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Gualeguaychu » Reporte2820
Fecha: 22/12/2025 11:18
El drama de la droga: "En los barrios se vende la resaca que se consume en el centro" Mediante esta carta abierta las Madres Cuidadoras de Gualeguaychú expresaron su profunda alarma por el avance del narcotráfico y el consumo de drogas en el barrio Eva Perón y el resto de la ciudad, donde llevan trabajando desde 1998. Denuncian que la situación alcanzó niveles sin precedentes: cada vez más jóvenes consumen y venden drogas a edades más tempranas, y las mismas infancias que ellas ayudaron a criar ahora están atrapadas en estos círculos. Enfatizan que este no es un problema exclusivo de barrios periféricos, sino de toda la ciudad, ya que los barrios marginales funcionan como la cara visible de una estructura de narcomenudeo que alimenta el consumo de todos los sectores sociales. La preocupación central es el abandono y vaciamiento estatal que actúa como cómplice directo del crecimiento de la droga. Las madres advierten que Gualeguaychú está transitando el mismo proceso que convirtió a Rosario en un Estado narco, y que la falta de oportunidades, salud, educación y trabajo digno es directamente proporcional al avance del narcotráfico. Sienten impotencia al no tener recursos para intervenir efectivamente y hacen un llamado urgente a la comunidad para que asuma colectivamente este problema antes de que sea demasiado tarde, cuestionando hasta cuándo seguirán mirando para otro lado mientras criminalizan la pobreza y las consecuencias recaen desproporcionadamente sobre los sectores más vulnerables. El texto completo de carta abierta La realidad se recrudece día a día, las ausencias son cada vez más notorias, las posibilidades menos y la probabilidad de que todo esto explote es cada vez más grande. El narcotráfico y el consumo nos están llevando puestas. Lo que sigue es un llamado de atención, un pedido de ayuda, una reflexión y una enunciación de lo que nos está pasando como comunidad. Desde 1998 trabajamos en el barrio Eva Perón (348 viviendas) para generar espacios seguros para las infancias. Pasamos crisis, crecimos, peleamos y construimos. Hoy la realidad nos pasa por encima. Nunca vivimos una situación como la que ahora nos toca enfrentar, nunca. El consumo de drogas, su venta y todo lo que hace a ese sistema perverso de acumulación de dinero en base al sufrimiento de familias enteras, ha sobrepasado todos los límites. Es día a día, minuto a minuto, el avance de la problemática. Cada vez hay más gente “entrando y saliendo” del barrio, cada vez es menor la edad en la que se accede al consumo, cada día que pasa las infancias y todo el barrio se ven vulnerados por esta dinámica de la crueldad, el desamparo y el abandono. Esta realidad se recrudece en las condiciones particulares del barrio, pero tenemos que decir que lejos está de ser un problema solo de los barrios periféricos. Este es un problema cuyas fuentes (de dinero, de personas y de deseos) vienen de toda la población, de toda la ciudad de Gualeguaychú: En los barrios se ve a la luz del día la cocina que en el resto de la ciudad no quiere ver. En los barrios se alza parte de la estructura de narcomenudeo que alimenta el consumo de toda una ciudad, sin distinción de clases. En los barrios se vende la resaca de la droga que se consume en el centro. Por estas razones, poner el foco sólo en los barrios para abordar el consumo problemático y el narcotráfico es insuficiente, precario y parcial. De igual manera, es deficiente llenar las cárceles de chicos y chicas “quemados” por las drogas. Los barrios y sus poblaciones marginadas han sido y son el chivo expiatorio de una sociedad que no quiere ver y que no puede hacerse cargo de un problema estructural. Lo decimos bien claro: el vaciamiento y la ausencia estatal es cómplice directo del crecimiento de la droga en los barrios y en toda la ciudad. El consumo, la distribución y la venta entre la gurisada es inversamente proporcional a la falta de oportunidades concretas, de acceso a la salud, a la educación, a la vivienda y a un trabajo digno. Esto se recrudece con la realidad de precarización laboral, el encarecimiento de la alimentación y otras dinámicas de marginación, exclusión, discriminación y privatización de lo esencial en Gualeguaychú. “Una foto que se repite en todos los barrios”, nos