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  • No es reforma laboral, es avaricia por la plata de los trabajadores

    » Diario Epoca

    Fecha: 28/12/2025 04:26

    No solo vienen por los derechos de los trabajadores, también quieren asegurar que siga funcionando la bicicleta financiera y la fuga de dólares. Un capítulo de la reforma laboral que promete devolvernos a los trabajadores a las condiciones laborales del yanaconazgo, que practicaban los encomenderos que expulsaron a los jesuitas, establece la creación de un descuento del 3% de la masa salarial para pegarle un tiro de gracia a los jubilados con el FAL (Fondo de Asistencia Laboral). "Este Fondo de Asistencia Laboral va a alimentar un nuevo mercado de capitales. Son cuatro mil millones de dólares por año. Y después está la ley de presunción de inocencia fiscal. Mi ideal como país es que nosotros, las empresas y la gente, empecemos a tener crédito de los mismos argentinos", Luis Caputo, ministro de Economía, cuando admitió que lo que le interesa al presidente Javier Milei es seguir sacando dólares de dónde sea para pagar la deuda, mientras reduce impuestos a los más ricos. Con esa frase en X, Caputo ya anunció que piensa usar ese recorte a la ANSES, unos 4.000 millones de dólares para pagar los vencimientos de la deuda externa, porque no consigue que sus amigos banqueros, que tanto se beneficiaron con sus llegadas al ministerio (con Macri y ahora con Milei), le presten plata para ese fin. No lo dice solo este cronista que se enteró por medios nacionales. Es el sablazo que piensa darle Milei a los jubilados, mientras agitan la mentira de querer cortarle los privilegios a los sindicalistas, con la meneada reforma laboral que propone pulverizar los pocos derechos que nos quedan a los trabajadores. Al final no es una cuestión de principios políticos, es la pura avaricia de quedarse con parte de la plata de los trabajadores, porque hay que decirlo con todas las letras: todo lo que paga un empresario por tener un empleado es producido por ese empleado, salario bruto y neto. Si un trabajador percibe en mano 1.000.000 de pesos, el empleador debe aportar 1.800.000 pesos, pero el trabajador debe producir un porcentaje extra para garantizar una tasa de ganancia a la patronal. O sea, esos 4.000 millones de dólares es plata de los trabajadores que el gobierno de Milei piensa usar para financiar los negocios de sus amigos banqueros. El motivo: ya no tiene ningún amigo en la banca internacional que quiera prestarle. Estamos afuera de los mercados y como siempre en este país, cuando la deuda nos acogota hay que echar mano a la plata genuina del ahorro de los trabajadores que es la plata que se destina a su atención médica y a las jubilaciones, como hicieron Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich entre 1999 y 2001. Todo un DejÓ vu. Explicaciones necesarias Desde 1976 para acá el único ahorro genuino que tiene la economía argentina y que no se fuga al exterior o no se guarda en el colchón, son los aportes que hacen los trabajadores para sus obras sociales, la jubilación, seguro de sepelio y sindicales. Es la única plata que no se fuga, porque los trabajadores no tienen un ministro de economía como todos los que estuvieron en ese cargo durante estos 50 años, con la honrosa excepción del gobierno de Raúl Alfonsín, que les informe antes de que van a tomar medidas como el corralito para que retiren sus fondos de los bancos y se cubran. Esos aportes representan entre el 18 y 22% del salario bruto de un trabajador, más los porcentajes variables, entre el 4 y el 8% que tienen que hacer las patronales, y ahora podemos sumarle los aportes de los trabajadores sin relación de dependencia que se inscribieron en el monotributo. Esa masa de dinero es administrada una parte por la ANSES y otra por la ARCA, (Agencia de Recaudación y Control de Argentina) y que, a diferencia de la plata de los amigos millonarios de Cristina Kirchner, Sergio Massa, Mauricio Macri, y Javier Milei no pueden fugarlos. Si usted lector llegó a este párrafo se preguntará por qué menciono a Cristina Kirchner entre los que tuvieron y tienen el deseo de apropiarse de esos fondos, le recordaré que la nacionalización de la AFJP en 2008 no fue hecha para beneficiar a los jubilados sino para recuperar el manejo discrecional de miles de millones de dólares de la asistencia social a cargo del Tesoro Nacional y financiar los negocios privados turbios con plata pública como el Fútbol para todos, una actividad que no necesita de los recursos del Estado para ser rentable, si no miren cómo los mafiosos de uno y otro lado de la grieta se sacan los ojos por apropiarse de ese negocio multimillonario. Por eso es que siempre hay voceros mediáticos y economistas que dicen ser sesudos que militan por la privatización de esos fondos, para volver a ignominioso curro financiero de las AFJP, que nunca benefició al trabajador jubilado. Nacionalizar los fondos previsionales no está mal, lo que está mal es usar la maliciosa estratagema de transferirle a los trabajadores registrados pobres la responsabilidad de subsidiar a los trabajadores en negro y desocupados más pobres y quedarse con miles de millones de dólares para financiar los negocios turbios de los funcionarios kirchneristas con la mafia de la Asociación del Fútbol Argentino. Un botón de muestra, con la plata resultante del ahorro que tuvo el Tesoro Nacional al pasarle a la ANSES la obligación de financiar planes sociales se pagaron, entre muchas otras cosas, el contrato de cuatro millones de dólares que Román Riquelme firmó en 2010 con el Boca del macrista Daniel Angelici, o sea el fundador del PRO no estuvo ajeno a los negocios turbios del kirchnerismo con la plata de todos los argentinos. La ley de reforma laboral lo único que va a modernizar es el argumento para usar la plata de los trabajadores y pagar la deuda externa, resulta que el ministro de Economía, el inefable "Toto" Caputo, confesó que piensa utilizar los 4.000 millones de dólares que esa ley, de aprobarse, le va a recortar a la ANSES con el fondo para financiar despidos va a ser usado para pagar vencimientos de deuda. La explicación es sencilla, Caputo ya no puede pedirle a su amigo Scott Bessent, secretario del Tesoro norteamericano, porque el pueblo estadounidense y sus instituciones no le permiten al gobierno de Trump hacer negocios privados con plata pública. Tampoco consigue que sus amigos banqueros le presten verdes cara grande, aunque ofrezca devolverlos con tasas leoninas del 9 al 15% anual, que en dólares es mucho riesgo país, aunque lo dibujen al índice actual. Conclusión: como siempre en este país que en 215, casi 216, años de existencia no tuvo un solo gobierno de izquierda; los que tenemos que pagar la fiesta de unos pocos sea la pizza con champan de Menem; sushi, con De La Rúa; corderito patagónico con Néstor y Cristina, jugando al Bridge con Macri; la intimidad con la hija de un saxofonista famoso de Alberto o alimento balanceado premium para Conan y sus clones con Milei sin olvidar el 3% para Karina, somos los trabajadores y nunca somos invitados.

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