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  • Adrián Abonizio: Vi un mundo fabuloso que evoco cada vez que escribo

    » La Capital

    Fecha: 28/12/2025 08:15

    Es posible asomarse a una certeza, el barrio te determina, te forma y te consolida, dice Adrián Abonizio, uno de los músicos y compositores de la emblemática Trova Rosarina, sobre su vida en Echesortu y que los vecinos citan entre sus representantes creativos y reconocidos. Y habla sobre tres contextos diferenciados del lugar, que gestaron improntas y entramaron sus vivencias tempranas. Tuve la fortuna de ver tres niveles de sociedad, los más pobres entre los pobres, con calles de tierra, la clase media en ascenso de la que yo formaba parte y la aristocracia del barrio de casas infranqueables con mármoles, que tenían mucama, cochera, auto y fragancias a cera y donde no había olor a comida, relata. Esos son los tres niveles donde yo me formé y como soy muy curioso, andaba por los tres, el que más me gustaba era el mío; eso es lo que te determina un barrio y saber verlo da tela suficiente para entender dónde uno está parado, enfatiza el autor de canciones ya asumidas por la memoria popular como El Témpano, Dios y el Diablo en el Taller, y Mirta de Regreso, sólo por citar algunas. En su opinión, hay unos datos clave para conocer un lugar: los detalles arquitectónicos, cómo habla y qué dice la gente. En mi caso, sé de dónde vengo y adónde me dirijo, siempre buscando lo que yo vi en esos lugares, mucha cordialidad, mucha palabra santa, conversación entre los vecinos, había disputa y discordia pero una sensación de movimiento, nada estaba estancado, era un lugar de trabajo en bicicleta, el que tenía un poco más de plata en moto, señoras haciendo mandados, uno escuchaba las conversaciones, evoca en trazos gruesos. Estaba el Club Echesortu, que me marcó a fuego, mi viejo trabajaba ahí de mozo, uno de los tantos trabajos que tenía, el acceso a ese lugar me dio la posibilidad de escuchar lo que hablaban los viejos en las mesas, cuentos que me sirvieron para ser lo que soy hoy, un cuentista, un cuentero profesional, fundamenta. Y enuncia una vez más: Un barrio te marca, siempre te va a marcar, en mi caso me gustó mucho porque pude ampliar el horizonte porque vi las distintas clases sociales que se repiten, como pequeños grandes mundos que uno lleva adentro, siempre. Cuando escribo siempre me ubico en esa manzana fabulosa de Lavalle, Alsina, 9 de Julio y Zeballos, allí vi un mundo fabuloso que evoco cada vez que escribo, para el que escribe o el que tiene la posibilidad de imaginarse que este mundo no es tal como lo vemos, es muy bueno saber de dónde uno viene y basarse en eso, así sea doloroso, pero no llegar a la tontera de no tener recuerdos, o negarlos, enfatiza. Regularmente me junto con mis amigos de los seis años, los jueves, en San Juan y Constitución, y repasamos nuestras vidas, con chistes y uno ahí comprende quién es, quién fue y en quién se convirtió, porque son ellos los que te recuerdan quien fuiste; por lo que hice y fui, creo que cambié para bien, porque era demasiado salvaje, pistolero cuando era chico, relata y agradece al lugar donde nació.

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