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» Clarin
Fecha: 18/12/2025 18:41
El histórico John F. Kennedy Center for the Performing Arts (Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas, en español), uno de los símbolos culturales más importantes de Estados Unidos, quedó en el centro de una nueva controversia política luego de que su junta directiva, integrada en su mayoría por aliados del presidente Donald Trump, votara para rebautizar la institución como Trump-Kennedy Center. La decisión, anunciada el jueves por la Casa Blanca, se inscribe en una serie de movimientos del mandatario para dejar su marca personal en una institución que, por ley, lleva el nombre del expresidente asesinado en 1963. Según confirmó la portavoz presidencial Karoline Leavitt, la votación fue presentada como unánime. Sin embargo, la legalidad y la validez del paso quedaron rápidamente en duda. La congresista demócrata Joyce Beatty, representante de Ohio, aseguró que fue silenciada durante la reunión virtual y que no se le permitió expresar su oposición ni votar en contra. “Cada vez que intenté hablar, estaba silenciada”, denunció públicamente. El alcance real de la votación es incierto. El nombre oficial del complejo cultural está establecido por una ley del Congreso, que designa al edificio como el John F. Kennedy Center for the Performing Arts, y existe un consenso histórico de que solo el Poder Legislativo puede modificar esa denominación. De hecho, en años recientes, intentos similares de rebautizar espacios del centro requirieron proyectos de ley específicos. I have just been informed that the highly respected Board of the Kennedy Center, some of the most successful people from all parts of the world, have just voted unanimously to rename the Kennedy Center to the Trump-Kennedy Center, because of the unbelievable work President Trump… — Karoline Leavitt (@PressSec) December 18, 2025 Aun así, la votación refleja la profundización del control de Trump sobre la institución desde su regreso al poder. A comienzos de este año, el presidente removió a los miembros del directorio designados por su antecesor, Joe Biden, y se nombró a sí mismo como presidente de la junta, una decisión sin precedentes en los 54 años de historia del centro. Desde entonces, el Kennedy Center atravesó cambios drásticos. Decenas de empleados fueron despedidos o renunciaron, y la dirección de recursos humanos estimó que la plantilla se redujo cerca de un 30 por ciento. Varios cargos jerárquicos fueron ocupados por figuras externas al mundo artístico, muchas de ellas sin experiencia previa en gestión cultural. Entre los integrantes actuales del directorio figuran nombres clave del entorno presidencial, como la jefa de gabinete Susie Wiles, la fiscal general Pam Bondi, la segunda dama Usha Vance, el estratega Dan Scavino, la exsecretaria de Transporte Elaine Chao y Ric Grenell, exembajador en Alemania, quien fue designado presidente del Kennedy Center tras no lograr la Secretaría de Estado. El impacto de esta reconfiguración también se reflejó en los números. Según documentos internos obtenidos por The New York Times, la venta de entradas cayó alrededor de un 50 por ciento durante una semana típica de octubre en comparación con el mismo período del año anterior, lo que contradice las afirmaciones públicas de Trump sobre una supuesta recuperación récord. “Es una junta muy distinguida, de las personas más distinguidas del país”, declaró ante la prensa. “No lo pedí, pero me honra”. Foto: REUTERS/Jeenah Moon/File Photo Pese a ello, el presidente defendió su gestión y dijo sentirse “honrado y sorprendido” por la propuesta de rebautizar el centro. “Es una junta muy distinguida, de las personas más distinguidas del país”, declaró ante la prensa. “No lo pedí, pero me honra”. Desde la Casa Blanca y el entorno del Kennedy Center se sostiene que Trump “salvó” a la institución del colapso financiero y del deterioro edilicio. En esa línea, la nueva administración consiguió fondos del Congreso para una ambiciosa renovación del edificio, que incluye la restauración del mármol exterior, el reemplazo de butacas y la modernización de los escenarios. El giro no es solo administrativo o edilicio. Trump también intervino en la programación artística, prometiendo una “edad dorada de las artes” y asegurando que el centro “no va a ser woke”. Bajo esa lógica, se impuso una política de equilibrio financiero para cada espectáculo y se revisaron contenidos con el objetivo declarado de atraer a un público masivo.
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