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  • Se agranda el club de la derecha en Latinoamérica y Trump tiene más aliados

    Gualeguaychu » El Argentino

    Fecha: 28/12/2025 06:15

    Por Natasha Niebieskikwiat Quizás la sencilla y a la vez aguda pluma de John Lee Anderson en su último artículo en The New Yorker sea la que describa las cosas por su nombre. El ascenso de la derecha en América, sintetizó el periodista y escritor estadounidense sobre lo que llamó una nueva clase de líderes que intentan aprovechar el futuro reescribiendo el pasado. Este nuevo presente también se caracteriza por las contundentes intervenciones políticas de Donald Trump en la región, por momentos impúdicas. Una tuvo lugar en Argentina, con su apoyo exclusivo a Milei y un tuit del secretario del Tesoro Estadounidense, Scott Bessent, que prometió desembolsos financieros y que, más allá de la concreción parcial de los hechos, dio vuelta positivamente al mercado, y ayudó al gobierno libertario a ganar las legislativas de octubre pasado. La otra tuvo lugar recientemente en Honduras, adonde tras semanas de zozobra, fue declarado Presidente el conservador Nasry Asfura. Si no ganaba él, por sobre la candidata de la aliada chaivista Xiomara Castro, o por sobre el periodista Salvador Nasralla, Trump retiraba la ayuda económica de Honduras, amenazó. Pero hay mucho más para decir porque están recientes ascensos: José Antonio Kast, en Chile, aplastó a la izquierda; Rodrigo Paz, en Bolivia, terminó con veinte años del Movimiento al Socialismo. La expansión del eje Trump y una agenda común Hasta hace unos meses, los únicos mandatarios respaldados públicamente por Trump eran Javier Milei, y Nayib Bukele, de El Salvador; y en distintos grados, Santiago Peña, de Paraguay y el ecuatoriano Daniel Noboa. En este giro se observan que no hay nuevos líderes a la izquierda ganando elecciones, sino, que, por el contrario es la derecha, la que tiene su hora, con algunos temas en común en la agenda: el ya mencionado apoyo a candidatos hasta por redes sociales del Presidente de los Estados Unidos, el rechazo a las prolongadas dictadura de Cuba, Venezuela y Nicaragua, más un alineamiento claro con las economías liberales o neoliberales, y con lo que ahora llaman valores occidentales que rechazan a lo que también llaman progresismo. Hay temas graves en común que preocupan y que no sólo no fueron solucionados, sino que se incrementaron: la inseguridad, la violencia, el narcotráfico, la inmigración. El combate a la pobreza se promueve con menos Estado y más mercado. Matices en la geopolítica: China como telón de fondo y la excepción de Lula Hay también matices: la relación con una China que sigue invirtiendo y apostando a la Latinoamérica, obsesión de Washington. En parte la intervención estadounidense tiene como foco expulsar a los chinos de su vecindario. Un fenómeno distinto lo encara Lula da Silva que, si bien perdió su liderazgo regional -cuando gobernaban Hugo Chávez, en Venezuela; Rafael Correa, en Ecuador; Evo Morales, en Bolivia; Néstor y Cristina Kirchner en Argentina y el socialismo chileno y uruguayo-, busca construir un diálogo de personalidades fuertes y de intereses nacionales con Donald Trump. Por ahora viene frenando al bolsonarismo y debe medirse en una segunda vuelta en las elecciones de este año. Pero la región no pudo aprovechar más que brevemente la ola de crecimiento y camino hacia la desigualdad que pudo haberle seguido a las dictaduras que imperaron en la década del setenta. Para el caso el mundo es muy amplio, hay tantos conflictos sociales y guerras abiertas -la de Rusia y Ucrania, la crisis humanitaria en Gaza y un final abierto en Oriente Medio, además de riesgo nuclear- lo que ocurra en Latinoamérica es un asunto más del panorama global. Y el foco está puesto en Venezuela y la dictadura chavista, rodeada militarmente por Trump. De íconos revolucionarios a "dictadores millennials": la transformación de los referentes latinoamericanos Lo ilustra The Times, en su última edición desde el Reino Unido. Hubo una época en que todos los íconos políticos de Latinoamérica parecían provenir de la izquierda. Desde el fumador de puros Fidel Castro en Cuba y su camarada Che Guevara hasta Daniel Ortega en Nicaragua, un grupo de revolucionarios idealizados declaraba que sus versiones tropicales del marxismo podían ayudar a resolver los problemas del mundo. Millones les creyeron. Ahora, una nueva generación de líderes de la misma región vuelve a acaparar la atención mundial. Pero esta vez son libertarios de derecha. El elenco incluye al presidente Bukele de El Salvador, un astuto autoproclamado "dictador millennial", y al presidente Milei de Argentina, cuyo enfoque de "masacre con motosierra" en el gasto público lo ha convertido en un gurú para muchos conservadores. Hoy el argentino y el salvadorerño pasaron a ser dos más de un vecinadario que se agranda. El panorama político latinoamericano evidencia un giro sustancial hacia la derecha, consolidando un bloque de aliados estratégicos para Washington. Este nuevo eje, contrasta con el pasado y redefine la influencia global de la región. Aunque persisten matices, como la cautelosa relación con China y el singular caso de Lula da Silva, la tendencia dominante prioriza el alineamiento con Occidente. La región se enfrenta así a viejos problemas agravados, como la inseguridad y el narcotráfico, bajo un paradigma que deposita en el mercado, y no en el Estado, la esperanza de progreso.

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