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  • Emoción en Sierra de Elizondo: cumplió 15 y la escuela albergue que la vio crecer la sorprendió con una fiesta

    » LaprovinciaSJ

    Fecha: 27/12/2025 00:14

    La educación rural en San Juan contiene historias de emoción que marcan al corazón. Eso sucedió con el festejo de 15 años de una alumna de la escuela albergue Marcos Justiniano Gómez Narváez, ubicada en el corazón de Sierra de Elizondo, en Valle Fértil. Allí donde la escuela es hogar y puerta al mundo, el cierre del ciclo lectivo estuvo marcado por el festejo de 15 años de María Zuleika Concepción Vera. La historia tuvo sus ribetes que la directora del establecimiento Mónica Speso compartió al detalle, resaltando que fue en sus 30 años de docencia termina un ciclo cargado de emoción, de esos que erizan la piel. Esta historia refleja, con sencillez y profundidad, lo que significa la educación en una escuela rural aislada: la empatía, el amor y el compromiso que trascienden lo pedagógico, comenzó detallando a Diario La Provincia SJ. Continuó detallando que, cada fin de año, los celadores tienen a su cargo la celebración de los cumpleaños de los alumnos. Sin embargo, sabíamos que este festejo sería distinto: una alumnita del Tercer año del ciclo Básico, Zuleika cumplía 15 años. No era un cumpleaños más: se trataba de una niña de la Sierra, que asiste a nuestra institución desde el jardín de infantes; que durante 10 años pernoctó y creció en la escuela. Además, este año egresaba y eso significa que deberá continuar sus estudios en otra institución. Bajar, como decimos en la Sierra, sabiendo que luego se hace difícil volver a ver a nuestros alumnos, compartió sobre lo que significaba para la comunidad educativa. Celebrar la vida, en pleno corazón de Sierra de Elizondo Zuleika cumplía sus 15 años el 8 de diciembre. Sabíamos que no tendría la fiesta soñada que toda niña imagina para ese momento tan especial. Pero también sabíamos que la escuela podía y debía darle un toque diferente cuando festejáramos los cumpleaños a todos los alumnos, uno cargado de sentido y afecto, manifestó la directora. Con ese propósito, resaltó Mónica, se consiguió cotillón, un vestido, zapatos y todo lo necesario para homenajearla en sus 15 años. Aunque hubo algunos inconvenientes, nada podría con el propósito que surgía del corazón y el amor. Lamentablemente, por cuestiones climáticas y el corte del camino, el personal docente no pudo subir a la escuela. Recién lo hicieron el 9 de diciembre, por lo que la fecha del festejo se reprogramó para el 11 de diciembre. Sin embargo, ese día Zuleika no pudo subir, ya que se encontraba en San Agustín. No hubo forma de lograr que estuviera presente. De un lado, la tristeza y el lamento del personal docente y directivo; del otro, una niña que nos enviaba mensajes expresando su profundo deseo de estar. Aun así, ese día se celebraron los cumpleaños según lo previsto, marcó. Pero la celebración se tenía que concretar y así fue. El 13 de diciembre se realizó el acto de cierre del ciclo lectivo. Zuleika, abanderada de la Bandera Nacional, responsable y comprometida, llegó ese día, acompañada por toda su familia. Finalizado el acto, como es costumbre, la escuela compartió un brindis con las familias de la Sierra de Elizondo. Y entonces surgió una idea que encendió la luz de la emoción: ¿por qué no festejar el cumpleaños que había quedado pendiente, si teníamos todo?, describió Mónica. De inmediato, todo tomó color y forma para festejar a la quinceañera, recordando cada paso por la escuela en la que creció y también vivió con amor de hogar. Llamamos a Zuleika, buscamos la música, sonó el vals de Chayanne y se adornó la mesa con la torta. Las familias no esperaban nada de esto. Zuleika ingresó tomada del brazo de su celadora, quien la vio crecer, y también del brazo de la directora, escoltada por todo el personal de la escuela. Ella repetía una y otra vez: No me dejen sola. Y así fue, contó orgullosa. En los videos que retrataron el inolvidable momento, se aprecia la emoción de todos, entre lágrimas y sonrisas. La adolescente bailó el vals con su celador, y luego con todos quienes fueron parte de su gran momento. No fue solo un cumpleaños. No fue un cierre de ciclo lectivo más. Fue una celebración del amor, del acompañamiento y de los lazos que se construyen en la escuela rural. Fue la muestra más sincera de que la educación, cuando se vive con compromiso y humanidad, deja huellas que acompañan para toda la vida, sentenció Mónica. Noticias relacionadas

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