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» tn24
Fecha: 27/12/2025 19:08
Los tatuajes dejaron de ser una práctica marginal para convertirse en una forma de expresión masiva y permanente. Sin embargo, mientras su popularidad crece, también lo hace el interés de la comunidad científica por comprender qué sucede con la tinta una vez que ingresa al cuerpo. Investigaciones recientes advierten que los pigmentos no permanecen solo en la piel: pueden migrar hacia el sistema linfático, alojarse en el organismo durante años y generar procesos inflamatorios sostenidos. Estudios publicados en revistas científicas de alto impacto como Proceedings of the National Academy of Sciences, BMC Public Health y Nature señalan que, tras el tatuaje, parte de la tinta es transportada por los vasos linfáticos hasta los ganglios, que cumplen la función de filtros del sistema inmunológico. Allí, los pigmentos pueden quedar almacenados durante períodos muy prolongados. Según explicó Santiago González, investigador de la Universidad de Lugano, los experimentos realizados en animales y los análisis de tejidos humanos muestran que los macrófagos células encargadas de eliminar sustancias extrañas capturan la tinta. Este mecanismo genera una reacción inflamatoria inicial que, con el tiempo, puede transformarse en inflamación crónica, ya que las células cargadas de pigmento mueren y son reemplazadas por otras nuevas que vuelven a absorber la tinta, manteniendo el ciclo activo. Los resultados experimentales encendieron alertas adicionales. En modelos animales, los ganglios linfáticos presentaron niveles de marcadores inflamatorios hasta cinco veces superiores a los normales meses después del tatuaje. En el plano epidemiológico, un estudio publicado en BMC Public Health observó que las personas con tatuajes de gran tamaño podrían tener un riesgo significativamente mayor de desarrollar linfomas, mientras que otras investigaciones analizaron una posible asociación con ciertos tipos de cáncer de piel, como el melanoma. Pese a estos datos, los especialistas llaman a la cautela. Subrayan que los resultados obtenidos en animales no pueden trasladarse de forma directa a los humanos, debido a las diferencias en la estructura y regeneración de la piel. Michael Giulbudagian, del Instituto Federal Alemán de Evaluación de Riesgos, remarcó que todavía es necesario profundizar las investigaciones para determinar el impacto real de estos procesos una vez que la piel cicatriza por completo. El consenso científico actual no apunta a generar alarma inmediata, pero sí a advertir que la expansión del tatuaje como práctica social plantea nuevos desafíos sanitarios. Los investigadores coinciden en que estos hallazgos deberían impulsar una revisión de las regulaciones sobre la composición y seguridad de las tintas, así como políticas de salud pública orientadas a una población cada vez más expuesta a sus efectos potenciales a largo plazo.
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