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» La arena
Fecha: 28/12/2025 03:25
Nada como ir juntos a la par... Se fueron pensando encontrar allá lejos lo que por aquí se les complicaba alcanzar. De a poco, con mucho esfuerzo, lo fueron consiguiendo. Volver en algún momento les ronda en la mente, pero aún falta. MARIO VEGA Estaban sentados en la Plaza de la Ciudadela sobre un par de valijas que cargaban algunas ropas y un montón de sueños por cumplir- mirando la gente que pasaba indiferente. Rodeados por una multitud de personas y edificios en esa ciudad cosmopolita que se habían juramentado conquistar, aunque les costara mucho esfuerzo. Eran Vasco y Marta, dos pampeanos que habían decidido emprender nuevos horizontes, buscar una cierta tranquilidad para crecer juntos, porque -como casi siempre- por aquí andábamos complicados. Procurando oportunidades. Hacía tiempo que eran pareja, y aunque estaban relativamente estables económicamente Vasco trabajaba en la CPE Santa Rosa y tenían un local de ropa en pleno centro-, Marta sentía que le faltaba algo. No estaba haciendo todo lo que deseaba y propuse irnos a probar suerte, ver mundo, buscar oportunidades que no había podido darme mi país... como estudiar lo que quería por ejemplo porque nos era inviable costear unos estudios de Arquitectura. Mi gran deseo no teníamos mucho que perder, reflexiona ella hoy. Por suerte tuve a mi lado una persona increíblemente generosa y lo hicimos, me siguió. Dejamos todo y un día partimos a España con dos valijas y unos ahorros del cobro por la indemnización de su trabajo. Era septiembre de 1996 y estaban en España. Enseguida vendría la búsqueda para alquilar, pero estaban ilegales en una ciudad enorme. Marta y el Vasco. La de Marta Zulema Campodónico y Héctor Zalabardo no deja de ser al cabo una hermosa historia de amor. No quisiera caer en la vulgaridad -o ponerme meloso al momento de contarla-, pero me parece que conmueve conocerla. Porque se trata de personas que vienen de abajo en la escala social, y que juntos a la par (como dice Pappo) supieron ganarle a las dificultades para armar un proyecto que -se puede decir ahora- ha sido exitoso, porque después de pasarla difícil en base a trabajo y esfuerzo hoy les va de la mejor manera. Y bien que supieron ganárselo. Ya se verá. El Vasco Zalabardo no es otro que ese exquisito jugador de fútbol, el que la pisaba en el Ramón Turnes cuando aún no estaba bautizado así- con la misma desfachatez que lo hacía en cualquier potrero que lo invitara con una pelota que picara en su piso desparejo. Alejandro era su padre al que casi no conoció porque Héctor tenía sólo dos años cuando falleció; y María Luisa era la mamá. Vasco era el menor de 9 hermanos. Con el tiempo se casó se iba a separar años más tarde y fue padre de dos hijos y abuelo de Josefina y Juanita. Del Vasco Zalabardo futbolista ya se sabe- hemos hablado un millón de veces, porque ha sido de esos talentos que daba gusto ver jugar. Pero a Marta la conocemos menos. El difícil sueño de ser arquitecta. La idea aquí es contar como él se la jugó para acompañarla para que ella pudiera cumplir sus ilusiones; y como juntos pudieron salir adelante en una ciudad que puede asustar al más pintado. Marta Zulema Campodónico tiene una conmovedora historia para contar. Porque aquella pibita que soñaba con ser arquitecta, y que veía que la realidad le indicaba que eso no se podía por el contexto que la rodeaba, tuvo la idea de ir a pelearla muy lejos. Mi infancia fue muy difícil. Yo la mayor de diez hermanos, con unos padres que tenía que estar fuera casi todo el día para poder sacarnos adelante. Teníamos las carencias lógicas de una familia numerosa del