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  • "Mientras estoy cosiendo soy feliz y las horas pasan volando"

    » Elterritorio

    Fecha: 28/12/2025 02:53

    Elabora bolsos, alfombras, cartucheras y más "Mientras estoy cosiendo soy feliz y las horas pasan volando" Se suele decir que no es lo mismo trabajar de lo que se puede que de lo que se quiere. Cuando se da la segunda opción, la tarea no se vuelve cansadora y, en muchas ocasiones, se disfruta ejercer la profesión que cada persona eligió. Este es el caso de Alejandra Werle (41), oriunda de Capioví pero radicada desde hace seis años en Jardín América. Antes de encontrar el rubro que la hacía feliz, realizó múltiples actividades: trabajó en una empresa de su localidad de origen, enseñó danzas, fue niñera y se desempeñó en la atención al público en una librería. Sin embargo, sentía un vacío que no podía llenar, la falta de algo que realmente la hiciera feliz. Aún radicada en suelo capiovisense, una mujer le pidió que le hiciera una cortina con una máquina de coser, pese a que Werle nunca había realizado trabajos de costura. Sin pensarlo y sin decirle a la clienta que no sabía del oficio, le pidió ayuda a su mamá, quien le enseñó a confeccionar la cortina y, de paso, a utilizar la máquina. De ese modo encontró la felicidad que le faltaba, vendió el producto y comenzó a afianzarse en el mundo de la costura. Empecé a ver videos tutoriales en internet, en distintas plataformas. La magia de la tecnología hoy en día te permite eso. Aprendí técnicas de esa manera, nunca hice un curso presencial, sino que todo fue virtual, contó a El Territorio. De a poco se perfeccionó y sintió que ese camino la haría feliz. Así fue como la máquina de coser y las telas comenzaron a generarle la alegría que le faltaba. En 2019 se mudó a Jardín América. Un año después se decretó la pandemia y, lejos de perjudicarla en un nuevo municipio al que recién se estaba adaptando, se convirtió en una gran fuente de empleo. En la época estricta de la cuarentena tenía permiso para conducir, no sé cuántos barbijos hice, fueron un montón. Vendía tanto en algunos locales como a familias particulares. Realmente, a pesar del contexto difícil, pude trabajar muy bien, agregó Werle. Las fechas de fin de año son motivo de celebración y también de gran importancia para su familia. Hubo un año en el que preparé varios Papás Noeles chiquitos para el arbolito. Tuvo muy buena repercusión, vendí varios y me generó gran satisfacción, porque la gente me pedía más, acotó. Entre los productos que realiza en la actualidad se encuentran portabotellas, bolsas, portamates, basureros para el auto, alfombras, bolsos maternales, portadocumentos para bebés, cartucheras y billeteras, entre otros. En su domicilio cuenta con su taller de costura y, mientras realiza los pedidos que recibe, cuida a su hijo. De este modo, es un oficio que le permite trabajar sin dejar de acompañarlo. La costura representa felicidad. Mientras estoy cosiendo soy feliz, no hay nada que contamine la mente, las horas pasan volando y es realmente lo que me genera alegría, concluyó Werle.

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