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  • La revelación de los psicólogos sobre las personas que no les gusta festejar Navidad

    » LM Neuquen

    Fecha: 24/12/2025 13:10

    Especialistas explicaron por qué motivo estas personas no pueden disfrutar de los festejos, que suele convocar a las familias. La Nochebuena y Navidad suelen presentarse como sinónimos de alegría, unión familiar y celebración compartida. Sin embargo, esa imagen idealizada no coincide con la experiencia de muchas personas, que transitan estas fechas con incomodidad, tristeza o rechazo. Profesionales de la salud mental advierten que el malestar navideño aparece con más frecuencia de la que se reconoce públicamente. El contraste entre lo que “debería sentirse” y lo que efectivamente se siente, puede transformarse en una fuente intensa de tensión interna. La presión social por mostrarse feliz, reunido y agradecido choca con historias personales atravesadas por pérdidas, conflictos familiares, duelos no resueltos o simplemente por un modo distinto de vivir los vínculos. Frente a este escenario, especialistas proponen revisar mandatos, habilitar otras formas de celebrar y priorizar el bienestar emocional por sobre las expectativas externas. La Nochebuena y el peso de la historia personal La psicóloga Soledad Dawson, especialista en Psicología Vincular de Familias con Niños y Adolescentes y directora de la Maestría en Vínculos y Familias de la Universidad Hospital Italiano, señala que no disfrutar la Nochebuena no implica un problema en sí mismo. Según explica, el rechazo puede vincularse con recuerdos familiares, tradiciones cargadas de tensión o experiencias pasadas que dejaron huellas emocionales. A diferencia del Año Nuevo, la Nochebuena suele asociarse de manera directa con la reunión familiar. Esa expectativa puede despertar emociones intensas y generar conductas reactivas, sobre todo en contextos donde existen vínculos frágiles, conflictos persistentes o ausencias difíciles de elaborar. Familias pequeñas, imposibilidad de reunirse, enfermedades o responsabilidades laborales en servicios de emergencia pueden convertir la celebración en un momento de aislamiento. Dawson advierte que ver alrededor escenas de festejo permanente puede profundizar sentimientos de desazón y angustia. Cuando la realidad no coincide con lo esperado, aparece la frustración y, con ella, el rechazo a la fecha. En muchos casos, ese rechazo se consolida con el paso del tiempo, al quedar asociado a recuerdos dolorosos que bloquean la posibilidad de construir nuevas experiencias. Síndromes emocionales asociados a las fiestas Desde la psicología se describen distintos cuadros que suelen intensificarse durante las fiestas. Uno de ellos es el llamado síndrome de Grinch, un término popular para referirse a estados emocionales negativos que incluyen ansiedad, tristeza, irritabilidad y nostalgia. Otro es el síndrome de la silla vacía, vinculado al dolor que genera la ausencia de un ser querido en una mesa que antes se compartía. También se menciona el síndrome del villancico, que aparece cuando la persona entra en conflicto consigo misma por no conectar con el clima festivo. Ese choque interno puede derivar en estrés, ansiedad y sensación de extrañeza respecto del entorno. La psiquiatra y psicoanalista Patricia O’Donnell, integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina y de la Asociación Psicoanalítica Internacional, señala que la Navidad puede reactivar carencias profundas: necesidad de amor, pertenencia, calidez y reconocimiento. En ese contexto, la imagen de felicidad ajena puede reforzar el aislamiento emocional y el malestar. O’Donnell destaca que tanto en relatos clásicos de la cultura como en la experiencia clínica aparece una idea central: nadie queda condenado de manera permanente a su dolor. La posibilidad de cambio existe cuando se habilitan la aceptación, el perdón y la construcción de vínculos más genuinos, más allá del formato tradicional de las fiestas. Estrategias para transitar diciembre de otro modo La licenciada Ana Hulka, coordinadora del equipo de Grupos, Familia y Pareja del Servicio de Psiquiatría del Hospital Italiano, subraya que diciembre también funciona como un mes de cierre simbólico. No solo se reactivan duelos por personas queridas, sino también nostalgias por tradiciones que ya no existen, cambios familiares o vínculos que se transformaron. Desde el Hospital Italiano recomiendan no forzar estados emocionales, reconocer lo que se siente sin minimizarlo y permitir la nostalgia sin culpa. Resulta clave identificar cuándo el estrés se vuelve excesivo, comunicar límites con claridad y evitar la exigencia de cumplir con todas las expectativas sociales. Adaptar las celebraciones a las posibilidades reales de cada familia, flexibilizar rituales y aceptar que los vínculos cambian forma parte de un enfoque más saludable. Para quienes disfrutan estas fechas, las especialistas proponen una actitud activa de inclusión y empatía hacia quienes atraviesan momentos difíciles. Dawson sugiere buscar alternativas válidas: organizar un viaje, compartir la fecha con amigos en situaciones similares, sumarse a acciones solidarias o incluso elegir planes individuales como ver series o películas. La clave reside en priorizar el bienestar propio y evitar exponerse a escenarios que generen estrés innecesario.

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