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  • Domestico

    » Redaccion Rosario

    Fecha: 25/12/2025 18:49

    Domestico, paralizado, casi dormido frente al televisor, mi abuelo Otto apaga el cigarrillo y cierra los ojos. Se inclina hacia un costado del sillon, hacia el lugar que ocupaba mi abuela. Ahora soy yo el que se encarga de terminar con lo que resta: levantar los platos, lavarlos, vaciar el cenicero, limpiar la mesa de migas y manchas de vino tinto. Despertarlo a mi abuelo, decirle que me abra y que se vaya a dormir tranquilo, que ya ordene todo y no hay nada mas que hacer. Por hoy, al menos. Mudos, insipidos, pienso, mientras veo dormir a mi abuelo Otto, solos en esta casa inmensa construida en 1920 o 1930, en la epoca de los campos, que no existimos, o mejor dicho dejamos de existir por unas horas, para el resto del mundo. Una casa, una isla. La pantalla del televisor y las luces del alumbrado publico que se filtran por la ventana iluminan la escena. Intermitente, los colores de la pantalla me permiten, de momentos, contemplar mejor a mi abuelo, que duerme con la boina puesta, las manos entrelazadas como en un rezo, un ojo mas abierto que el otro. Otto duerme apaciblemente. Mi abuela no esta. Mis tios, mis padres y mis hermanas tampoco. Gozamos de buena salud. Para la edad que tiene, Otto no sufre problemas graves. Intento llevar adelante las actividades que hacia mi abuela, es decir me encargo absolutamente de todo. La economia familiar (ahora es mas facil, solo somos dos), el mantenimiento de la casa, la atencion que necesita mi abuelo, los mandados, la cocina, etcetera. Por suerte la tengo a Estela, que sigue viniendo dos veces por semana. Limpia la casa entera y hace el almuerzo. Seria imposible mantener la casa sin ella. De solo pensarlo me agoto. Es inmensa. Yo no trabajo. Mi abuelo tampoco. Vivimos de su jubilacion y de la pension que cobro por mis padres. Llevamos un estilo de vida austero, lo que nos ahorra inconvenientes. Cuando necesitamos un poco mas de plata, uso los ahorros que me dejo mi abuela antes de irse. Solo en caso de que lo necesiten, habia dicho. Me cuesta un esfuerzo enorme despertar a alguien. Siento que interrumpo, que corto con el placer, que freno la aceleracion continua y alucinatoria del sueno del otro. Pienso en mi cuando estoy dormido. Sin embargo, gane en experiencia viviendo con mi abuelo. Con el, particularmente, tengo un metodo que me enseno la abuela: apagar el televisor y cerrar las persianas. A oscuras, mi abuelo se despierta enseguida. No puede dormir sin al menos una leve luz prendida. Al principio, todo bien, el metodo funcionaba. Ahora estoy preocupado. Fueron varias las noches que deje a oscuras al abuelo para ordenarle que se trasladara a la cama, y cuando se despertaba, se ahogaba del susto. Como no se me ocurre otra cosa, lo hago otra vez. Se lo que puede llegar a pasar. Dejo el living a oscuras. Otto se despierta, ahogado del susto. Inmediatamente prendo el velador, algo que no habia hecho hasta entonces. Mi abuelo esta bien, erguido sobre el sillon, con una mano en cada rodilla. Esta bien, pero llora. Che, mijo, donde esta la abuela? Me parte el corazon, pero tengo que actuar fria y rapidamente. Ella me lo aconsejo. Vuelvo de la cocina con la medicacion psiquiatrica, un te de manzanilla y un vaso de agua en una bandeja. La apoyo en la mesa ratona, frente a mi abuelo. Ante la aparicion del medicamento parece olvidarse de la pregunta que me hizo. Mejor asi. Es la idea. Mientras mi abuelo, mudo, toma la pastilla, insipida, y el te, domestico, voy hasta su cuarto pegado al living, saco del ropero un conjunto de pijama azul oscuro. Lo dejo sobre la mesa. Tiene olor a la perfumina de la abuela es la que uso toda la vida, y Estela trabajando en la casa tambien, olor a jazmin. Rapidamente varias imagenes se proyectan en mi cabeza, en simultaneo. No les doy lugar. Tengo que concentrarme en hacer dormir al abuelo, porque recien entonces voy a estar libre. Una noche en el paraiso. La casa en total oscuridad. El abuelo duerme hace una hora. Tome un cafe y repase para la prueba de quimica que tengo dentro de dos dias. Hace un rato, Florencia me envio un mensaje. Quiere que nos encontremos en la esquina, dice que tiene un regalo para mi. Salgo de la casa sin hacer ruido. Es la primera vez en todo el dia. Hoy es sabado, y sin embargo la ciudad esta silenciosa, pausada. Es mi vecina de toda la vida. Vive a la vuelta de la casa. Nos encontramos