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» Diario Norte
Fecha: 27/12/2025 04:05
Si se observa el año hidrológico, que se extiende desde comienzos de septiembre de 2024 hasta fines de agosto pasado, la ciudad de Resistencia ya suma 785 milímetros frente a un promedio habitual de 483. Esta diferencia de 302 milímetros ayuda a explicar la repetición de casos de calles anegadas, desbordes puntuales y dificultades en numerosos barrios. Lo que se puede observar en estos días es que el problema no radica solo en la cantidad total de lluvia, sino que además afecta la forma en que el agua cae, muchas veces en lapsos breves que superan la capacidad de escurrimiento de la ciudad. Las lluvias intensas en pocas horas ponen a prueba sistemas de desagües diseñados para otros patrones climáticos. En las ciudades más grandes, el crecimiento urbano acelerado y la falta de obras adecuadas agravan la situación, ya que los canales obstruidos, las estaciones de bombeo exigidas al límite y con superficies impermeables cada vez más extensas el resultado es que se reduce la posibilidad de absorción natural del agua y aumenta el riesgo de anegamientos. En este escenario, la conservación de lagunas urbanas no es un tema menor. Estos reservorios permiten contener el exceso de agua durante los episodios de precipitaciones fuertes y reducen la probabilidad de que el agua ingrese a viviendas ubicadas en zonas bajas. Del mismo modo, el mantenimiento permanente de desagües y áreas cercanas a las bombas resulta indispensable para que el sistema funcione de manera adecuada. Hay que señalar, además, que la conducta ciudadana también influye de forma directa. Arrojar residuos en la vía pública puede parecer una acción menor, pero la acumulación de desechos provoca taponamientos que impiden el escurrimiento. Se debe tener en cuenta que en el Gran Resistencia vive casi la mitad de la población provincial, por lo que el manejo de los residuos sólidos urbanos se vuelve una tarea decisiva para disminuir los efectos de las lluvias intensas. Más allá de los factores locales, los cambios observados en el clima se relacionan con procesos de alcance global. Según los especialistas, el aumento de gases de efecto invernadero intensifica el ciclo del agua, eleva la evaporación y permite que la atmósfera retenga mayor cantidad de vapor. En consecuencia, cuando se producen las precipitaciones, estas suelen ser más fuertes y concentradas. A su vez, las modificaciones en los patrones de viento y de circulación atmosférica redistribuyen las lluvias de manera desigual, con excesos en algunas regiones y déficits en otras. La experiencia reciente en el Gran Resistencia muestra que el régimen de lluvias ya no responde a los esquemas del pasado. El agua que antes se distribuía a lo largo de varios días ahora puede caer en cuestión de horas, con efectos inmediatos sobre la infraestructura y la vida cotidiana. Por esa razón, adaptar las ciudades a esta nueva realidad exige planificación, inversión sostenida y participación social, ya que solo mediante acciones coordinadas será posible reducir los riesgos y mejorar las condiciones de vida frente a un clima cada vez más variable. Frente a este panorama, la planificación urbana debe incorporar criterios que contemplen escenarios de lluvias más intensas y frecuentes. La ampliación y modernización de los sistemas de desagües, el ordenamiento del uso del suelo y la protección de áreas naturales que faciliten la absorción del agua aparecen como líneas de acción necesarias. Además, el monitoreo meteorológico y los sistemas de alerta temprana pueden ayudar a reducir daños materiales y riesgos para la población cuando se anticipan episodios de precipitaciones fuertes. Hay que tener en cuenta que los anegamientos afectan con mayor dureza a los sectores más vulnerables, donde las viviendas suelen estar ubicadas en zonas bajas y con menor acceso a servicios. Por lo tanto, las políticas públicas orientadas a la adaptación al cambio en el régimen de lluvias deben integrar una mirada que priorice la reducción de desigualdades y fortalezca la capacidad de las comunidades para enfrentar esta variación en el régimen de lluvias.
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