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Paraná » Confirmado.ar
Fecha: 28/12/2025 19:41
Mientras Javier Milei insiste en que los precios se acomodan solos según la voluntad del consumidor, las grandes compañías de alimentos aplican aumentos de hasta el 6% en un escenario de ventas en caída libre. El resultado es un cóctel conocido: menos actividad, más inflación y una economía atrapada en la estanflación. - Por AF La realidad económica volvió a desmentir uno de los dogmas centrales del gobierno de Javier Milei. Contra la teoría que el Presidente repite como un mantra según la cual los precios bajan cuando el consumidor deja de convalidarlos, las principales empresas del rubro alimenticio decidieron remarcar aun cuando las ventas se desploman a niveles alarmantes. Los números son contundentes. En rubros clave del consumo masivo, las ventas registran caídas interanuales de hasta el 20%, pero lejos de trasladar esa pérdida al margen empresario, las fábricas optaron por compensarla con subas de precios. Desde el 1° de enero, varias compañías ya comunicaron aumentos superiores al 5%, confirmando que el ajuste no lo paga el mercado sino los consumidores. El diagnóstico de la Unión Industrial Argentina no deja lugar a dudas: los grandes jugadores del sector están en rojo. Y frente a balances deteriorados, la estrategia elegida fue simple y brutal: vender menos, pero más caro. Una decisión que impacta de lleno en los índices de inflación del INDEC, donde los bienes especialmente los alimentos siguen empujando los números hacia arriba, pese a que el gasto de los hogares se reconfiguró y los servicios ganaron peso. De esta manera, Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, quedaron atrapados en el escenario que prometieron evitar: la estanflación. Actividad estancada, consumo en retroceso e inflación que no cede. Desde octubre no hubo una sola semana con precios de alimentos estables y, solo en las últimas semanas, el rubro acumuló subas cercanas al 2,5%. Las listas de aumentos que circulan entre supermercados y comercios confirman la tendencia. Multinacionales como Procter & Gamble, SC Johnson y Unilever notificaron incrementos generalizados del 5% en toda su línea de productos. Otras firmas, como La Serenísima, Coca-Cola, Pepsi y cerveceras líderes, aplicaron o anticiparon subas de entre 2,5% y 3%, aun cuando atraviesan uno de los peores momentos de ventas de los últimos años. Puertas adentro, el argumento empresario es tan crudo como revelador: lo que no se vende en cantidad se recupera con precio. Incluso comerciantes admiten no encontrar justificación económica clara para los aumentos, más allá de la necesidad de amortiguar pérdidas en un contexto recesivo profundo. Paradójicamente, el Gobierno que se autoproclama como el más liberal de la historia terminó apelando a pedidos informales para frenar remarcaciones. Supermercados rechazaron listas en las últimas semanas, mientras funcionarios ruegan que no se trasladen todos los aumentos para evitar un nuevo salto inflacionario. Así, la teoría libertaria choca otra vez contra la práctica. En la Argentina de Milei, el libre mercado no baja precios: los sube para sobrevivir. Y el consumidor, lejos de disciplinar a las empresas, queda una vez más como la variable de ajuste. - Periodista de investigación.
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