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» Clarin
Fecha: 19/12/2025 10:38
Lisa Wright creció viendo televisión sin saber que, del otro lado de la pantalla, una joven actriz a quien admiraba desde el living de su casa era, en realidad, su madre biológica. Esa revelación llegaría más de cincuenta años después, cuando una prueba de ADN le abrió la puerta a una verdad, digna de un guion de Hollywood. Desde niña, Lisa sabía que era adoptada. Su madre adoptiva siempre le habló con claridad y afecto sobre su historia: le decía que su mamá biológica era muy joven cuando la tuvo y que había tomado la dolorosa decisión de darla en adopción para ofrecerle la vida que no podía darle. Durante toda su infancia, creció rodeada de amor, nunca sintió rencor por su origen y jamás se planteó iniciar una búsqueda. No lo necesitaba en ese entonces, pero los años trajeron pérdidas inesperadas. Su padre adoptivo murió en 2006, y su madre en 2010. De un día para otro, Wright se descubrió a sí misma sintiéndose “una huérfana de 54 años”, según sus propias palabras. Estaba agradecida por la vida que había recibido, pero también se sentía sola. Fue su hijo Nick quien la animó a hacerse una prueba de ADN para conocer más sobre su historia biológica. Al principio, Lisa tenía miedo de ser rechazada, de encontrar respuestas que no estaba segura de querer enfrentar. Sin embargo, finalmente decidió hacerlo. Lisa Wright quiso conocer su historia luego de la muerte de sus padres adoptivos. Foto: Captura de video El primer contacto que abrió la puerta a nuevas pistas familiares El resultado había identificado a un hombre como su tío materno, quien no se negó en contactarse y terminaron hablando por teléfono. La conversación fue cálida, cercana, muy distinta a lo que ella había imaginado. Su tío le confirmó que su madre biológica había tenido que darla en adopción porque era una adolescente sin recursos, sola y sin apoyo suficiente para criar un bebé. También le dijo algo que le hizo latir el corazón más rápido. Su madre vivía en Los Ángeles, Estados Unidos, la misma ciudad donde ella había nacido, crecido y en la que todavía vivía. Cuando le mencionó el nombre, ella corrió a buscarlo en internet. Y ahí, frente a la pantalla, la mujer que apareció en las fotos no era una desconocida. Era nada menos que Lynne Moody, una actriz reconocida de los años 70, protagonista de “Esa es mi mamá” —serie que Lisa adoraba cuando era niña y que repitió varias veces en su adolescencia—, además de participar en “Raíces” y “Urgencias”. Había crecido viendo a su madre biológica sin saberlo. Lynne Moody fue parte del reparto de "Esa es mi mamá", una comedia de la década de los 70´s. Foto: imdb Reunir el valor para llamar fue otro desafío. Pero finalmente marcó el número. Del otro lado, una voz temblorosa respondió con una frase que Lisa nunca olvidaría: “¿Es mi hija?”. En ese instante, sin necesidad de una prueba adicional, supo que lo imposible se había vuelto realidad. La actriz contó después que en 1964, cuando dio a luz, le cubrieron los ojos para evitar que viera a su bebé. Era un procedimiento habitual en las adopciones cerradas de la época, destinadas a evitar cualquier vínculo emocional. Lynne jamás pudo ver el rostro de su hija. No supo si era niña o niño, si estaba sana, si sería adoptada o si tendría una buena vida. Nunca tuvo más hijos y, durante cincuenta y cuatro años, guardó un espacio en su corazón para ese bebé al que nunca había podido abrazar. "Cuando descubrí que era mi hija, en ese momento, fue como si estuviera dando a luz", compartió Moody en un blog en el que ambas cuentan su historia.. Ambas mujeres se perdonaron y solo se dedican a disfrutarse y recuperar el tiempo. Foto: @LisaNaomi Wright El abrazo que tardó medio siglo en llegar El reencuentro entre madre e hija ocurrió en diciembre de 2019. Fue un abrazo largo, entre lágrimas, risas nerviosas y una emoción contenida durante toda una vida. Lisa no podía creer que la protagonista de su serie favorita —irónicamente titulada “Esa es mi mamá”— era, literalmente, su madre. Desde ese día, ambas se volvieron inseparables y están dedicadas a recuperar el tiempo perdido. Desde que la vida las unió, comparten cumpleaños, navidades, y recorren Latinoamérica contando su emocionante historia en conferencias, la cual transformaron en un mensaje de esperanza para quienes aún dudan en animarse a buscar respuestas. Al momento del encuentro Lina tenía 72 años y Lisa 54. Foto: @misslisanaomi
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