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Fecha: 24/12/2025 12:51
Salir de Córdoba con dos chicos pequeños, una Toyota RAV4 modelo 2009 y una casilla rodante de apenas dos metros por tres no fue una decisión improvisada. Fue el resultado de años de experiencia viajera, pruebas previas y una convicción clara: transformar el camino en su forma de vida. Clara Rimondino (38) y Matías Vivanco (42) nacieron en Córdoba capital y son padres de Silvestre (5) y Vera Azul (3), quienes hoy crecen viajando por Sudamérica. Actualmente se encuentran en Venezuela, luego de haber recorrido Uruguay, Brasil y atravesado el Amazonas, con más de 15.000 kilómetros acumulados desde que salieron de Argentina. Una vida marcada por la aventura Detrás de esta travesía hay una historia atravesada por la exploración mucho antes de que el viaje tuviera ruedas. Matías es profesor de Educación Física y guía de montaña, con dos ascensos al Aconcagua como parte de su recorrido personal. Clara es bióloga y vivió una experiencia poco común: pasó 46 días en la Antártida a bordo de un buque científico de la Armada Argentina. Viajar no llegó con la Boyita ni con la RAV4. Desde hace más de dos décadas, la exploración y la vida al aire libre forman parte de su cotidianeidad. Mochila al hombro recorrieron gran parte de Argentina, Chile, Perú, Uruguay, el sur de Brasil, la península de Yucatán en México y también extensas regiones de España e Italia.La travesía actual, entonces, no surge de un impulso aislado, sino de una forma de entender la vida. La elección del vehículo: confianza antes que modernidad La camioneta elegida para encarar el proyecto es una Toyota RAV4 2009, naftera 2.4, que al momento de salir desde Córdoba tenía 285.000 kilómetros. Lejos de buscar un vehículo nuevo o de alta gama, la decisión estuvo ligada a la confiabilidad mecánica, el uso previo en montaña y la posibilidad de adaptarla a una vida de viaje prolongado. Antes de iniciar la travesía, la RAV4 atravesó una de las pruebas más duras que puede enfrentar un vehículo usado: una falla grave en la caja automática que demandó una reparación importante. Superado ese obstáculo y con el aval de varios mecánicos, la camioneta se convirtió en la base sobre la cual construir el proyecto. Hoy, con más de 300.000 kilómetros, es parte central de la experiencia. Ficha técnica del viaje Vehículo - Toyota RAV4 2009 - Motor 2.4 naftero - Tracción 4x4 automática (sin reductora) - Kilometraje al salir: 285.000 km - Kilometraje actual: +300.000 km - Consumo aproximado: Sin remolque: 9/10 km por litro Con casilla: 7 km por litro Casilla rodante - Boyita 350 (fabricada en 1974) - Peso original: 350 kg - Peso estimado en viaje: 450/500 kg - Dimensiones: 2 x 3 metros habitables - Tanque de agua: 50 litros - Gas: garrafa de 3 kg - Energía: panel solar de 390 W + batería de 160 Ah La Boyita: una casa mínima con espíritu viajero El otro gran protagonista del viaje es la Boyita 350, una mini casilla rodante de la década del 70, completamente original. Liviana, austera y funcional, se convirtió en el hogar móvil de cuatro personas. Con recursos limitados —agua, gas y energía solar— la Boyita cumple el rol de refugio, dormitorio y espacio de descanso. La vida cotidiana, sin embargo, sucede mayormente afuera: playas, montañas, selvas y campamentos improvisados. Convivir en un espacio tan reducido fue uno de los grandes desafíos iniciales, especialmente durante los primeros meses, hasta que la dinámica familiar encontró su propio equilibrio. Rutas exigentes y kilómetros de aprendizaje El recorrido no estuvo exento de situaciones complejas. Desvíos forzados por puentes cortados en Brasil, largos tramos de ripio con tránsito pesado, caminos selváticos en la Transamazónica y jornadas extensas atravesando zonas remotas pusieron a prueba tanto la mecánica como la paciencia. La estrategia fue siempre la misma: ir despacio, cuidar la casilla y priorizar la seguridad. La RAV4 respondió en montaña, ripio, selva y ruta, incluso remolcando la Boyita, con un comportamiento