20/12/2025 17:46
20/12/2025 17:42
20/12/2025 17:40
20/12/2025 17:39
20/12/2025 17:38
20/12/2025 17:35
20/12/2025 17:34
20/12/2025 17:34
20/12/2025 17:28
20/12/2025 17:28
Concordia » El Heraldo
Fecha: 20/12/2025 10:39
Por una convivencia respetuosa: basta de pirotecnia La Psicoanalista Silvia Bleichmar contaba en su libro: “Violencia social/Violencia escolar”, una preciosa y reveladora anécdota. Una niña de tres años no había podido dormir en toda la noche pensando en la tristeza de una amiguita que había olvidado en su casa, a su muñeca preferida. Tan temprano en la vida pudo lograr esa identificación con lo que sentía su amiga, sentimiento que comúnmente se denomina empatía. La configuración del otro como un semejante, como un humano igual a mí, es su condición. Poder sentir lo que siente, imaginarse el sufrimiento del otro y sentirlo como propio. Es claro que para desarrollar ese sentimiento que nos humaniza es necesaria una familia transmisora de ternura. Una escuela que enseñe con amor. Es imprescindible una sociedad solidaria y un Estado que cuide a las personas y haga cumplir las leyes que regulan la convivencia. La educación de personas empáticas, es la mejor prevención contra la violencia. Su contracara es la indiferencia, el egoísmo y la crueldad, hoy expresiones emergentes de una sociedad que construye al otro a sus diferencias como competencia, amenaza, enemigo. Es necesario interrogarse cuanto contribuye la educación del hogar, cuanto una escuela que alienta la rivalidad y cuanto una sociedad basada en el Darwinismo social, en la “ley de la selva”. Lo cierto es que todos los días vivimos experiencias en las que la empatía está ausente. En que prima la indiferencia y la crueldad. Es el caso del que fue portavoz, por estos días, Claudia Cagigas en las redes sociales. Claudia es una extraordinaria periodista de la ciudad de Chajarí, pero fundamentalmente, una persona muy cálida y humana. Su hijo Tiago es una persona con discapacidad que-como muchas-sufre los ruidos, impactos sonoros y estruendos con particular angustia. Por eso es comprensible y justificable su cansancio cuando vuelve a escucharlos con cada festejo de los hinchas de un club de aquella ciudad, provocando un profundo malestar en su hijo y en todas las personas (incluyamos a los animales) que sufren los estruendosos impactos. Parece que hinchas y dirigentes, cuyas celebraciones son absolutamente válidas, no pudieran ver que con la pirotecnia dañan a otros seres. La municipalidad de Chajarí reconoció haber realizado campañas de prevención sin haber logrado, pareciera, éxito. Es necesario entonces aplicar la Ordenanza 2824 que prohíbe y sanciona la tenencia, guarda, acopio, venta u otra modalidad de comercialización y el uso de elementos pirotécnicos que afectan en general a los vecinos y particularmente a los seres que mencionamos especialmente. La convivencia solo es posible en el respeto y la comprensión de las necesidades de los vecinos, de la renuncia a conductas y actitudes que le ocasionan un daño, En caso contrario es necesario el uso de la ley que prohíbe y multa estas conductas desconsideradas. Una amiga de Villa Elisa me contaba que una Asociación de familiares de niños con TEA, lograron junto al Concejo deliberante sancionar una ordenanza original. En este caso dirigidos a los ruidos molestos generados el caño de escape de autos y motos. Por imperio de la Ordenanza, parte de la multa puede conmutarse por una charla educativa sobre los efectos que, sobre dichas personas, causan esos impactos sonoros. Coincido con que son mejores las medidas educativas que las punitivas. Construyendo e inscribiendo legalidades que desarrollen la empatía, ni siquiera es necesaria la puesta de límites externa, según lo plantea Bleichmar, con toda justeza. Esto significa que el sacrificio de la conducta que daña a otro se realice porque internamente el sujeto es consciente del sufrimiento que produce y por eso renuncie al comportamiento que lo provoca, no porque un Poder externo se lo recuerde o prohíba. Es el fundamento de la construcción de sujetos éticos, fin y meta de la práctica educativas para esta importante Psicóloga, sujetos que puedan sentir el dolor del otro como propio, que puedan construir en su interior el principio Kantiano de “no hacer al otro lo que no quisieras que te hagan”, una ética en la que el otro es vivido como un semejante, aunque diverso, con sus diferencias. Ojalá el espíritu navideño que se avecina recuerde a todos la enseñanza Cristiana de amar al prójimo como a uno mismo, de hacer triunfar el amor y la comprensión, sobre el egoísmo y la indiferencia. Esa será, sin dudas una gran motivación para celebrarnos, mejores personas, más humanos, sin pirotecnia claro.
Ver noticia original