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» La voz
Fecha: 28/12/2025 04:28
Opinión pública. Las tres Argentina de Javier Milei El conjunto de respuestas abiertas en las consultas de opinión pública muestra tres naciones políticas que coexisten. Las opiniones sobre el Gobierno nacional, al cierre de este 2025, muestran que, más allá del resultado electoral de octubre y del clima político nacional, la realidad cotidiana de los argentinos no cambió en todo el año. Mayoritariamente, el período comenzó con un balance mejor en términos de opinión respecto de cómo concluye en este diciembre. No obstante, el presidente Javier Milei logra consolidar un apoyo en torno de los 40 puntos, que es lo que también le dio el resultado electoral. Pero no cambia el malestar respecto de su gobierno. En este sentido, el dato clave es que el sostén del Gobierno hoy es más simbólico que material. Mientras la narrativa de coherencia y cumplimiento se mantenga creíble, el apoyo resiste recostado en una primera minoría de argentinos. Pero cuando la realidad económica empiece a pesar más que los logros que son reclamados, el consenso podrá entrar en zona de riesgo. Así, el conjunto de respuestas abiertas muestra tres Argentina políticas que coexisten: La Argentina del mandato de ruptura con la casta: valida el ajuste, el conflicto y la dureza si hay coherencia y promesas cumplidas. La Argentina expectante y condicionada: acompaña con dudas; pide resultados sociales y económicos. La Argentina del rechazo estructural: ve en el Gobierno una crisis ética, social e institucional. En el primer caso, se expresa un mandato de ruptura: la sociedad valida el shock, el ajuste y la confrontación en tanto se los perciba auténticos y no hipócritas. El liderazgo de Milei se sostiene más en la consistencia ideológica que en resultados distributivos inmediatos. En este caso, las valoraciones positivas están fuertemente concentradas y muestran un eje ordenador muy claro: credibilidad y cumplimiento. - Cumple lo que dice (39,6%) es el corazón del apoyo. No remite tanto a resultados materiales plenos, sino a una coherencia entre discurso, promesas y acción. En términos políticos, esto recompone una expectativa rota por años: la idea de que el poder no miente. - La evaluación positiva general (17,8%) es mayormente vaga, lo que indica un apoyo por rumbo, no por un eje o motivo concreto. - La estabilización económica (10,2%) aparece como logro político antes que vivencial. Se reconoce el control de variables macro (inflación, dólar), aun cuando no siempre se traduzca en mejora cotidiana. - Valores como honestidad, integridad, lucha contra la corrupción y anticasta configuran un reconocimiento moral: el Gobierno es valorado menos por qué da y más por qué no hace (no robar, no transar, no pactar). En el caso de la Argentina expectante, caracterizada sobre todo por las opiniones regulares, no son neutras, sino que son apoyos en revisión. En el discurso de los argentinos que se sitúan en este punto del diagnóstico, predomina la idea de ineptitud, de improvisación o de mal manejo económico, pero aún en tono dubitativo. Aparece con fuerza la crítica al estilo personal: agresividad, crueldad, falta de empatía, y se introduce una preocupación incipiente por los costos sociales del ajuste, en especial sobre jubilados y sobre sectores vulnerables. Aquí se marca el límite blando del consenso: no cuestiona aún el rumbo general, pero sí el modo, el ritmo y el impacto humano. Es un electorado que todavía concede tiempo, pero empieza a pedir moderación y explicaciones. Finalmente, en el caso de la Argentina del rechazo estructural, las opiniones negativas son sólidas y reiterativas, lo que indica una oposición consolidada, al menos desde el relato y el diagnóstico político. Los cuestionamientos centrales son: - Incapacidad de gestión y mal manejo económico: se cuestiona la sustentabilidad del modelo. - Falta de empatía y violencia discursiva: el liderazgo es leído como deshumanizante. - Corrupción, nepotismo y casta propia: el relato anticasta se vuelve contra el propio Gobierno. - Entrega de soberanía, autoritarismo y destrucción del Estado: crítica ideológica profunda, asociada a valores nacionales y democráticos. - Incluso aparece la descalificación personal (salud mental), signo de una ruptura simbólica total. En este caso, no se discuten políticas concretas, sino que se rechazan el proyecto, el liderazgo y la identidad política del Gobierno. Es un perfil duro, difícil de revertir, que interpreta el experimento libertario como peligroso, elitista y antinacional. Desde una lectura cualitativa, el diagnóstico de cierre de año revela: - Un malestar moral y político profundo, más que puramente económico. - Una economía vivida como experiencia cotidiana de precariedad. - Un liderazgo presidencial evaluado ahora por capacidad real de gestión, no por discurso. - Una sociedad cansada, desconfiada, con baja expectativa y alta demanda de orden, honestidad y previsibilidad. Director de la consultora Delfos
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