siempre en la misma esquina, la mas disimulada de toda la manzana (casi nadie camina por ahi, a diferencia de las otras tres), y pocas veces nos vemos en privado, solo cuando mi abuelo sale de la casa por algun motivo. Pero la mayoria de las veces nos encontramos en esa esquina, y desde ahi caminamos en direccion al rio, alejandonos del centro, nos metemos en callecitas oscuras, cortadas, y nos damos besos en las estaciones Shell mal iluminadas mientras tomamos una Coca Cola. Florencia no es mi novia. Nunca hablamos de eso. Nunca hablamos del amor. En realidad, no hablamos de nada. Creo que por eso nos llevamos tan bien, nos vemos tan seguido. Ella aparece, tiene el pelo recogido en un rodete, con dos mechones que le caen hacia los costados. El pelo es, en su totalidad, morocho, pero los dos mechones son rubios. Eso es nuevo. Te queda lindo le digo. Ella me estampa un beso en el cachete, con los labios humedos. Siempre es asi. Me quedo mirandola. Esta vestida con un top, un jean y unas botas negras. En el cuello, el collar de perlas que le regalo su tia Maria Ines. A Florencia tambien se le fueron los padres. Si? Decis? Me quedaron un poco quemadas las puntas, creo. Me lo hice recien Hace un rato, en realidad Florencia es rara. Despues de hablar revolea los ojos, retuerce las manos y busca su celular, sin atender a mi halago. Siempre es asi. Pero no me importa, esta linda y tiene rico olor. Sabes que a mi igual me gusta mas cuando te pones la cadena gruesa, la que vos decis que es de plata. Si, porque es de plata me responde, mordiendose el labio. Si, es de plata Por eso me gusta tanto, porque lo miro y digo: que linda que es la plata la sigo. Pero ella frunce el ceno. Recien entonces me doy cuenta, cuando se vuelven mas patentes y se diferencian del flequillo abundante, que tiene las pestanas completamente embadurnadas de rimel. Parece enojada. Que te pasa? Por que estas enojada? le pregunto. El drogadicto de mi hermano se fue al campo con Maria Ines y tenia las llaves de la casa. Entonces yo me quede afuera dijo Florencia, y una lagrima asomo, atravesando el mar de rimel y bajando por la mejilla hasta el menton, formando un sinuoso sendero negro hasta su boca. Aproveche el momento de sensibilidad para darle un beso en la comisura de los labios. Y ahora? Y ahora nada, no se. Le escribi, lo llame, pero no le llegan los mensajes. A mi tia tampoco. Encima no se fueron al campo de aca nomas, se fueron al de Federacion, donde estan terminando de construir una casa para Ines detenidos en una cuadra poco luminosa, a una cuadra de un pool al que pensabamos entrar, Florencia dejo de hablar, saco un cigarrillo y lo prendio. En ese momento me parecio la mujer mas hermosa del mundo. No supe que decir. Me arrebate. Y si intentamos entrar? A mi casa? Como? Fuimos hasta la casa de mi abuelo. Adverti a Florencia sobre el sueno ligero de Otto, sobre lo peligroso que resultaria que se despertara y nos viera en esa situacion. La pieza de mi abuelo queda a la entrada, al lado del living. Al fondo estan la cocina, los banos y mi pieza. Fuimos hasta esa zona de la casa. La cocina tiene una puerta que da al patio de atras, hacia el pulmon de la manzana. La abri y le dije a Florencia que me espere afuera, que ya volvia. Saque de la heladera y de la alacena algunas cosas que habia comprado durante la tarde. Dos yogurts con cereales, un Ades de manzana, tres alfajores y unas Oreo. Fui hasta mi pieza, guarde todo en una mochila. Tambien agregue dos calzoncillos, dos pares de medias, una remera y una caja de forros. Sali al patio. Florencia fumaba un cigarrillo, pegada al muro que limita con el patio de su casa. Por que nunca me dijiste? ya estaba demasiado cerca de ella como para responderle. Nos dimos un beso caliente. Su perfume me lleno la cabeza de recuerdos recientes. La esquina, la oscuridad, la saliva. Vamos la aparte con suavidad. Busque la escalera, al lado de la parrilla. Te animas a saltar? Son menos de dos metros, no pasa nada Florencia revoleo los ojos y se mordio los labios. Empezo a subir la escalera y salto hacia el otro lado con facilidad. Hice lo mismo y, sentado al borde del muro, en la cima, tire hacia un costado la escalera, apoyandola hasta donde pude contra la enredadera y su respaldo de hojas, para que cayera suavemente, sin hacer ruido, para que no despierte a mi abuelo, para que no se asuste. Publicado en el semanario El Eslabon del 13/12/25

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