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  • Entre Ríos, Argentina

  • La anarquía de la educación

    » El Zonda

    Fecha: 22/12/2025 05:36

    Extraña paradoja o… coincidencia, el anarquismo de izquierda de ayer, que propugnaba la eliminación del Estado, ha devenido en el anarcocapitalismo de hoy con el mismo fin estructural: la destrucción del Estado, y con ello, todo lo que ese Estado construyó en la Argentina durante los últimos doscientos años. El tema no es nuevo, pero esta vez el intento, aunque pretende ostentar una denominación de origen que no tiene, es totalmente ajeno a la tradición educativa nacional común, pública y gratuita, con más de 140 años de existencia. No hay duda de que esa incomprensión sobre la importancia y sentido que tiene la educación para un país en desarrollo o a medio camino de su realización, procede del desconocimiento del país y de la falta elemental de patriotismo, generado por el desconocimiento y desprecio profundo de nuestra historia, tradiciones y cultura, cuyo correlato, a través de diversos medios, es la desnacionalización de la conciencia colectiva. En ese punto estamos. A propósito, dice el Dr. José María Rosa en "Rivadavia y el imperialismo financiero": el coloniaje "no es tanto una imposición desde afuera; es sobre todo una aceptación desde adentro". En "La Restauración Nacionalista" (1910), cuando el país criollo se extinguía al mismo tiempo que la generación nacional del ‘80, el santiagueño Ricardo Rojas proponía la restauración del espíritu nacional (que al parecer no estaba muy de moda durante el Centenario), para lo que era necesario entender que solo "la cohesión de la conciencia nacional" podía contrarrestar la "anarquía espiritual de una sociedad" e impedir "el empobrecimiento de sus fuerzas históricas", y eso solo era posible superando "el cosmopolitismo" (despersonalizante y enajenante) "por un ideal nacional". Nada de ese ideal nacional conforma el sistema educacional que se quiere implementar ahora, y que desafortunadamente no ha sido tampoco contundente para transmitir ese ideal nacional a los argentinos en el pasado mediato ni inmediato, si tenemos en cuenta además que "para la pedagogía lo esencial es la consideración de contenidos", que deben surgir de la propia historia, tradición y cultura nacional y comunitaria, como sostenía Saúl Taborda. Por eso, el gran pedagogo nacional e ideólogo de la Reforma Universitaria de 1918, se preguntaba en sus "Investigaciones Pedagógicas": "¿Cómo hacer argentinos con instituciones calculadas para desargentinizarnos a nosotros mismos?… Así se reproduce por acción u omisión educativa, esa contradicción flagrante que caracteriza los ciclos y contra ciclos de la realidad y la historia argentina. Y si como aseguraba el imperialista francés Fernand Brunetiere en "Historie et Literature (1884), las palabras y la enseñanza son "legítimos instrumentos de dominación de las inteligencias y de las almas" ("a confesión de parte, relevo de pruebas")", por esa misma razón, la palabra y la enseñanza son y/o deberían ser legítimos instrumentos de formación de las inteligencias y de las almas del pueblo y de los jóvenes para liberarse de dicha dominación. Aunque ello exige una educación patriótica sistemática y no individualismo, extranjerismo ni anarquía educativa. Después de todo, "plantear el problema es haberlo resuelto", reconocía el propio Fernand Brunetiere. El planteo nacional Pues bien, aunque uno de los grandes problemas de la educación argentina ha sido desde un principio la falta de una "rigurosa sujeción al principio de la unidad sistemática de la formación" (unidad espiritual de enseñanza primaria, secundaria y superior), como lo planteaba Saúl Taborda en sus Investigaciones, fue Jorge Abelardo Ramos quien, al comenzar la segunda mitad del siglo XX, planteaba el problema en sus "precisos términos", según lo reconocía explícitamente Arturo Jauretche en "Los Profetas del Odio y la Yapa. La Colonización Pedagógica" (1957). En efecto, en "Crisis y Resurrección de la Literatura Argentina" (1954), Ramos planteaba el problema en estos términos: "En las naciones coloniales, despojadas de poder político directo y sometidas a la jurisdicción de las fuerzas de ocupación extranjeras (como había sido el caso de la India hasta su Independencia del Imperio Británico en 1947), los problemas de "dominación de las inteligencias y de las almas" "pueden revestir menor importancia para el imperialismo, puesto que sus privilegios económicos están asegurados por la persuasión de su artillería". En ese caso, "la formación de una conciencia nacional en este tipo de países no encuentra obstáculos, sino que, por el contrario, es estimulada por la simple