dijeron desde el Municipio de Gualeguaychú cuando realizamos la transferencia del Censo Comunitario que realizamos en el barrio con otras organizaciones, alertando sobre el crecimiento del consumo y de los circuitos de compra/venta de droga. De la maquinaria del narcotráfico regional y local, las poblaciones marginadas, los barrios, no llegan a ser ni siquiera la punta del iceberg y aun así son quienes fundamentalmente pagan las consecuencias. No es nuestra intención plantear el tema en términos de víctimas y victimarios, pero como Madres Cuidadoras que hace tres décadas acompañamos infancias en contextos vulnerables tenemos que decir: es momento de encontrar algún límite. No puede ser que las mismas infancias que nosotras ayudamos a criar, a crecer y a alimentar, hoy estén vendiendo o consumiendo droga en la adolescencia. En estos casi 30 años hemos visto como algunos de los gurises que miraban asombrados los juguetes y abrían los brazos para un abrazo, se fueron metiendo en esos círculos de plata fácil, droga y peligro. Cada vez son más y nosotras nos sentimos cómplices porque no tenemos recursos ni herramientas para intervenir con proyectos amplios de gestión social y seguridad sociocomunitaria. ¿Cómo creemos que se han constituido los famosos estados narcos? ¿Cómo pensamos que Rosario se convirtió en lo que hoy es con respecto al narcotráfico? El empoderamiento del narcotráfico a través de los órganos del poder, son distintos en cada lugar: pero lo que es seguro, es que en todos los casos fueron procesos con sus distintas escalas. Nada de lo que hoy pasa sucedió de un día para el otro, ni acá ni allá. Se fueron construyendo las condiciones necesarias en el tiempo y esto es lo que vemos en nuestra ciudad. El crecimiento del narcomenudeo, de las violencias a los cuerpos y de la complicidad (pasiva y/o activa) de los gobiernos. La crisis que hoy transitamos pretende ser tapada con las redes sociales, pretenden confundir e improvisan un “acá no pasa nada” que cada vez es más difícil de sostener. Es igual a lo que hacemos cuando viene la policía a allanar una casa en el barrio: meter a las infancias a las aulas. Pero el cruce entre personas que se entregan una bolsita, pibes tirados por la madrugada por la “cascarilla” y ocultos prendiendo un encendedor, son imágenes tan cotidianas que corremos el peligro de naturalizarlas. Mientras algunos se debaten entre si hay inflación o no, o cuál es su número, si la pobreza bajó o subió, en los barrios la realidad es día a día más cruda, más cruel. Los gobiernos se pusieron en retirada. Su vaciamiento impactó directa e indirectamente en las posibilidades del accionar territorial de quienes venimos acompañando y conteniendo en los barrios. Los espacios vacantes (físicos y sociales) empezaron a ser ocupados por el crecimiento de las dinámicas de la droga y la violencia. Nos preguntamos y creemos que debemos preguntarnos como comunidad: ¿Cuál es el límite? ¿Hasta dónde se tiene que llegar para que se tomen medidas reales y significativas para regenerar esta situación? ¿Vamos a esperar a lamentarnos por lo que le ha pasado a nuestra querida Gualeguaychú o nos vamos a poner a la tarea colectiva de empezar a desandar esta situación? ¿Vamos a seguir buscando responsables, perdiendo tiempo y oportunidades? Son muchas las preguntas y las pocas respuestas que tenemos desde Madres Cuidadoras las damos a diario, con hechos, con las infancias, con la comunidad del barrio que cree en un futuro mejor, con un sin número de personas que nos ponen el hombro cuando ya no nos da más el cuerpo de tanto sostener. Aun entre la desesperación de familias enteras y de juventudes sin perspectiva, las infancias entre todo ese caos siguen tratando de jugar y siguen enseñándonos desde la esperanza de lo posible. Entre todo esto de algo estamos seguras, mirando para otro lado, criminalizando la pobreza, reduciendo posibilidades y deshabitando los territorios, la situación sólo puede empeorar. Ojalá Gualeguaychú, vos, nosotras y toda la comunidad se pueda hacer cargo de un problema que genera colectivamente, pero que no recibe de igual manera sus consecuencias. Mientras tanto, nosotras seguimos a diario conteniendo, acompañando y de alguna manera, sobreviviendo a un abandono total del que no queremos ser cómplices. ¿Y vos?
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