barrio de Zona Norte. La madurez de Marta. Vuelve atrás en el tiempo y recuerda: Mi papel como la mayor fue desde chica atender a mis hermanos más pequeños, hacer de comer cuando mis padres no estaban, vestirnos para ir a la escuela, ayudar con los deberes Sí, crecí rápido y eso marcó mi forma de ser y afrontar la vida. Mis padres hicieron todo dentro de lo posible para que fuéramos personas con valores, humildad, respeto, educación... luego cada uno de nosotros siguió su camino. No puede evitar emocionarse cuando evoca que su papá, Hugo Elías, le compró en Casimiro la primera regla T la de un metro porque quería que me durara los cinco años del colegio (ENET)... por su largo me tropezaba en el colectivo con todos. Él y mi mamá (Marta Celina Varas) hicieron lo mejor que supieron y pudieron, dice con tono de admiración. Los padres. Y sigue: Mi madre trabajó en lo que salía: limpiando casas, en la cocina de la pizzería Cenizo por las noches, haciendo milanesas y pebetes para vender en los kioscos ¿Papá? Trabajó en Filipín y Bussetti y para hacer unos extras llevaba para armar encadenados en el patio de casa. Yo le ayudaba a atar alambres en los hierros y armaba losetas de hormigón con los moldes. Me encantaba y fue mi primer contacto con el mundo de la construcción. No lo sabía, pero seguro fue el germen de la arquitecta que quería ser. Y que ahora es. Y hay más, hablando de los padres Campodónico: Tuvieron una etapa de unos años en el Club Estudiantes: papá asador y mamá en la cocina. Finalmente la mamá pudo entrar a trabajar en la cocina del hospital y ahí se jubiló. Mi padre ya no tuvo esa oportunidad... murió con 60 años. Trabajaba en la verdulería de una de mis tías, y un día se fue de repente y joven, dice y no puede evitar la pena. Marta sabe que papá Hugo le inculcó la vocación: Siempre supe que quería ser arquitecta, jamás quise otra cosa y si él estuviera disfrutaría de mis logros, sonríe con cierta pena. Una historia de 33 años. Con el Vasco nos conocemos desde que tengo uso de razón... mis padres fueron amigos de él y sus hermanos desde muy jóvenes. Él formó su familia, luego se separó de su esposa y la vida nos llevó a reencontrarnos siendo yo una adolescente... y ahí comienza una historia que lleva 33 años escribiéndose. Ahora sí sonríe Marta, plena y feliz. Y agrega: Por supuesto la diferencia de edad no estaba, y no está, asumida socialmente. Hay prejuicios y culturalmente no estaba aceptado en las micro sociedades; pero a mí poco me perturbaba esa circunstancia de estigmatización. Siempre tuve las ideas claras, he sido madura mentalmente y nunca aparenté la edad que tenía en aquellos años de juventud. Al final uno vive la vida que elige y no la que la sociedad y el entorno familiar pretende que vivas, reflexiona. Salir al mundo. A Marta le gusta contar con detalles. Llevábamos unos años juntos, teníamos nuestros trabajos... Macabeos nuestra tienda de ropa para jóvenes en Pico y 9 de Julio, y Vasco llevaba trabajando 16 años en la Cooperativa Eléctrica. Igual no nos sobraba nada porque además él tenia responsabilidades con sus hijos y la íbamos llevando como podíamos. Pero a ella le faltaba algo. Le propuse a Vasco ir a probar suerte, si total no teníamos mucho que perder. La idea era buscar oportunidades que no había podido darme mi país, estudiar lo que quería por ejemplo, porque resultaba inviable costear unos estudios de arquitectura, y eso me picaba el gusanillo, rememora. Allá no fue fácil. Una vez en España no todo fue sobre rieles. Tuvimos muchas dificultades. Empezando por las económicas, juntando las monedas para llegar a fin de mes. Los papeles fueron lo otro... fuimos inmigrantes Ilegales durante