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Concordia » InfoConcordia
Fecha: 20/12/2025 10:30
La obtención del dictamen para el Presupuesto 2026 en el Senado no es solo un triunfo legislativo para La Libertad Avanza; es la ratificación de una nueva doctrina en la relación Nación-Provincias. El hecho de que el oficialismo haya aceptado resignar el polémico Capítulo XI —cediendo en la derogación de las leyes de universidades y discapacidad— demuestra que, aunque el Ejecutivo mantiene su firmeza ideológica, ha comenzado a entender el lenguaje de la «supervivencia parlamentaria». Sin embargo, para los gobernadores, la letra chica del presupuesto y las declaraciones del secretario Carlos Guberman funcionan como un doble mensaje: 1. El fin del «incumplimiento simulado» La decisión de suspender las leyes de financiamiento educativo y científico bajo el argumento de «blanquear la realidad» es un golpe de realismo crudo. Al suspender los pisos mínimos de inversión, la Nación le quita a las provincias una herramienta de presión legal. Ya no podrán reclamar judicialmente fondos basados en leyes que el propio presupuesto declara en suspenso. Es un «sinceramiento» que traslada toda la presión del sostenimiento de la educación y la ciencia a las arcas provinciales. 2. La Ley de Responsabilidad Fiscal como barrera La advertencia de Hacienda sobre el endeudamiento provincial no es menor. Al señalar que la Ley de Responsabilidad Fiscal será el único árbitro para permitir el acceso a los mercados, el Gobierno Nacional se lava las manos ante las urgencias financieras del interior. Si una provincia no tiene sus cuentas en orden (bajo los estrictos parámetros de la era Milei), quedará aislada del crédito internacional, profundizando la brecha entre distritos superavitarios y deficitarios. 3. El alivio por la coparticipación La nota positiva para los mandatarios provinciales es el compromiso de no afectar los impuestos coparticipables. La eliminación del Impuesto PAIS —que no se reparte— beneficia el esquema nacional de recaudación sin dañar el flujo directo a las provincias. Es, quizás, la única «rama de olivo» que el oficialismo extendió a los gobernadores para asegurar las firmas de los senadores dialoguistas. Conclusión El Presupuesto 2026 que llegará al recinto el 26 de diciembre consagra un modelo de federalismo de autosuficiencia. La Nación garantiza la macroeconomía y el superávit, pero deja a las provincias la responsabilidad de gestionar lo social y lo educativo con recursos limitados. El «ajuste» ya no es una decisión discrecional, sino un diseño estructural del que pocos distritos podrán escapar.
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