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» Diario Uno
Fecha: 28/12/2025 09:27
El mainstream económico, analistas y algunos divulgadores, insisten en mostrar estudios sobre el desenvolvimiento del endeudamiento y el consumo en Argentina, realizados por consultoras y cámaras empresarias, que tienen muchos errores metodológicos y/o algo más grave aún, se nutren de la mera observación individual, y a partir de ello, sacan conclusiones como si fueran principios inmutables, haciendo caso omiso a aquella máxima de Krishnamurti en su libro Lo Que Es: Una cosa es lo que es, y otra lo que uno cree que es. Cuando lo que parece científico en realidad no lo es Cámaras empresarias y consultoras, han señalado que el endeudamiento ha aumentado junto con la morosidad, y todo envuelto en un análisis negativo de dichas cifras mezcladas con una supuesta baja del consumo que encima no es tal. A esto se suman observaciones de situaciones puntuales, a las cuales se les quiere dar el mote de síntesis de la realidad, muchas veces por desconocimiento y otras por mala fe ideológica: mi primo tuvo que cerrar la pizzería porque vendía poco; el vecino tuvo que cerrar la ferretería; etcétera. En ciencias de la acción humana como es la economía, no se puede utilizar lo que en estadística se denomina probabilidad de caso (mi primo y el vecino), que sólo es posible usar en ciencias naturales. Se puede usar probabilidad de clase, es decir, un análisis teórico de lo que la estadística muestra con cifras, que siempre son datos brutos. Podría ocurrir que una pizzería que se inaugura en una economía basada en emisión monetaria (gobiernos anteriores) es una mala noticia estadística, y una pizzería que cierra en una economía basada en un mercado libre sea una muy buena noticia estadística, dado que aquella apertura fue una ficción. Cualquier estadística comparativa con ciclos/años anteriores, no tiene ningún valor. Es como comparar la vida de una familia que vivió del robo y/o de la herencia de un familiar, con la nueva vida sin nada de ello. El otro punto que muestra realidades que no son, es la mala utilización de las estadísticas y las matemáticas, producto de visiones neoclásicas/keynesianas. Mi gran amigo y profesor Juan Carlos Cachanosky, nos decía que un economista matemático (los señalados), son un merger entre economistas que no saben nada de matemáticas, y matemáticos que no saben nada de economía. Este tipo de profesionales no tienen en cuenta el tiempo, ni el contexto, ni un análisis teórico del dato matemático. Usemos un ejemplo de las cifras presentadas sobre el consumo en Navidad, surgidas de un estudio realizado por una cámara empresaria. El consumo subió en términos reales El estudio señala que el ticket promedio de compra en 2025 fue de $ 36.300 mientras que en 2024 fue de $36.100, concluyendo que casi no ha habido aumento, en un contexto de precios subiendo al 30% anual, lo cual significa, para esta cámara, que en términos reales el consumo ha bajado. Dicha conclusión tiene dos errores claves. El primero es tomar promedio simple, cuando para hacer un cálculo correcto se debería tomar promedio ponderado. Pero dicho cálculo no lo pueden realizar porque las cifras surgen de encuestas y no de cifras duras, lo cual genera la posibilidad que la muestra esté mal hecha, que las respuestas no sean reales (ver lo que sucede con las encuestas políticas que no aciertan nunca lo que luego sucede en las elecciones), etcétera. El segundo error clave, es que no tienen en cuenta el contexto global en el cual se dieron cada cifra. Argentina está teniendo una reestructuración de precios relativos tremenda, debido a la herencia recibida de atrasos tarifarios, precios congelados, precios controlados, subsidios, etcétera. En toda reestructuración de precios relativos, y más en la realizada en la economía argentina que ha sido y sigue siendo enorme, la estructura de consumo cambia totalmente. Si quiero seguir utilizando la misma cantidad de energía en mi casa, negocio, empresa, debo disponer de más dinero que no tendré para otros gastos y que necesariamente tendré que disminuir. Que la cifra