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» Diario Epoca
Fecha: 22/12/2025 11:58
El Teatro Vera volvió a transformarse en un portal hacia la fantasía con una versión imponente de "El cascanueces", que reunió a la Orquesta Sinfónica de la Provincia y al Révérence Ballet Studio en una función a sala llena. La noche del jueves 18 dejó en claro que, cuando la excelencia musical se encuentra con el talento de la danza local, los clásicos pueden renacer con fuerza propia en el corazón de Corrientes. Desde los primeros compases de la Obertura de Tchaikovsky, bajo la batuta de la maestra Andrea Fusco, el aire del Vera pareció enfriarse para recibir al público en el reino de los dulces, con una sonoridad cristalina que reforzó el carácter narrativo de la partitura y la figura entrañable de Clara. La acústica del coliseo ofició de marco ideal para recordar porqué este ballet continúa siendo un ritual de cada fin de año, en el que la música deja de ser mero acompañamiento para convertirse en hilo conductor de la emoción. Navidad en el Vera Cuando se elevó el telón, la escenografía trasladó a los espectadores a una víspera de Navidad clásica y luminosa, donde el cuerpo de baile de Révérence Ballet Studio impuso desde el inicio una combinación de disciplina técnica y expresividad escénica. Los niños en escena aportaron la frescura indispensable de la historia, mientras que los bailarines principales sostuvieron con madurez el peso dramático, dibujando con cada paso el viaje de Clara entre juguetes, sueños y descubrimientos. El cierre del primer acto tuvo uno de los momentos más bellos de la velada con el Vals de los Copos de Nieve, en el que la sincronía entre las bailarinas, el coro y la orquesta alcanzó un nivel de precisión que se tradujo en respiración contenida en la sala. El escenario se convirtió en un bosque invernal y consiguió, por unos minutos, que el público olvidara el calor de diciembre y se dejara envolver por una fantasía nórdica hecha de telas ligeras, luces frías y frases musicales delicadísimas. Danzas del mundo Tras el intervalo, el segundo acto desplegó una galería de danzas características (la española, la árabe, la china y la rusa) que permitieron a los solistas lucirse con saltos, giros y variaciones que arrancaron aplausos espontáneos. Los más pequeños volvieron a ganar protagonismo con su inocente presencia, realzada por una luminotecnia precisa que acompañó cada cuadro ante una sala colmada y atenta a los matices de color, ritmo y atmósfera que propone la obra. El punto culminante llegó con el Grand Pas de Deux, donde el Hada de Azúcar y su Caballero llenaron el escenario de elegancia, líneas limpias y una técnica que se sostuvo sin fisuras hasta la última nota. La Orquesta Sinfónica acompañó con una delicadeza que erizó la piel y preparó el terreno para un saludo final multitudinario, coronado por una ovación de pie que se extendió durante varios minutos, como reconocimiento compartido a músicos, bailarines, maestros y equipo técnico. Más allá de la perfección de la función, la noche se leyó también como una declaración de la potencia cultural, capaz de sostener producciones integrales de gran formato en su teatro oficial. La alianza entre la Orquesta Sinfónica de la Provincia y el Révérence Ballet Studio mostró que, con pasión y dedicación, los clásicos no solo se reponen: vuelven a nacer, apropiados por nuevas generaciones de artistas locales y por un público que los abraza como parte de su calendario afectivo. Fue un espectáculo imponente de esas obras que pocas veces se pueden apreciar en la región y que sobresalen en un escenario de privilegio como lo es el Teatro Vera.
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