tres años, y por eso tocaba hacer trabajos precarios. Y además llegó la crisis que afectó a la Unión Europea en 2007, que fue muy sangrienta porque no había trabajo ni para gente local. Si hasta hoy España no se recuperó totalmente de aquella debacle económica y social, razona. Los obstáculos. Comencé mis estudios en 1997, apenas a seis meses de haber llegado. Y la primera dificultad era el idioma porque allí se habla catalán y en ese momento no había la tecnología que tenemos hoy. En clase usaba una grabadora pequeña y luego buscaba el significado de las palabras en un diccionario, de papel por supuesto. Hacía los planos a mano con las rotring y los profesores me aprobaban porque entendían el esfuerzo de hacerlos de forma artesanal y tradicional ya existía el autocad en los ordenadores (computadoras), pero yo no me lo podía permitir comprar. Así estuve dos años, apunta. Dolor por Hugo. Claro, había algo más: Lo más difícil fue la parte emocional, afrontar en soledad las navidades, perderte los eventos de la familia, amigos... Se paga un precio alto; pero sin duda el momento más difícil ha sido la pérdida de mi padre, y no poder venir a despedirme fue muy duro. En ese momento Vasco fue mi único soporte, dice, y la mueca de su rostro habla del dolor de esa pérdida insalvable. Vivir en Barcelona. Fue en Alicante donde se instalaron de entrada. Al tiempo, cuando fueron por un fallido trámite por la visa a Andorra, les tocó pasar por Barcelona: Frente a la plaza Catalunya le dije al Vasco: Gordi, acá vamos a terminar nosotros. Y así fue. El tiempo, su trabajo, el esfuerzo, les daría la razón. En ese poco tiempo en Andorra al Vasco lo vieron jugar al fútbol y a los pocos días se le aparecieron dirigentes ofreciéndoles contrato y un departamento. Pero Héctor lo iba a desestimar para acompañarla: Salió la posibilidad de estudiar en Barcelona y él no lo dudó: Es tu sueño, me dijo, cuenta Marta casi con emoción. De albañil, y lo que viniera. Nuestro primer departamento fue en el barrio del Raval, 30 metros cuadrados, y ahí no entraba el sol ni invocándolo. Pero la propietaria era una extranjera, rusa exactamente, y no le importaban mucho los papeles y por suerte estábamos en pleno corazón de Barcelona y a 20 minutos de la facultad. El Vasco comenzó a buscar trabajo y consiguió de ayudante de albañilería; y yo en una tienda de barrio, además de ser becaria en mi facultad. Estudiando con esfuerzo. Los estudios eran duros, muchas asignaturas, todas en catalán, y con profesores exigentes y muy buenos, como el hijo del arquitecto Bohigas; o (Javier) Mariscal, el diseñador gráfico de la mascota de las olimpíadas. Cuando hacía los planos el Vasco me ayudaba por las noches a hacer las maquetas, y se volvió un experto en madera de balsa, contó Marta. Llegó un poco de alivio cuando al fin pudieron regularizar la situación de residencia. Hoy tienen la doble ciudadanía. Es Vasco el que cuenta el sacrificio de Marta. Los cuatro años que duró la carrera fueron difíciles, porque trabajo y estudio representaban un esfuerzo enorme. Estudiaba cómo podía, aprovechaba cada momento, el metro, los descansos en el trabajo y dormía poco. Estar a la altura. Ahora se ríe Héctor cuando recuerda que Marta creía que no estaba a la altura, porque sus compañeros de estudio eran brillantes y ella aprobaba con lo justo. Eso aún cuando para ingresar, al afrontar un muy severo examen (rindiendo entre otras materias Historia del Arte, Geometría Descriptiva, Dibujo y Matemáticas) había conseguido la estupenda nota de 9,30. Y completa ella: Vasco me apoyó 100% por ciento. Decía que venir de donde venía a estar en una de las mejores escuelas de diseño y arquitectura de