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  • La nueva historia de Marcelo Birmajer: La saga de Maquiavelo

    » Clarin

    Fecha: 26/12/2025 09:35

    En mi visita a Tel Aviv de octubre 2024 lleve a cabo uno de esos actos en los que no me reconozco: enterre un libro en la arena, a una distancia prudente de la orilla del mar, que aunque mediterraneo, quizas aprovechando mi descuido -sumergido como estoy en mi Viaje al centro de la noche por radio Mitre-, pudiera arrasar con la guarida subterranea de La sonrisa de Maquiavelo, el ensayo biografico de Viroli. Por que hice algo asi? Habia terminado de leerlo, no queria sobrecargar la valija, no queria tirarlo ni dejarlo en la habitacion. Lo guarde como un tesoro. Con la esperanza de desenterrarlo en este viaje 2025 y pensar, con el volumen en celofan entre mis manos, su destino postrero. En el avion conoci a otro argentino, arqueologo. Como mi cuento de la semana pasada fue no casualmente sobre un simil Maquiavelo de la redaccion de una agencia de noticias de fines de los '80, mi lectura en vuelo resulto Entonces y ahora, de Maugham, tambien traducido como Maquiavelo y la dama. Mis tres autores por default son Maugham, Bioy Casares y Bashevis Singer. Nunca me aburrire con ellos. Incluso pueden llegar a depararme algun secreto esas paginas que ya creo haber interrogado infinita cantidad de veces. Mi companero de asiento elogio a Maugham. -En 2025, mis relecturas superan a mis lecturas en un 80% -detalle-. Este mismo libro, a lo largo de mi ya larga vida, no se si lo lei tres o cuatro veces. Soy arqueologo -se presento- Para mi el pasado es una obligacion. Tambien una vocacion -comente-. -Mi vocacion es desenterrar secretos. Los secretos del pasado. No tuve mas remedio que compartirle la historia de mi libro escondido en la arena de Tel Aviv. -Puedo colaborar con esa epopeya -se entusiasmo-. -Y el motivo de su viaje? -inquiri-. -Una copa sumeria -replico-. No se va a escapar. Eran muchas horas en el aire, y de Maugham pasamos a las historias de amor. -Estoy entre dos -confeso Augusto-. Una mujer que me cela y un hombre que me apasiona. Trague mi sorbo de agua un poco mas rapido de lo habitual, pero de inmediato me repuse del escandalo. -Giovanna me conmino a abandonar a Lucio -informo-. A Lucio le da lo mismo con quien este. -Giovanna es muy celosa, por lo que entiendo. -Le explique que son dos amores totalmente distintos. No se superponen. Giovanna es un proyecto de vida. Lucio es un capricho divino. Pero no lo quiero dejar. -Estoy totalmente incapacitado para aconsejarlo -reconoci-. Pero hace falta tomar una decision? Augusto hizo un gesto de resignacion con la cabeza. -Por supuesto el silencio seria insuperable. Pero Giovanna es capaz de leerme como usted lee a Maugham. Soy transparente para ella. Sabe cosas de mi antes que yo mismo. Permaneci reflexionando un buen rato, pero cuando llego la azafata con el carrito de los snacks no habia arribado a una conclusion. Pedi un Bloody Mary. Aproveche para cambiar de tema y compare a Maquiavelo con Kissinger. Augusto primero realizaba los descubrimientos y luego vendia el hallazgo a universidades, publicaciones de Historia y coleccionistas privados. Se habia hecho un nombre en esos ambitos. Al aterrizar en Tel Aviv, nos perdimos de vista. Me han extraviado tantas veces la valija que en algun momento se me habia ocurrido dejarla, con una etiqueta visible y la ilusion de que me la llevaran directamente al hotel. Pero nunca me anime. Pase siete dias en Jerusalem y solo al concluir mis distintos encuentros aborde el tren para Tel Aviv, a la playa, a la noche. El mar susurraba un enigma indescifrable. El clima paradisiaco me recordo que el Eden biblico siempre lo imagine con lagos. El mar es exclusivamente humano. Nos lo ganamos por nuestros pecados. Las estrellas parecian haberse tomado vacaciones, o una