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» El Zonda
Fecha: 24/12/2025 09:05
Diciembre suele asociarse a reuniones familiares y celebraciones, pero para muchos implica incomodidad, irritación o rechazo. Este conjunto de sensaciones se llama popularmente "Síndrome del Grinch", inspirado en el personaje que detesta la Navidad. Aunque no es un diagnóstico clínico, refleja un malestar real que aumenta en las semanas previas a las fiestas. Las causas son diversas e incluyen factores sociales, económicos, culturales y emocionales. En el Cono Sur, diciembre significa el cierre del año escolar y laboral, evaluaciones, balances personales y una agenda social más cargada. A esto se suman las demandas económicas por regalos y eventos y la presión cultural de mostrarse feliz. Este escenario agobia especialmente a quienes enfrentan dificultades personales, pérdidas recientes o sienten poco entusiasmo por las fechas. La idealización de una "Navidad perfecta" suele generar expectativas difíciles y profundo malestar cuando la realidad no se ajusta a ese modelo. El rechazo a diciembre puede aparecer tanto en niños como en adultos, relacionándose en estos últimos con responsabilidades acumuladas, falta de tiempo y agotamiento emocional. Para quienes reprimen emociones como tristeza o vulnerabilidad, las fiestas actúan como desencadenantes. Las relaciones familiares tienen un rol central: la ausencia de vínculos cercanos o conflictos pueden evidenciar tensiones no resueltas o recuerdos dolorosos, aumentando el malestar, sobre todo sin redes de apoyo. Desde la psicología contemporánea, se propone resignificar estas fechas recuperando lo genuino: encuentros simples, espacios de calma, gestos afectivos y rituales propios, sin presiones externas. Por ejemplo, una cena sin formalidades o un regalo simbólico pueden aliviar la carga emocional. Es importante prestar atención a quienes se sienten solos o vulnerables, como personas mayores, quienes afrontan duelos o carecen de redes afectivas sólidas. Un llamado o un gesto de compañía puede hacer una gran diferencia. Diciembre también puede traer rupturas laborales o noticias difíciles. Reconocer estas fragilidades, en lugar de ocultarlas con optimismo forzado, ayuda a acompañar mejor a quienes viven el mes con incomodidad. El mensaje final es moderar expectativas, aceptar emociones negativas y los propios límites. El Síndrome del Grinch legitima sentimientos que forman parte de la experiencia humana, recordándonos que la autenticidad puede ser más reparadora que cualquier celebración idealizada.
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