Europa, era porque algo tenía. Pero Marta de a poco se fue acomodando, y sus notas ya resultaron excelentes, como ese 8,98 conseguido en la Licenciatura en Bellas Artes. Estudio de Arquitectura. Un amigo de Vasco uno de los tantos del fútbol- les dijo que ahora que Marta estaba recibida debían abrir el estudio de Arquitectura. No tenemos una moneda, reconoció el Vasco. Y la respuesta del hombre fue: Ustedes no se hagan problemas yo pongo el dinero. Fue nuestro primer estudio de arquitectura de interiores en 2004. Nos iba muy bien con un showroom de 150 metros cuadrados, pero tiempo más tarde hubo que cerrarlo por un problema estructural del edificio. Después de recibir una indemnización resolvieron no reabrir porque se veía venir la crisis en España. A cuidar la platita. Decidimos cuidar ese dinero y administrarlo en época de vacas muy flacas no había trabajo y todo nos recordaba al eterno malestar de nuestra Argentina, coinciden. Con esa pujanza que la caracteriza Marta no quiso quedarse parada y pensó en seguir formándose. Así ingresó a la Universidad de Barcelona para hacer Licenciatura en Bellas Artes con especialidad en Diseño y Producción en Espacios Urbanos. Duró cuatro años y a la vez hacía trabajos de interiorismo por mi cuenta, en tanto el Vasco se dedicaba a la parte eléctrica y de las obras, evoca. Zulema Espais crece. Más tarde volvieron a abrir el estudio en un local pequeñito en el barrio de Les Corts, pero la pandemia nos agarró aquí visitando nuestras familias. Estuvimos tres meses hasta que pudimos levantar la persiana y hasta hoy continuamos Llevamos quince años, ahora en un local más grande Zulema Espais SL cuenta con cuatro empleados en plantilla y actualmente ya estamos con dos proyectos en París y otro en los Pirineos, en la Cerdaña catalana-francesa. Es el más importante que hemos tenido porque es una casa del 1839 catalogada como patrimonio. Esto me llevó a formarme en la materia, y entré en La Salle en un Máster Universitario en Gestión Integral de la Construcción Especialidad en Sostenibilidad y Eficiencia Energética, Arquitectura y Urbanismo. Era necesario para estar a la altura, asegura. Trabajo compartido. Vasco y Marta residen en el Barrio de Sants, frente a la ciudad judicial de Barcelona y tienen el estudio en el barrio de Les Corts. Solemos movernos en bicicleta para ir a trabajar porque estamos a dos mil metros el tema de la bici y transporte público no solo está bien visto sino que además es parte de nuestros valores de eficiencia energética que intentamos incorporar en el trabajo: Zulema Espais, Arquitectura y Diseño Sostenibles. Nos dividimos el trabajo: Vasco lleva la parte contable, administra y gestiona los beneficios; y yo llevo el resto: proyectos, obras, clientes. ¡Y por supuesto gasto los beneficios, se ríe con ganas mientras Héctor mira, casi con resignación. Ah! Y tienen un beneficio extra: Tanto el estudio como nuestro departamento están muy cerca del Camp Nou, y solemos ir caminando a la cancha. ¡Un lujo!. Obviamente disfrutaron mucho del Barsa y los goles de Lionel. Pensar positivamente. Hoy pasean en Santa Rosa, reciben visitas en la quinta y, se puede decir, cargan pilas para lo que viene. Cuando se les pregunta admiten que hubo muchos momentos difíciles, pero nunca nos arrepentimos de las decisiones que tomamos. Por nuestra forma de ver la vida siempre pensamos positivamente, aunque a veces nos pudimos haber visto superados por la nostalgia y las dificultades económicas. ¿La nostalgia? La sobrellevamos entre nosotros, porque fuimos un equipo, y si bien cada uno tenía sus momentos al final lo superamos juntos. Habrán tenido una cuota de fortuna, pero indudablemente las cosas