27/12/2025 06:44
27/12/2025 06:44
27/12/2025 06:43
27/12/2025 06:43
27/12/2025 06:43
27/12/2025 06:43
27/12/2025 06:43
27/12/2025 06:43
27/12/2025 06:37
27/12/2025 06:37
» Diario Cordoba
Fecha: 27/12/2025 04:43
Ya en los años sesenta del pasado siglo, el escritor e intelectual americano James A. Michener, en sus viajes por España, se asombraba de que Córdoba no hubiera levantado aún una estatua a Averroes, el más importante filósofo musulmán de todos los tiempos. Hoy todos los estudiosos coinciden unánimemente en resaltar su importancia: el gran historiador y orientalista Montgomery Watt, profesor de árabe y estudios islámicos en la Universidad de Edimburgo y uno de los mayores expertos en su materia, decía de Averroes en su Historia de la España islámica que era: «el más grande entre todos los filósofos que han escrito en árabe». Pero su figura intelectual no fue reivindicada hasta el siglo XIX, y no por expertos musulmanes sino cristianos; no en África o el Oriente, sino en Europa, con Ernest Renan a la cabeza. En el lapso de tiempo que va desde el siglo XII, en que vivió Averroes, hasta el XIX, cayeron siete siglos de silencio y olvido sobre la figura de este cordobés universal; olvido promovido por propios y extraños, pues fue el mundo musulmán, al que perteneció, el primero que le dio la espalda. Córdoba puede enorgullecerse de haber sido lugar de nacimiento de los más grandes sabios de la Antigüedad y la Edad Media, pero quizá sea Averroes el más olvidado y combatido de todos ellos.Su legado es verdaderamente monumental. Se le atribuyen hasta 127 obras, de las que se sabe que al menos 84 le pertenecieron; de ellas 55 han llegado hasta nosotros y, de otras ocho, solo se conservan partes. Su obra constituye una enciclopedia completa de los saberes de su tiempo: científicos, jurídicos, médicos, filosóficos, gramáticos y teológicos. Averroes fue un intelectual muy completo, que leyó y analizó las obras recibidas de la Antigüedad, en especial Aristóteles, Platón, Euclides y Galeno. Introdujo en la Europa cristiana el pensamiento positivo y el racionalismo de Aristóteles con sus comentarios agudos y perspicaces, elaborados con una metodología racionalista desconocida hasta entonces en nuestro continente. Pero Averroes, además de todo ello, fue un filósofo original, no un mero Comentador de Aristóteles, nombre con el que fue conocido por los escolásticos cristianos. Es cierto que es quien mejor analiza y explica la obra de Aristóteles, pero va mucho más allá: lo hace con una sagacidad y agudeza mental insólitas en el mundo medieval; recurre con determinación a la observación empírica de los fenómenos naturales y sociales; y no deja que el peso de la tradición intelectual obstaculice su análisis personal y su visión propia. Desde la metafísica a la psicología, desde la biología a la poética, Averroes abrirá un nuevo modelo de filosofar, ajeno a la teología, propicio a la experimentación, fiel al racionalismo, centrado en la realidad sociocultural de su tiempo, con observaciones empíricas y una elaboración crítica y personal. Al separar ciencia y fe, Averroes consigue dar carta de independencia a la investigación filosófica, que es como decir científica en su tiempo. Y por ello no es de extrañar, como explica Cruz Hernández, que al llegar a la Europa cristiana produjera una convulsión intelectual, una conmoción que pasó de la seducción, primero, a la preocupación de las autoridades eclesiásticas, y la condena de muchas de sus ideas. El pensamiento de Averroes penetró en Europa gracias a las traducciones de sus obras realizadas en la famosa Escuela de Traductores de Toledo. Su pensamiento llegó a Europa Fueron los mozárabes cristianos y los judíos andalusíes los primeros que vertieron sus obras al latín y al hebreo, evitando que se perdieran muchos de sus libros, condenados al fuego y censurados por los ortodoxos almohades de su tiempo. Es curioso que muchos manuscritos de Averroes se hayan conservado en sus traducciones al hebreo y no en el árabe original. Tuvo mucha influencia en ello el hecho de que su paisano Maimónides, que leyó a Averroes en el destierro, elogiara sus escritos y su labor intelectual. Eso lo hizo atractivo a los judíos andalusíes y europeos, que trasvasaron el conocimiento a Europa y evitaron su pérdida. Sus obras sobre racionalismo y naturalismo griego o sus tratados de medicina abundan en observaciones científicas, donde valora la experimentación y hace precisiones empíricas sobre: los datos astronómicos, los terremotos, el crecimiento de las plantas, la carne y la lana de las ovejas, incluso sobre medicina preventiva y nutrición. Su pensamiento abarca también la esfera de la política y la ética, de la crítica a los tiranos de todos los tiempos y muy especialmente del suyo. Dice Averroes: «No hay peor condición que la de tirano». Sus palabras abren camino a una teoría social en la que nadie debe considerarse ajeno a la comunidad de los seres humanos. Su pensamiento En este aspecto, su aportación es muy original y valiente. Pero no se limita a estos aspectos: es también el único de los intelectuales medievales que propugna un papel más digno de las mujeres en la sociedad. Denunció con gran valentía a la oligarquía política de su tiempo, pero también criticó la situación de las mujeres en aquella sociedad, diciendo que «se parecen a las plantas», ya que no se les permitía su total realización personal y social. Su saber enciclopédico y su racionalismo griego aplicado a la sociedad y la cultura de su tiempo habrían bastado a Averroes para pasar a la historia de la humanidad. Pero sus ideas originales sobre la sociedad y la política, el papel de la mujer o la independencia del