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  • Prevenir riesgos asociados con la pirotecnia

    » Diario Norte

    Fecha: 28/12/2025 04:32

    En primer lugar, la pirotecnia aumenta el riesgo de incendios. Se estima que su utilización de manera irresponsable eleva hasta en un 30% la probabilidad de siniestros, especialmente en zonas urbanas densas o en lugares con vegetación seca. Un cohete mal dirigido o una chispa fuera de control pueden derivar en daños a viviendas, pérdidas materiales irreparables e incluso tragedias humanas. En este punto no hay margen para la improvisación, es decir, ningún momento de diversión justifica poner en peligro la vida y el patrimonio de otros. Otro riesgo a tener muy en cuenta es que los artefactos pirotécnicos pueden provocar heridas graves, lesiones oculares y, en casos extremos, mutilaciones permanentes. Estas consecuencias no afectan solo a quien manipula el explosivo, sino también a personas cercanas, niños que observan y animales que no pueden escapar. Año tras año, los servicios de salud, tanto públicos como privados, reciben pacientes con lesiones evitables, lo que sobrecarga el sistema sanitario en fechas donde debería priorizarse la atención de emergencias inevitables. La pirotecnia, por otro lado, también genera un impacto ambiental que suele subestimarse. Al explotar, libera gases tóxicos y partículas finas que contaminan el aire y el suelo. Estos residuos permanecen en el ambiente durante días, afectando la calidad del aire que respiramos y dañando plantas y animales. En un momento en el que la sociedad habla de crisis climática y de la preocupación por la salud ambiental, insistir en prácticas contaminantes por mera tradición resulta incoherente. También hay que señalar que uno de los efectos más visibles y tal vez uno de los más ignorados es el daño que la pirotecnia causa a los animales. El ruido intenso y repentino genera estrés extremo, desorientación y lesiones auditivas en mascotas y fauna silvestre. Muchos animales huyen, se pierden o sufren accidentes al intentar escapar del estruendo. Se debe tener en cuenta que el sufrimiento animal no es un daño colateral menor, que es una consecuencia directa de una práctica que prioriza el ruido por sobre el bienestar. Por otra parte, el impacto que genera en personas vulnerables es particularmente grave. Los ruidos extremos afectan a adultos mayores, a niños pequeños y, de manera muy marcada, a personas con trastornos del espectro autista. La hipersensibilidad auditiva transforma los estruendos en verdaderas situaciones de amenaza. El cerebro no procesa el sonido como algo molesto, sino como un peligro real e inmediato. Esto activa respuestas neurológicas y emocionales intensas que pueden derivar en algunos casos en crisis de pánico, miedo extremo e imposibilidad de autorregulación. Cabe aclarar que estas crisis no son voluntarias ni conductuales, sino que son reacciones involuntarias ante un estímulo desmedido. En estos casos, para muchas familias, el fin de año deja de ser una celebración y se convierte en una instancia de angustia y contención permanente. No es casual que diversas ciudades hayan avanzado en regulaciones estrictas. En Resistencia, por ejemplo, una ordenanza prohíbe la venta, compra y uso de pirotecnia de estruendo en todo el distrito. La norma busca proteger la salud de las personas y el bienestar de la comunidad en su conjunto. Estas medidas no apuntan a "quitar la alegría", sino a redefinirla desde criterios de cuidado y convivencia. Existen alternativas seguras y creativas para celebrar, como espectáculos de luces sin sonido, juegos de luces LED, música, brindis comunitarios, actividades culturales y campañas de concientización que promuevan festejos responsables. La tecnología y la imaginación ofrecen opciones suficientes para reemplazar el estruendo sin perder el espíritu festivo. Desaconsejar la pirotecnia en fin de año es elegir una celebración más inclusiva, segura y empática. Es reconocer que la libertad individual termina donde comienzan los derechos de los otros. Si el objetivo de las fiestas es compartir alegría, entonces el camino más coherente es aquel que cuida la vida, la salud y el bienestar de todos.

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