noche sabatica. Busque mi libro. Aunque lo habia enterrado con una pala, preocupado por mi propia osadia, lo intente desenterrar con las manos. O no era el sitio donde le habia dado vital sepultura, o Maquiavelo se negaba a comparecer. Pase al bano del balneario, me quite la arena hasta donde pude, volvi a la orilla del mar y fume un habano. No era la reconciliacion con Dios tras el diluvio, sino el escaso instante de tregua tras el gong, hasta el proximo round conmigo mismo. Al dia siguiente camine por la rambla. El que tomaba un jugo de tomate, con un efebo enfrente, era nada menos que el arqueologo del avion. Pero lo que convirtio esa casualidad en un conjuro fue que entre ambos asomaba La sonrisa de Maquiavelo, de Maurizio Viroli, que no podia ser sino mi ejemplar enterrado. Intente infructuosamente mitigar el aura de sospecha al acercarme. Lucio me miro con un aire de perro celoso. -No te preocupes -le dije-. Yo juego para el otro equipo. Pero aparentemente no hablaba espanol. O no quiso hablarlo conmigo. -Me dispiace -le dijo Augusto a Lucio-, y me invito a seguirlo al mostrador, con mi libro en la mano. Pago la cuenta y con un gesto me invito a regresar a la mesa vacia. -Y su novio? -pregunte inquieto-. -No es mi novio -aclaro Augusto-. Me espera en el hotel. Habia pasado mas de una semana desde nuestra anterior casualidad. Se lo veia relajado, pese a que su jugo de tomate no incluia vodka. -Por que Maquiavelo se llamaba Niccolo y no Luigi? -me pregunto-.Suena mucho mejor. Luigi Maquiavelo. -Es cierto -concedi-. Pero la Historia no nos deja elegir los nombres. -Giovanna tiene el nombre perfecto. Lucio tambien. Hubiera sido una pena perder a alguno de los dos. -Como encontro mi libro? -lo acuse-. -Soy arqueologo -replico, por toda respuesta-. Y siguio: Le comente a Giovanna que intentando abandonar a Lucio, me habia trenzado con una mujer. Una dama que contenia ciertas particularidades como para pasar a Lucio al oblivion. Una Lucrecia de Maquiavelo. -Una mezcla de Lucio y Giovanna -supuse-. Augusto asintio. -Pero reacciono como una bestia en celo. Me dijo que no solo me abandonaria, sino que me haria la vida imposible. No le pregunte como. Pero di a entender que estaba dispuesto a negociar. -Abandonarlo y hacerle la vida imposible, si no son lo mismo, es una contradiccion -medite en voz alta-. -No para Giovanna. En cualquier caso, cuando logre aplacarla, me concedio seguir viendo a Lucio mientras dejara de ver a Lucrecia. -Y eso si pudo hacerlo? -consulte, un poco agotado, quiza confundido-. -No hizo falta -cerro Augusto-. Lucrecia nunca existio. Lo observe perplejo, confirmando una y otra vez que aquel era mi libro. -Invente a Lucrecia para tener una baza de negociacion con Giovanna. Con tal de deshacerse de su rival femenina, me permitio conservar aleatoriamente a Lucio; siempre y cuando no se convierta en algo serio. Un eufemismo. No lo hubiera logrado sin Luigi Maquiavelo. Es la entente de Kissinger con China para derrotar a la URSS. -China si existia... Pero si Giovanna lo lee como si viera a traves -recorde- . Como logro usted impostar a la tal Lucrecia? -Giovanna descubre todo lo que siento -argumento-, no lo que invento. -Eso si que lo entiendo -concedi-. Y agregue: Ademas, ninguna persona es tan valiente como para saber todo. -Gracias -me ofrecio el libro-. -Usted no lo necesitaba -rechace el reintegro-. Y yo ya lo lei. -Si que lo necesitaba -insistio-. Pero se lo acepto. -Digame la verdad -porfie, decidido-. Como lo encontro? -Lo vi el ano pasado, desde un bar similar a este, con su pala, enterrandolo. Me resulto tan fuera de lugar que no pude evitar acercarme cuando usted se fue, y retirarlo. -Por que no puedo considerarlo un robo? -dije mientras me marchaba-. -Quizas porque no lo es -se despidio-. Sobre la firma Newsletter Clarin

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