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  • Argentina frente a la masacre en Gaza: alineamiento ciego y abandono del derecho internacional - Confirmado

    Paraná » Confirmado.ar

    Fecha: 20/12/2025 10:30

    La postura adoptada por el Estado argentino frente a la guerra en Gaza marca uno de los retrocesos diplomáticos más graves de las últimas décadas. Lejos de una política exterior equilibrada, humanitaria o basada en el derecho internacional, el gobierno eligió un alineamiento automático, acrítico y explícito con el gobierno de Israel, incluso frente a una catástrofe humanitaria ampliamente documentada por organismos internacionales. No se trata de matices ni de diferencias de interpretación: Argentina renunció deliberadamente a toda voz propia y se convirtió en un actor subordinado dentro de un conflicto donde miles de civiles —en su enorme mayoría mujeres, niños y ancianos— pagan el costo de una ofensiva militar devastadora sobre una población sitiada. - Por AF Del multilateralismo al seguidismo Durante décadas, Argentina sostuvo en los foros internacionales una posición consistente: defensa del derecho internacional, respeto a las resoluciones de la ONU, protección de la población civil y búsqueda de soluciones diplomáticas. Esa tradición fue abandonada sin explicación, sin debate y sin mandato democrático. En lugar de exigir un alto el fuego, corredores humanitarios o el cumplimiento de las Convenciones de Ginebra, el gobierno argentino optó por respaldar sin condiciones una operación militar cuestionada por Naciones Unidas, la Corte Internacional de Justicia y decenas de organizaciones humanitarias. El mensaje es claro: los derechos humanos dejaron de ser universales y pasaron a ser selectivos, aplicables solo cuando conviene políticamente. Mientras hospitales son bombardeados, barrios enteros arrasados y más de un millón de personas desplazadas forzosamente, la Cancillería argentina eligió el silencio, una forma de posicionamiento tan elocuente como cualquier declaración. No hubo condena a la destrucción de infraestructura civil. No hubo exigencias por el ingreso de ayuda humanitaria. No hubo una sola mención oficial al drama de la población palestina. Ese silencio no es neutralidad: es complicidad política por omisión, una renuncia explícita a cualquier pretensión ética en política exterior. Una política exterior secuestrada por la ideología El alineamiento argentino no responde a intereses estratégicos verificables, ni a beneficios económicos concretos, ni a consensos regionales. Responde a una decisión ideológica, tomada desde el vértice del poder, que utiliza la política exterior como escenario de gestualidad política y posicionamiento simbólico ante aliados externos. El problema no es solo qué posición se toma, sino cómo y para quién se toma: sin discusión parlamentaria, sin consulta a expertos, sin escuchar a organismos de derechos humanos y sin rendir cuentas a la sociedad. La política exterior dejó de ser una política de Estado para convertirse en una herramienta de alineamiento doctrinario. Esta postura ubicó a la Argentina en una posición marginal y aislada dentro de América Latina y del Sur Global, donde la mayoría de los países reclamaron un alto el fuego inmediato y una solución política al conflicto. Lejos de fortalecer la inserción internacional del país, el alineamiento ciego debilita su credibilidad, reduce su capacidad de mediación y erosiona su histórico prestigio en materia de derechos humanos, construido tras décadas de lucha contra la impunidad. La falsa dicotomía: o con Israel o con el terrorismo Uno de los recursos discursivos más preocupantes del gobierno ha sido la criminalización del disenso. Toda crítica a la ofensiva militar en Gaza es rápidamente etiquetada como complicidad con el terrorismo, anulando cualquier debate serio y democrático. Esta lógica binaria no solo es intelectualmente pobre, sino políticamente peligrosa: impide discutir proporcionalidad, legalidad y responsabilidad estatal, pilares básicos del derecho internacional humanitario. Defender a la población civil no es terrorismo. Exigir límites al uso de la fuerza no es antisemitismo. Pedir un alto el fuego no es justificar ataques armados. La postura argentina frente a Gaza quedará registrada como una claudicación diplomática, una renuncia explícita a principios que el propio Estado argentino invoca cuando le conviene. En nombre de un alineamiento ideológico, el país decidió mirar para otro lado ante una de las peores crisis humanitarias del siglo XXI. La pregunta que queda abierta no es solo qué lugar ocupa Argentina en este conflicto, sino qué tipo de país decide ser: uno que defiende el derecho internacional solo cuando no incomoda, o uno capaz de sostener principios aun cuando eso implique incomodar a sus aliados. Hoy, lamentablemente, la respuesta parece clara. - Periodista de investigación

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