casi se haya mantenido nominalmente con tamaños cambios de precios y estructuras de consumo, es una gran noticia y muestra que el consumo en realidad no bajó sino que subió en términos reales/conceptuales. En el mismo estudio se señala que en cifras, las ventas subieron en términos reales un 1,3% anual y que en cantidades cayeron un 6,9% anual. Aquí existe otro error metodológico. Se miden cifras a precios constantes utilizando el IPC general cuando los precios de los bienes subieron entre 5 y 6 puntos menos. Si ajustamos cantidades por IPC de bienes, en realidad el consumo subió alrededor de un 5% a un 6% anual, Y si tomamos cantidades promedio ponderada, donde por ejemplo electrónica e indumentaria pesan mucho más, ese crecimiento del consumo en cantidades sería cercano al 8% o 9%. En estas cifras no está incluido lo que sucede en las ventas por plataformas y mucho menos si esas plataformas son internacionales (Temu, Shein, etcétera.), lo que agranda la suba en el consumo. Endeudamiento privado más sano Existen dos tipos de deuda, una buena y una mala. La buena es cuando se toma deuda para construir activos, la mala es cuando se toma deuda para pagar pasivos. ¿Qué es un activo? Algo que pone dinero en nuestros bolsillos (real estate, inversiones, negocios). ¿Qué es un pasivo? Algo que saca dinero de nuestros bolsillos (gastos corrientes, viajes, autos propios, gastos generales). Teniendo en cuenta estos conceptos veamos datos, que muestran que ha subido mucho más la deuda buena que la mala. La deuda del sector privado no financiero ha venido subiendo de forma importante en los dos últimos años, pasando de ser un 5% del PBI a un 12% del PBI, aunque sigue siendo de las más bajas de la región. La mayor parte de ese endeudamiento nuevo ha sido de empresas para inversión, tanto si se trata de deuda externa como interna. La deuda de hogares también ha subido y hoy representa un 5% del PBI, que si sumamos la deuda no formal (no está en las estadísticas del BCRA) podríamos llegar a un 6,5% del PBI. De esta deuda de hogares, se toma la deuda de tarjetas y la deuda denominada préstamos personales. En el caso de tarjetas y personales, no hay forma de saber con datos duros (cifras reales), cuánto ha sido para gasto corriente, cuánto para gasto no corriente y cuánto para negocios/inversiones, sólo se tiene alguna estimación por medio de encuestas, las cuales tienen los problemas ya mencionados. También han subido hipotecarios y prendarios, pero no hay datos duros y precisos sobre cuánto de estos son para negocios/inversión y cuánto para cuestiones domésticas. La mora en la deuda total está en alrededor del 4,5% del total del endeudamiento del sector privado no financiero, ha subido en hogares (un 7,9%) y se mantiene estable en empresas (un 2%). Si agregamos fuentes no bancarias, ese porcentaje es similar pero considerando que es mayormente de hogares. En síntesis, ha subido la mora pero nada muy grave. De todas formas, como ha señalado acertadamente Tom Copeland, economista autor de una de las biblias de las Finanzas: Valuation: Measuring and Managing the Value of Companies, lo que hace que las empresas y las familias quiebren no es la macro, sino las malas decisiones micro. Por lo tanto, si la mora en hogares ha subido, nada tiene que ver la macro; es fundamental que las familias y las personas cambien la estructura decisional (por eso es tan importante la Educación Financiera, pero cuidado dónde y con quién aprenden porque está de moda y hay mucha oferta poco preparada), pero eso es algo privado y el Estado nada tiene ni debe hacer al respecto. A manera de colofón, quizás con la reforma educativa, al darles libertad a los colegios para que armen parte del andamiaje curricular, los directivos se den cuenta que es crucial poner materias de finanzas desde la primaria, para no condenar a los niños a ser pobres. De todas formas, todo lo mencionado demuestra que es muy importante analizar estadísticas con la teoría detrás y no simplemente como una serie de cifras, para que tomemos lo que es, y no lo que uno cree que es.
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