pensamiento filosófico-científico respecto de la religión hacen de él un referente excepcional, sin duda el mejor filósofo de la Edad Media. Persecución política y religiosa Al-Andalus, luz y guía de Occidente, con su capital, Córdoba, símbolo de todo ese esplendor cultural, filosófico y científico, alcanzado por la España musulmana en el siglo X, comienza a derrumbarse de modo irreparable con la muerte de Averroes a finales del siglo XII. El hundimiento político provoca la desaparición de al-Andalus como estado autónomo, y la falta de continuidad del pensamiento de Averroes ocasiona la pérdida de una monumental oportunidad cultural. La filosofía racionalista del sabio cordobés no tuvo continuación entre sus correligionarios musulmanes, que condenaron su memoria y sus libros casi un siglo antes de que lo hiciera la Europa cristiana. Poco tiempo después de su muerte, aquel precursor del racionalismo y del espíritu científico que fue Averroes, ya había dado fruto en Europa, que lo estudió con fervor, a pesar de la diferencia de religión y de las luchas entre cristianos y musulmanes que tuvieron lugar en aquella época convulsa: son los años del avance cristiano en la Península Ibérica, de la conquista almohade de Córdoba y de las cruzadas en Jerusalén. En este contexto, es curioso que hayan sido los grandes teólogos de la Edad Media cristiana, Alberto Magno y Tomás de Aquino, nombrados santos por la Iglesia católica, quienes hayan estudiado y difundido a Averroes por las universidades europeas, facilitando así la entrada de su pensamiento, y especialmente el de Aristóteles, a la Europa cristiana. En las universidades europeas como París y Bolonia, se valoraba muy especialmente la interpretación que hacía del filósofo griego Aristóteles. Sus comentarios eran tan valiosos, que los intelectuales europeos asimilaron e integraron los conceptos filosóficos de Averroes, hasta el extremo de crear una corriente de pensamiento, considerada heterodoxa por la jerarquía eclesiástica de la época, y que se llamó averroísmo radical. Esta postura supuso la pérdida de sus cátedras por parte de los intelectuales que abrigaron estas teorías, así como el rechazo, cuando no la persecución política por parte del poder curiosamente lo mismo que ocurrió a Averroes entre sus correligionarios musulmanes y paisanos cordobeses. Condena política Llevaba razón el escritor árabe del siglo XIII al-Idari, cuando aseguraba que los verdaderos motivos de la condena contra Averroes eran políticos. La oligarquía cordobesa, a la que el sabio cordobés criticó en sus escritos, no le perdonaba su libertad de pensamiento y expresión. El odio y la envidia los movían desde hacía años. Basta leer el siguiente texto recogido en la obra de Averroes Exposición de la República de Platón, publicado en 1194, justo un año antes de su persecución y condena. El fragmento va dirigido a los alfaquíes y ulemas ultraconservadores de la Córdoba islámica de su tiempo y critica la opresión que sufría el pueblo a manos de esas oligarquías de poder cordobesas: «Las comunidades de muchos de los reyes musulmanes de hoy son casi exclusivamente asociaciones de estrictos clanes y las normas vigentes en ellas son las que les permiten mantener las leyes primarias. () Las masas son explotadas por los poderosos y estos progresan apropiándose de los bienes de aquellos, lo que a veces conduce a la tiranía como sucede en nuestro tiempo y en nuestra sociedad. () Por esta razón hoy la clase aristocrática de esta comunidad es totalmente tiránica. () Yo creo que los poderosos junto con el rey tiranizan a las masas» (Tratado tercero 6-7, trad. Miguel Cruz Hernández). Los Enemigos del sabio Los enemigos de Averroes no habían tenido ocasión de acabar antes con él, porque el sabio cordobés siempre contó con el apoyo del califa. Pero la situación política se había agravado seriamente en torno al año 1195, en los momentos previos a la Batalla de Alarcos. Entonces, el sultán tiene que ganarse a los alfaquíes maliquíes, que habían sido desplazados por otras élites, pero que mantenían aún gran influencia entre el pueblo llano. Para congraciarse con él, le exigieron la condena de Averroes y Al-Mansur le retiró su apoyo. El historiador al-Marraqusi explica que sus delatores fueron élites de Córdoba que actuaron por envidia; hemos visto que al-Idari aduce motivos políticos. Ambos llevan razón y esas fueron las causas de la caída de Averroes: envidia y odios políticos. El resultado fue que el sultán dio la espalda a Averroes para asegurar su primacía política y militar ante el avance cristiano y el sabio musulmán fue sometido a juicio en su querida Córdoba. Se le condenó al destierro y se ordenó la prohibición y quema de sus obras filosóficas. Pero el pensamiento de Averroes sobrevivió y dio sus frutos, porque ofreció a Europa la posibilidad de recuperar el racionalismo de Aristóteles y el naturalismo de la ciencia griega. Contribuyó a corrientes de pensamiento político como la protagonizada por Marsilio de Padua (1278-1343), que es el primer pensador cristiano que pergeña una teoría laica del Estado al afirmar, como ya adelantaba Averroes, que el poder no es sagrado, con lo que abre el camino a la separación entre Iglesia y Estado. Averroes también abrirá el camino a todos los pensadores que marquen una separación entre fe y razón, como ocurrió con Guillermo de Ockam. Y desde ahí su influencia llegará a los humanistas del Renacimiento como Erasmo de Rotterdam (1466-1536), a los filósofos racionalistas de los siglos XVI, XVII y XVIII, como René Descartes (1596-1650), Baruch Spinoza (1632- 1677), John Locke (1632-1704) e Immanuel Kant (1724-1804). Suscríbete para seguir leyendo
Ver noticia original