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La Paz » Politica con vos
Fecha: 21/12/2025 01:39
El Pincha perdía en San Nicolás, pero apareció el Pipa con dos cabezazos para conseguir la segunda vuelta olímpica en una semana. Estudiantes completó otra misión, otro capítulo, de su larga lista de hazañas que cruza su historia. Otra batalla cultural, en definitiva. Lo que en otra época fue luchar contra los motes del antifútbol, después mutó en la pelea entre menottistas y bilardistas allá por los 80, hoy fue el enfrentamiento con la conducción de la AFA, nada menos que una AFA campeona del mundo, y desde esa lucha solitaria un equipo que parecía sin rumbo encontró su norte, que este sábado coronó en buena ley en San Nicolás. Este campeonato no será recordado por la brillantez futbolística que tuvieron otros equipos, pero sí por la fortaleza mental, por todo ese ADN ganador que sacó el equipo de Domínguez para ir imponiéndose primero en Rosario contra uno de los caballos del comisario, después en el clásico en la tierra hostil del Bosque, después ante el candidato Racing para ganar el Clausura y obtener el derecho del Torneo de Campeones ante Platense. San Nicolás cerró el 2025 del fútbol argentino. La gente de Platense, el campeón del Apertura, y Estudiantes, su homólogo del Clausura, se veían las caras en la ciudad que vio unificar a las provincias argentinas casi dos siglos atrás. Más allá de las complicaciones climáticas (diluvió toda la mañana en Buenos Aires), las calles del pueblo veían casacas marrones y albirrojas en cada esquina. Claro, los del Pincha algo más fervientes que los del Calamar porque la épica gesta del Clausura aún está muy fresca, mientras que el Marrón, el mejor del primer semestre, venía algo golpeado luego de no lograr meterse entre los ocho mejores. Además, se quedó sin la dupla Orsi-Gómez, que fueron reemplazados por el Kily González, quien no duro demasiado y fue sucedido por Walter Zunino, ex ayudante de campo de la dupla que debutaba en una final. En el triunfo de este sábado, Estudiantes sacó el manual de cómo ganar finales. En un partido cerrado, hosco, supo ir encontrando los caminos para doblegar a un durísimo Platense, que pareció recuperar las buenas formas de la Dupla con la que se consagró en el Apertura, y le hizo un partido difícil, cuesta arriba. Un partido de jugadas, en definitiva, que primero aprovechó Franco Zapiola, para colmo un ex Pincha, después de aprovechar un despeje defectuoso de Piovi para poner un sorpresivo 1-0 a favor del Calamar en el inicio del segundo tiempo. Y ahí tuvo Platense el partido en su puño, cuando tuvo al Pincha groggy por el mazazo del gol, pero que en definitiva no supo aprovechar. Lo tuvo Mainero, en una entrada franca ante Muslera, pero no le pudo dar dirección con la parte exterior del botín y la pelota se fue besando el palo. A partir de ahí, el Calamar se aferró a la ventaja, que la fue sosteniendo cada vez más cediendo terreno y pelota. Y ahí, en los bordes, cuando la cornisa parece demasiado cerca, es cuando Estudiantes se siente a gusto, porque nunca pierde el orden, ni la cabeza, ni la paciencia. Y desde el manual puro de la escuela pincha apareció la solución. Primero con un centro pasado de Cetré, la aparición fantasmal por el segundo palo de Fabricio Pérez para meter el primer anticipo de cabeza, y para que Alario, en su salsa, metiera el otro frentazo, el que decretó el empate. Y a partir de ahí sí, quedó claro que a Platense se le estaban yendo las fuerzas, porque ya no tenía energía para presionar y tapar huecos. Y en el descuento llegó el segundo, otra vez con el héroe inesperado de Alario, un jugador que estuvo más lesionado que activo, para aprovechar el centro de Cetré y meter el botín que se clavó arriba del arco del Calamar. Más allá del desarrollo en sí, lo claro es que Estudiantes sacó adelante un año bravo. No sólo en el sentido deportivo, en el que nunca encontró su mejor juego hasta el sprint final de los playoffs, a los cuales se metió por la hendija de una ventana muy pequeña, sin también en lo extra futbolístico. El año comenzó allá por enero con la polémica incursión de Foster Gillet. Hoy, un extraño y sombrío recuerdo del pasado. Luego llegó la Barbie brasileña, otra sombra que quedó en la nada. Después llegaron los cruces de Verón con Domínguez. Facturas para un lado y para el otro sobre el mercado de pases, la realidad deportiva y la continuidad de un DT que estaba con un pie y más de medio afuera hasta hace un mes. Así y como lo ha demostrado a lo largo de su historia, Estudiantes se alimentó de los ataques externos. El título otorgado a Central, las amenazas de Toviggino a Verón fueron nafta súper para un plantel que deambulaba después de haberse quedado afuera de la Copa Libertadores contra Flamengo en cuartos. El Pincha cerró otro año con doblete de títulos. Al igual que el 2024, diciembre fue bonito para Eduardo Domínguez. El detalle es que desde hace tres diciembres, el León festeja: Copa Argentina 2023, Trofeo de Campeones 2024 y el doblete del 2025. Por si fuera poco, el Barba igualó a Zubeldía con cinco consagraciones como el entrenador más laureado en la historia pincharrata. Domínguez, que un mes atrás parecía que estaba de salida, con puentes rotos con la dirigencia, pero que con estas dos estrellas definitivamente se instala en la historia grande de Estudiantes. El Barba, entonces, se ganó el derecho a decidir su futuro sin que nadie pueda cuestionarle nada. El prestigio que se ganó el DT se lo demuestran sus hinchas. Los mismos que lo bancaron aquella recordada noche en UNO frente a Huracán, cuando los rumores de rupturas internas hicieron que la gente del León lo ovacionara casi como una declaración de guerra a la dirigencia. Con este no, le dijo la gente a JSV. Hoy, nuevamente le declararon su amor pidiendo su continuidad para el 2026, algo que por el momento no está asegurado. El propio año de la Bruja fue extraño. Pasó de ser criticado por la incursión de los capitales privados, a ser venerado por la opinión pública -no solo la de Estudiantes- por enfrentarse a la AFA. De hecho, desde antes de que inicie la final e incluso en la entrega del título, los simpatizantes del León volvieron a bancar a su presidente, que estuvo nuevamente en una de las tribunas. También dispararon contra Tapia con el ya famoso cántico. Aquella foto con la copa en Santiago del Estero es, con el Espaldarazo, la imagen del año de Estudiantes. El Pincha campeón del Trofeo de Campeones. Ahora será hora de debatir, acordar -sobre todo con el DT-, hacer autocrítica y reagrupar soldados para ganar después de revalidar. En San Nicolás, Estudiantes ganó por su mentalidad, por no claudicar incluso cuando las respuestas no aparecían. En definitiva un campeón de campeones, que supo reponerse a todo y a todos. Y que suma otra hazaña a su colección interminable de triunfos. (Olé)
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