto) están resaltados. Para entonces, se teme que cobre mayor incidencia la destrucción de puestos de trabajo formales que está generando en la industria la apertura comercial y el retraso cambiario, que ahora se pretende corregir. También se observa con inquietud la pérdida del poder adquisitivo salarial que en menos de una década alcanza al 19% en el sector formal y al 32% en el informal. Pese a la narrativa optimista presidencial y del equipo económico, en el semáforo aparecen también con luces amarillas encendidas la actividad económica y las fuentes de financiación para afrontar los vencimientos por casi 20.000 millones de dólares previstos para este año, que empiezan con los 4200 millones que habrá que pagar en los próximos días. La frase el objetivo es ir eliminando la dependencia que el país tiene con Wall Street instalada por el autor de la célebre admonición si te parece que está barato, comprá, campeón, trajo tantas dudas como desató ironías. Caputo había respondido así desde su cuenta de X, en la que despunta su veta mordaz, a la pregunta sobre si se buscará tomar deuda en enero en Nueva York. Si bien se da por hecho que se contará con los fondos para hacer frente al vencimiento, todavía no hay certezas de dónde provendrán los casi US$ 3000 millones que la Argentina todavía no tiene disponibles y, mucho menos, la tasa que se pagará por ellos. Un aporte de banco contra garantía de bonos asoma como la variante más probable. La segunda es usar el swap provisto por los amigos Donald Trump y Scott Bessent en los ya lejanos y sombríos días de finales de septiembre. En ambos casos el costo de esos aportes es secreto de Estado, como lo fue en el origen del kirchnerismo el crédito chavista para cancelar la deuda con el FMI. La deuda no solo puede aumentar por la toma de nuevos préstamos sino por la nueva tasa de interés que se pague para cancelar compromisos. Aunque los sofistas de las finanzas lo cuenten de otra manera. Los números de la actividad económica, también objeto de disputas narrativas, muestran también algunas señales de inquietud. El celebrado crecimiento por parte del Gobierno es también objeto de observaciones de los críticos, que lo explican por el arrastre estadístico y la comparación con la caída de 2024. Nada que no salde la percepción sobre la capacidad de compra y el empleo que cada uno tiene sobre su realidad. El auspicioso cierre del año para el Gobierno, iluminado por las bengalas de la aprobación del Presupuesto y la consecuente nueva derrota opositora, permite proyectar los sueños hasta 2027. Pero antes debe atravesar, inexorablemente, los 365 días de 2026 y, sobre todo, el primer semestre.
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