presencia de la potencia extranjera en el suelo natal". En esos países, "en la medida que la "colonización pedagógica" no se ha realizado, solo predomina en la colonia el interés económico fundado en la garantía de las armas". El desarrollo en la actualidad de la India independiente después de sacarse de encima el yugo inglés, no hace más que confirmar esa gran verdad. Ahora la India soberana integra los BRICS, que auguran un nuevo mundo multilateral sin la necesidad de dominio de unos sobre otros. En cambio -sostiene el mismo pensador-, "en las semicolonias, que gozan de un "status" político independiente decorado por la ficción jurídica", como es nuestro caso y el de toda América Latina, la dominación cultural, espiritual o intelectual, se ha revelado esencial, pues la potencia hegemónica "no dispone de otra fuerza para asegurar la perpetuación del dominio imperialista… (al menos hasta ahora). De este hecho nace la tremenda importancia de un estudio circunstanciado del conjunto de la cultura argentina o seudo argentina (y latinoamericana), forjada por un siglo de dictadura espiritual oligárquica". Si es verdad que todo educa -el hogar, la escuela, el libro o Internet, el barrio, el lugar de trabajo (o el vacío que deja la falta de él), la calle, la plaza pública, el templo, la universidad y los medios de comunicación, por cierto-, en tanto el "problema más grande y difícil que pueda ser propuesto al hombre" (Kant) es la educación, "la cuestión está planteada en los hechos mismos": en la extranjerización, internacionalizacion y/o globalización y "alienación escandalosa de nuestra cultura", que trasciende todos los dominios del pensamiento, "y su expansión es tan general que rechaza la idea de una tendencia efímera". Por el contrario, el fenómeno de la colonización pedagógica y cultural trasciende el tiempo, incluso después de los últimos cuarenta años de democracia, hasta llegar en la actualidad a querer naturalizar e institucionalizar su existencia. "Es fácil comprender –argumenta Ramos– que la ideología implícita de la "intelligentsia" formada en la sociedad semicolonial ha sido siempre la expresión del conformismo espiritual y de sus valores establecidos. Los rebeldes han sido excluidos de ella…", mientras una gran mayoría de "la intelligentsia" "ha podido sobrevivir en los cargos públicos, la enseñanza, el desierto sepia de los suplementos dominicales en los grandes diarios, y, los más privilegiados, hasta en los escalones inferiores de la diplomacia". Dicha verdad queda descubierta al desnudarse el cuerpo de nuestras realidades nacionales en circunstancias adversas como las que vivimos. Los valores de una cultura importada ¿Y cuáles han sido históricamente los valores en los que se ha formado esa sociedad según el pensador nacional? "Una desproporcionada devoción por la cultura europea (o extranjera en general); propensión al culto de la forma y al bizantinismo literario; exagerada y a veces aberrante obsesión por el lenguaje y sus mecanismos y un no disimulado desprecio por cuanto el lenguaje debe expresar; defensa del intelectual como casta sacerdotal intangible; una oculta pero férrea adhesión al democratismo formal de los partidos y partidarios del "status quo"… "Y más allá, en el fondo, bien en el fondo, una cobardía extrema hacia la sociedad que los obliga a ser así". "Cuanto digo –sintetiza Abelardo Ramos- rige genéricamente para la "intelligentsia" de izquierda o de derecha. Hay excepciones en ambos casos…". Y cuando el intelectual latinoamericano ya ha sufrido todas las influencias posibles, "ahora le corresponde dejarse influir por América latina, que tiene mucho que enseñar a todo aquel que quiera oír". Nosotros podríamos concluir, volviendo a Brunetiere, que nuestra Inteligencia y nuestras almas han sido dominadas al máximo nivel de la palabra y la enseñanza por el espejismo del "apoliticismo" (indiferentes al interés nacional), de la "globalización", y ahora además por el individualismo, el neoliberalismo y el anarco capitalismo de moda, a contramano del espíritu nacional y latinoamericano de una Reforma Educativa que quedó inconclusa y que sigue pendiente de realización. Debemos entender, más allá de nuestras afinidades partidistas, que hay una verdad incontestable: "ningún individuo puede realizarse plenamente en un país que no se realice y ningún país de América Latina podrá realizarse en un continente que no se haya realizado". Esa conciencia integral sólo la puede aportar una educación con un "ideal nacional" cabalmente instituido a través de sus diversos ciclos. De no ser así, seguramente no tendremos futuro como individuos, como sociedad ni como Nación.

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