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» Elterritorio
Fecha: 28/12/2025 11:00
Opinión Las reformas estructurales 2026: entre la promesa macroeconómica y la realidad territorial El paquete de reformas impulsado desde el Consejo de Mayo representa, sin duda alguna, el intento más ambicioso de reconfiguración institucional desde el retorno democrático. La pregunta que subyace a este debate trasciende la mera evaluación técnica: ¿Constituyen estas modificaciones un vector genuino de transformación económica o resultan insuficientes ante las heterogeneidades estructurales del territorio argentino? Los documentos oficiales exhiben una arquitectura conceptual coherente. El diagnóstico parte de premisas verificables: Argentina ostenta índices de rigidez laboral superiores al promedio regional, una informalidad que -según datos del Indec- alcanza el 43,2% de los asalariados y convenios colectivos cuya obsolescencia data de medio siglo. La reforma laboral propuesta ataca estos nudos mediante la federalización de las negociaciones salariales, permitiendo que los acuerdos por empresa o región prevalezcan sobre los nacionales. Desde la perspectiva teórica, el modelo italiano versus alemán citado en el informe, resulta ilustrativo: mientras la negociación centralizada genera desempleo diferencial en regiones de menor productividad, la descentralización alemana equilibra los mercados laborales subnacionales. Sólo la reforma no alcanza Sin embargo, la traducción de estos principios al heterogéneo mapa productivo argentino merece cautela analítica. Las economías regionales del Nordeste enfrentan condiciones estructurales que ninguna reforma legal resuelve por sí sola. La desregulación del Instituto Nacional de la Yerba Mate provocó una caída del precio de hoja verde desde $400 a $280 por kilogramo, valores que no cubren costos básicos de producción. La apreciación cambiaria erosiona competitividad en sectores exportadores tradicionales mientras potencia importaciones que desplazan producción local. El equilibrio fiscal propuesto como ancla innegociable genera tensiones distributivas evidentes. Según información del presupuesto provincial 2026, las transferencias corrientes desde Nación hacia Misiones cayeron un 82% y las de capital un 37% en comparación con 2023. Lo que Nación contabiliza como consolidación fiscal, los territorios periféricos experimentan como contracción de obra pública, paralización de proyectos de infraestructura y presión sobre los presupuestos provinciales. Resulta pertinente distinguir entre condiciones necesarias y suficientes. La estabilización macroeconómica constituye prerrequisito indispensable para cualquier sendero de desarrollo sostenible. La convergencia inflacionaria hacia niveles de un dígito mensual representa un logro significativo tras décadas de volatilidad nominal. No obstante, la estabilidad agregada no garantiza derrame territorial automático. Lo proyectado El crecimiento proyectado del 3,1% para 2026 -según el Relevamiento de Expectativas de Mercado del BCRA y el consenso de consultoras privadas- exhibe composición sectorial concentrada: minería, hidrocarburos y economía del conocimiento lideran la expansión, mientras que sectores mano de obra intensivos muestran recuperación modesta. Los propios documentos oficiales advierten sobre el riesgo de un crecimiento sin derrame que profundice asimetrías regionales. Los desafíos En definitiva, las reformas estructurales en curso abren una ventana de oportunidad que Argentina no puede darse el lujo de desperdiciar, aunque tampoco debería sobredimensionar. La estabilización macroeconómica constituye un punto de partida necesario, pero no un destino en sí mismo. Sin políticas complementarias que atiendan las profundas asimetrías productivas y territoriales, el riesgo no es la ausencia de crecimiento, sino la consolidación de un crecimiento social y geográficamente fragmentado. El verdadero test de estas transformaciones no se medirá únicamente en la baja de la inflación o en la mejora de ciertos indicadores financieros, sino en su capacidad para generar empleo genuino, sostener economías regionales y ampliar las oportunidades allí donde históricamente han sido escasas. El 2026 se perfila, así, menos como el año de las respuestas definitivas y más como el momento en que comenzarán a revelarse con claridad las virtudes y límites de un programa que promete mucho, pero cuyo éxito dependerá, en última instancia, de cómo dialogue con la realidad del territorio. Darío Ezequiel Díaz Economista Díaz es posdoctor y doctor en Ciencias Económicas(UNC). Magíster en Ciencia de Datos (Austral). Maestrando en econometría, políticas públicas y métodos cuantitativos en UBA, UTD, UNC y Flacso. Doctorado en Estadística (UNR). Notas relacionadas - Con la misión de salir del estancamiento en el año par - Las economías regionales cierran un golpeado 2025 sin vaticinar mejoras en el arranque del nuevo año - 2026: Argentina y los años malditos - La CGT Misiones argumentó los motivos para frenar la reforma - Del stockeo a la competitividad: Los tres desafíos de la economía actual - Expectativas de las pymes en los efectos de la reforma laboral - El rol del Estado y los desafíos que vienen - Ponen en duda el optimismo nacional y advierten un 2026 con más ajustes
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