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» Tiempo San Juan
Fecha: 28/12/2025 09:25
Las peleas eran habituales entre hermanos, pero la noche de la Navidad del 2007 la discusión involucró a los niños y eso caldeó aún más la situación dentro de esa casa de Chimbas. Los reproches y los gritos no pararon hasta que se fueron a las trompadas y corrió sangre. Las navidades y la vida nunca volvieron a ser las mismas para esa familia desde la noche del 25 de diciembre de 2007 dentro del domicilio del barrio Luz y Fuerza II, en Chimbas. Los reportes policiales de esa jornada daban cuenta de que Nelson Osvaldo Bebé Lucero terminó muerto sobre una camilla del Puesto de Salud de Villa El Salvador y, horas más tarde, su hermano mayor Víctor Andrés Semilla Lucero quedó preso en la Comisaría 17ma. Los Lucero eran una familia más del barrio, gente de trabajo y con problemas típicos de dinero. Los tres hijos residían en la casa de los padres, con un papá jubilado del Ejército y excombatiente de la Guerra de Malvinas, y una madre dedicada de lleno al hogar. Víctor, el mayor, tenía 24 años; su hermano Nelson, 21. Y si algo unía a los dos varones era la manía por meterse en problemas. Ambos arrastraban antecedentes por violencia callejera, aunque nada hacía prever un final tan trágico entre ellos. Quienes los conocían decían que el más joven tenía un carácter fuerte, impaciente, de reacciones desmedidas. Se disgustaba seguido y discutía por cosas mínimas en la calle y en la propia casa. Esa Navidad, Nelson no faltó a esa maldita costumbre, pero fue mucho después del brindis. Mejor dicho, cuando terminaba el feriado de ese martes 25 y sus dos sobrinos jugaban y hacían travesuras en el comedor de la casa de los Lucero. Algo molestó a Nelson, que reprendió furiosamente a los dos pequeños. Víctor escuchó los gritos y los retos a sus hijos, entonces caminó hacia el comedor y frenó en seco a su hermano menor. Le aclaró que él era el papá y nadie más le levantaba la voz a los chicos, pero el otro no se calló nada y le contestó de mala manera. La hermana de ambos buscó calmarlos, pero no hubo caso. La discusión se puso por demás densa. Hasta sus padres se metieron en el medio, pero la bronca entre Nelson y Víctor ya estaba desatada. A las puteadas y empujones continuaron los agarrones y trompadas. En cuestión de segundos, el comedor se convirtió en un caos. Los golpes iban y venían, los chicos lloraban y el resto de la familia trataba de sujetarlos. La pelea era tan encarnizada que los dos hermanos terminaron trenzados en la vereda. Ahí apareció un cuchillo de cocina, tipo sierrita. No se sabe con certeza quién lo sacó o tomó primero. Lo concreto fue que Víctor ganó la pulseada y en ese forcejeo Nelson recibió un puntazo. El menor de los Lucero pegó el grito mientras se miraba la sangre en el pecho. A partir de ese instante hubo un silencio que sacudió a todos, como si avecinaran la tragedia. Víctor quedó shockeado y prefirió marcharse entre las sombras de la noche, quizás presintiendo el peor final. Sus padres y su hermana hicieron recostar a Nelson, que se quejaba y respiraba cada vez con más dificultad. Con ayuda de un vecino cargaron al joven a un vehículo y lo llevaron de urgencia al Puesto de Salud Monseñor Ricardo Báez Laspiur en la Villa El Salvador. Nelson tenía los minutos contados en el trayecto desde la casa de los Lucero al centro asistencial. El médico que recibió al joven no detectó signos vitales en su cuerpo; aun así le practicó tareas de reanimación por un rato, pero no obtuvo respuesta. La herida cortopunzante, centímetros debajo de la tetilla izquierda, había tocado su corazón. La muerte del joven movilizó a los policías de la Comisaría 17ma y al personal de la Sección Homicidios de la Brigada de Investigaciones de la Central de Policía de San Juan, que salieron a buscar a Víctor Semilla Lucero. Los padres y la hermana habían presenciado la pelea y no había dudas sobre el responsable del crimen. Catorce horas más tarde, ya el 26 de diciembre, Víctor fue localizado en una vivienda de Rawson. Cuando lo detuvieron, el joven se quebró. Repetía que no podía creer lo que había hecho, que había matado a su propio hermano. Los policías de aquella época recordaron que el muchacho fue llevado a los calabozos de la Central y no paraba de llorar y lamentarse. La imputación inicial fue la del delito de homicidio agravado por el vínculo. El 27 de diciembre de 2007, el juez Leopoldo Zavalla Pringles dispuso que fuera alojado en el Servicio Penitenciario Provincial. Sin embargo, el 22 de febrero del 2008, el titular del Primer Juzgado de Instrucción dictó el procesamiento contra Lucero, pero a la vez ordenó su excarcelación bajo caución juratoria. Esto sería una señal. Meses después la causa tomó un rumbo inesperado. Los padres y una hermana declararon como testigos y respaldaron la versión de Víctor. Sostuvieron que Nelson había iniciado la agresión y que el mayor reaccionó en defensa propia, reveló una alta fuente judicial. Con esos testimonios, la acusación se desmoronó y el juez del caso dictó el sobreseimiento total y definitivo de Víctor Lucero. Por esa razón jamás llegó a juicio por el asesinato de su hermano. El Semilla zafó de la condena judicial por el crimen de su hermano, pero no logró escapar de aquella terrible noche. La culpa por esa muerte seguramente lo perseguirá por siempre. En lo demás, su vida no cambió mucho. Los registros judiciales indican que al tiempo volvió a caer preso. Sus últimos antecedentes señalan que cumplió condena en el penal de Chimbas entre junio de 2021 y diciembre de 2022 por violación de domicilio y privación ilegítima de la libertad. FUENTE: Testimonios de exfuncionarios del Poder Judicial de San Juan y policías que trabajaron en el caso, artículos periodísticos de Diario de Cuyo, Servicio Penitenciario Provincial y hemeroteca de la Biblioteca Franklin.
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