se les dieron porque las buscaron, con trabajo, esfuerzo y perseverancia. Y aunque a veces habrá costado, porque la vida nos pone a prueba a cada rato, supieron superar los obstáculos. Hoy Marta es una prestigiosa y formada arquitecta, y Vasco el apoyo imprescindible para poder concretar los sueños Por eso sí, pueden decir que lo lograron juntos a la par. Más títulos que Manny Paquiao. Marta Zulema Campodónico es un ejemplo de superación. Se fue de Santa Rosa habiendo cursado apenas tercer año de la ENET (actualmente EPET), luego de hacer la primaria en la Escuela 314 (hoy 201). Ya en Barcelona se graduó en Arquitectura Diseño de Interiores (en Elisava, Escuela Superior de Diseño, Ingeniería y Arquitectura Técnica). Luego como Máster Universitario en Diseño de Espacios Públicos (60 créditos un año); también es licenciada en Bellas Artes (Facultad de la Universidad de Barcelona). Luego como Máster Universitario en Investigación y Producción artística (90 créditos en un año y medio). Además presentó el proyecto de investigación Tesis Doctoral en dos facultades: en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona y en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona (aún le falta finalizar). Por si fuera poco, el año anterior cursó y terminó el Máster Universitario en Gestión Integral de la Construcción, Especialidad en Sostenibilidad y Eficiencia Energética (Universidad La Salle Barcelona). Como se ve, más títulos que Manny Paquiao, el gran campeón de boxeo filipino. Un gran orgullo. Todavía se emociona cuando se le pregunta cómo fue su primera graduación. Fue increíble En mi caso en soledad, porque obviamente van los familiares y los míos no estaban, por lo que sólo recibí mi diploma en secretaría. Somos un poco introvertidos, pero fue una alegría terrible porque era graduarme con tanto esfuerzo que hicimos los dos. Cuando su segundo título se animó a sacarse la foto más ritualista Papá murió en abril y yo me recibí dos meses después, así que nunca pudo ver esa foto que ahora la tengo en Barcelona. El primer título fue sólo contarles a papá y mamá desde un locutorio Vasco lo vivió en carne propia, orgulloso porque lo siente como su propio logro. Y tiene razones para eso porque estuvo apoyando en todo momento, completa. La quinta Guernica. Guernica bautizó la familia Santesteban Saúl y Rosalba- a la quinta que tuvieron en Avenida Perón 5555, que hoy es de Vasco Zalabardo y Marta Campodónico. Los nuevos propietarios aceptaron mantener el nombre, que recuerda la masacre del 26 de abril de 1937 cuando en plena guerra civil española las bombas cayeron sobre la localidad vasca de Guernica. La tragedia se convirtió en ícono antibelicista por Pablo Picasso y su famoso lienzo, pintado ese mismo año. La pareja compró un departamento en Barcelona, y hace dos años esa quinta en Toay. Nos da la tranquilidad que buscamos al venir y tener un lugar para desconectar de nuestro trabajo, que es lindo pero requiere de mucha responsabilidad, mucha presión y estrés. Venir a nuestra casa en La Pampa es un cable a tierra que nos recupera, afirma Marta. Una vida en tres imágenes. Graduada. Marta Zulema Campodónico con el gorro de graduación. Era la foto que pensaba traerle a su padre Hugo, que no pudo verla porque falleció antes. En obra. Marta en una de las tantas obras que debió dirigir en Barcelona. Hoy viven un presente consolidado, después de momentos que fueron muy duros. En el Camp Nou. El Vasco Zalabardo en un escenario envidiable. Al Camp Nou de Barcelona han concurrido con Marta con frecuencia. Vieron al mejor Barsa y al genio del fútbol, Lionel Messi. Artículos relacionados
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