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  • El caso irrepetible del jugador que representó a tres países en Copas del Mundo

    Parana » Uno

    Fecha: 23/12/2025 18:19

    En un rincón poco explorado de la historia del fútbol, donde las estadísticas se transforman en relatos y los récords encuentran algo más detrás del número, aparece la figura de Dejan Stankovic. No es campeón del mundo, no fue el mejor jugador de su generación ni encabezó tapas de medios como otros deportistas de su época. Sin embargo, guarda un hito irrepetible: es el único futbolista que disputó tres Mundiales representando a tres países distintos. Un privilegio que nació de la turbulencia política de una región que se reconfiguró frente a sus propios ojos, mientras él seguía corriendo detrás de la misma pelota. El caso irrepetible del jugador que representó a tres países en Copas del Mundo La división de un país y el nacimiento de nuevos Estados redefinieron su carrera internacional, sin que él cambiara jamás su identidad futbolística. Stankovic debutó en la élite mundialista con apenas 20 años, en Francia 1998, bajo la bandera de la antigua Yugoslavia. Era un mediocampista técnico, elegante, de esos que parecían llevar un metrónomo interno. En esa Copa del Mundo marcó un gol decisivo ante Alemania, en la igualdad 2-2 por la segunda jornada del Grupo F - Yugoslavia clasificó a octavos -. Lo que nadie imaginaba entonces es que ese joven que irrumpía en la escena internacional quedaría unido para siempre a un récord que ni siquiera existía como posibilidad. Representó a tres países en Copas del Mundo La primera transformación llegó con la disolución definitiva del país que lo vio nacer. Cuando Yugoslavia dejó de ser un Estado unificado, las nuevas selecciones empezaron a organizarse en torno a las fronteras recién trazadas. En ese nuevo mapa surgió Serbia y Montenegro, el equipo que lo llevó al Mundial de Alemania 2006. Ya consolidado como figura del fútbol europeo, Stankovic volvió a aparecer en la Copa del Mundo, esta vez con otra camiseta, otro escudo, otra canción de entrada. Mismo jugador, distintas fronteras. Ese segundo capítulo, que en cualquier otra carrera hubiera sido simplemente una continuidad, se convirtió sin querer en una pieza clave de lo que estaba por venir. En 2006 el seleccionado de Serbia y Montenegro perdió los tres partidos de fase de grupos y Stankovic fue uno de los protagonistas de un suceso que marcaría la historia del fútbol mundial: en la goleada de Argentina por 6-0, en el segundo encuentro, debutó Lionel Messi en un Copa del Mundo y marcó el quinto para la Albiceleste, el primero en su cuenta mundialista. En 2006 enfrentó a Argentina con Serbia y Montenegro Apenas cuatro años después, la historia volvió a mutar. Montenegro declaró su independencia y la federación quedó oficialmente separada. Así nació la selección de Serbia, el tercer país que representó el mediocampista. Sudáfrica 2010 lo encontró nuevamente en la lista mundialista, y con su presencia en la fase de grupos selló una marca que Guinness terminaría registrando de manera formal: ningún otro futbolista jugó tres Mundiales en tres selecciones diferentes. Un récord que no se explica en términos clásicos del deporte, sino en la intersección entre talento y geopolítica. El caso de Stankovic es extraordinario porque no implica cambios de nacionalidad por conveniencia, procesos de naturalización express ni maniobras administrativas, sino una continuidad absoluta. Él nunca cambió, cambió el país. Mientras disputaba finales con el Inter de Milán y levantaba títulos en Italia, sus documentos, sus fronteras y sus símbolos patrios eran reconfigurados al ritmo de la historia yugoslava. Él simplemente siguió representando a la selección que correspondía en cada nueva etapa, como si su carrera fuese un hilo conductor entre las viejas y nuevas identidades de la región. Stankovic representó a tres países en Copas del Mundo Lo que su historia deja al fútbol es una paradoja fascinante: un jugador que sin proponérselo terminó simbolizando la transición política más profunda de Europa del Este en la posguerra. Su récord es deportivo, pero también es histórico. Es único no por improbable, sino porque difícilmente vuelva a repetirse. El fútbol moderno, con regulaciones claras y países más estables, hace casi imposible que un jugador represente a tres selecciones reconocidas por FIFA en tres Mundiales. Stankovi, ya retirado, lleva ese hito con la discreción que lo caracterizó siempre. No lo exhibe como un trofeo, quizá porque entiende que su historia no nació de una búsqueda personal, sino de un contexto que lo atravesó. Sin embargo, su nombre quedó fijado para siempre en los libros: el viajero involuntario de las Copas del Mundo, el futbolista que cambió de bandera sin cambiar de país, el testimonio viviente de cómo la pelota también puede narrar transformaciones que exceden cualquier cancha.

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