sólido y confiable, algo que también destacaron mecánicos de distintos países que fueron revisando el vehículo en el camino. Los lugares que más los marcaron en el camino Top 8 de destinos imperdibles según la familia viajera - Lençóis Maranhenses (Brasil) - Ilha Grande, Río de Janeiro (Brasil) - Chapada Diamantina (Brasil) - Amazonas: río, Manaos y Alter do Chão (Brasil) - La Gran Sabana (Venezuela) - Salto Ángel (Venezuela) - Caribe venezolano: islas, cayos y corales - Nordeste brasileño Viajar con chicos: rutinas, decisiones y escuela en la ruta Silvestre y Vera crecen en la ruta. La seguridad vial es un punto innegociable: siempre viajan en el vehículo, con sillitas y cinturones, nunca de noche y respetando horarios básicos de descanso. Aunque sostener una rutina estricta es difícil, existe una estructura mínima que les permite mantener el equilibrio en medio del movimiento constante. Uno de los temas que más preguntas genera entre quienes siguen la travesía es cómo resuelven la educación de sus hijos. En el caso de Vera Azul, que cumplió tres años en noviembre, no está escolarizada formalmente por su edad y acompaña el aprendizaje a través del juego, la exploración y la convivencia diaria. Con Silvestre, en cambio, la organización fue más específica. Durante el ciclo lectivo 2025 cursó salita de cinco bajo la modalidad de homeschooling, una alternativa prevista para familias que se encuentran fuera del país. Clara y Matías trabajaron con la currícula correspondiente a la provincia de Córdoba, asesorados por docentes y por otras familias viajeras, y fueron registrando las actividades en un portafolio que permitió dar seguimiento a los aprendizajes. De cara al próximo año, cuando inicie la escuela primaria, la familia decidió dar un paso más: Silvestre ya fue inscripto en una escuela “sombrilla”, una institución que brinda acompañamiento pedagógico, materiales y certificación oficial como alumno regular, incluso en modalidad virtual, permitiendo sostener la escolaridad sin interrumpir el viaje. Cómo se sostiene el viaje Al poco tiempo de salir, los trabajos remotos iniciales se cayeron y llegó el momento de reinventarse. Artesanías vendidas en playas y ferias, productos digitales pensados para familias viajeras y el crecimiento de la comunidad en redes sociales fueron marcando el rumbo. Uno de los gestos más simbólicos del proyecto es el mapa de Sudamérica pegado en la Boyita, donde quienes deseen colaborar pueden sumar su nombre y acompañar el viaje. También desarrollaron e-books, guías y espacios para marcas que se identifican con el espíritu de la travesía. Lejos de idealizar la experiencia, repiten una idea que atraviesa toda la entrevista: viajar así no es vacaciones ni turismo tradicional. Es una elección consciente que exige trabajo, adaptación constante y la capacidad de asumir riesgos. “El que no arriesga no gana”, resumen, casi como un lema. Lo que dejó —y deja— el camino Después de miles de kilómetros, el viaje confirmó algo que ya intuían antes de salir: la aventura no está solo en los paisajes, sino en animarse a vivir de otra manera. La camioneta, la Boyita y la convivencia demostraron ser mucho más resistentes de lo imaginado. El regreso no tiene fecha definida. El plan es continuar por Colombia y Ecuador, y luego iniciar el descenso hacia el sur. El resto, como todo en este proyecto, se decidirá sobre la marcha. Cómo viajar con ellos (y acompañar la travesía desde casa) A través de Dejate Llevar, la familia comparte el día a día del viaje, los destinos recorridos y los desafíos de vivir sobre ruedas en Sudamérica. Quienes quieran seguir la travesía en tiempo real, viajar de manera virtual o colaborar para que el camino continúe, pueden encontrarlos en: - Instagram: @dejatellevar.ok - Linktree: https://linktr.ee/dejatellevarok Desde libros digitales y artesanías hasta acciones colaborativas que ayudan a sumar kilómetros, cada aporte es una forma de subirse simbólicamente a la Boyita y seguir viajando con ellos.
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