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» Clarin
Fecha: 16/12/2025 06:33
Los sanitaristas del mundo afirman que una cañería de agua potable hace más por la salud de la población que los avances de la medicina. En Argentina, 10 millones de habitantes en 17 provincias son víctimas potenciales del Arsénico, mineral natural presente en aguas subterráneas y superficiales, y que en proporciones elevadas, se transforma en veneno. La ingesta prolongada de agua y alimentos contaminados con altos niveles de Arsénico produce HACRE -Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico- que como su nombre lo indica es una enfermedad endémica de nuestro país. Se caracteriza por la aparición de manchas en las manos y en las plantas de los pies, verrugas que producen dolor y hasta sangrado, e incluye el riesgo de producir cáncer de piel, vejiga y enfermedades cardiovasculares, alteraciones neurológicas, enfermedad pulmonar crónica, anemia, diabetes, alteraciones en la memoria, entre otras. El desconocimiento general sobre este tema es grande. En algunos lugares el agua que se obtiene al abrir la canilla -y que se utiliza para beber, cocinar y regar- tiene altas concentraciones de Arsénico. En 1993 la Organización Mundial de la Salud estableció que, para el consumo, la cantidad por litro de agua no debe superar los 10 microgramos. Sin embargo, en ciertas regiones argentinas ese límite se supera ampliamente. La mayoría de los habitantes de zonas rurales o aisladas utilizan el tradicional método de hervir el agua para potabilizarla, lo que en el caso del Arsénico no solo no soluciona el problema, sino que lo agrava por aumentar la densidad del tóxico. La mayor concentración de Arsénico en agua está en la región Chacopampeana (Chaco, Santiago del Estero, Córdoba, Tucumán y Buenos Aires), en el Noroeste (Salta y Jujuy) y en Cuyo (Mendoza, San Juan y San Luis). La acción más correcta consiste sería brindar a las comunidades afectadas sistemas adecuados y sustentables para el saneamiento del agua con instalación de redes de agua potable. La salud de la población está bajo amenaza, motivo por el cual las autoridades deberían considerarlo un problema de Salud Pública. Debido a la gran cantidad de personas que pueden estar afectadas, esta metodología debe ser una “Política de Estado”. En las últimas décadas el tema ha estado ausente de la agenda pública y de los planes de gestión gubernamental, y es por eso que se debe instar a los decisores para que tomen conciencia de la gran relevancia que este problema tiene como obstáculo para el desarrollo, tanto desde el punto de vista sanitario, como económico y productivo. Como excepción se puede destacar el 5to Congreso Internacional sobre Arsénico y Ambiente, realizado en 2014 en la Ciudad de Buenos Aires, en el que Argentina estuvo representada por el trabajo realizado por un equipo interdisciplinario integrado por expertos de la Fundación Foro Estratégico para el Desarrollo Nacional y el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria. Ese proyecto, que incluía acciones sugeridas para aportar soluciones concretas, fue puesto a disposición de las autoridades políticas que no lo consideraron prioritario. Se debe insistir para que el Gobierno Nacional y los entes provinciales creen un cuerpo multidisciplinario que enfrente este problema desde distintas áreas como la epidemiológica, sanitaria y tecnológica.
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