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» Elterritorio
Fecha: 15/12/2025 22:14
El uso combinado de relevamientos territoriales y ovitrampas permite identificar riesgos sanitarios antes de que aparezcan casos febriles. Nuevas líneas de trabajo apuntan incluso a detectar si los mosquitos ya portan el virus. lunes 15 de diciembre de 2025 | 6:00hs. En la prevención del dengue, el tiempo es un factor decisivo. Anticiparse a la aparición de los primeros síntomas en la población puede marcar la diferencia entre un escenario controlado y un brote en expansión. En ese marco, la vigilancia epidemiológica comienza a enfocarse cada vez más en el monitoreo directo del mosquito Aedes aegypti, con herramientas que permiten detectar riesgos cuando aún no hay casos clínicos confirmados. El esquema de vigilancia combina métodos tradicionales con herramientas más específicas. Los relevamientos LIRAa permiten obtener indicadores estadísticos y comunitarios sobre la presencia de criaderos y las condiciones ambientales de los barrios. Las ovitrampas, en cambio, aportan información más temprana sobre la actividad del mosquito. “Las ovitrampas nos permiten llegar un poquito antes, incluso antes de que aparezca el síndrome febril”, explicó Danielo Silva, al referirse a la capacidad de estos dispositivos para detectar la oviposición del Aedes aegypti cuando todavía no hay circulación del virus en humanos. Según detalló, mientras el LIRAa ofrece una fotografía del riesgo ambiental y social, los sensores de oviposición funcionan como una alerta temprana, clave para anticipar escenarios de brote. Índices bajos en un contexto de interbrote Los resultados recientes de los relevamientos muestran valores bajos en distintas localidades, compatibles con una etapa de interbrote o prebrote. “Cuando hablamos de números alentadores, hablamos de menos de cinco en un LIRAa”, señaló Silva, aunque aclaró que estos indicadores no deben interpretarse como una señal para relajar la vigilancia. El carácter cíclico del dengue obliga a sostener el monitoreo incluso cuando los índices se encuentran por debajo de los umbrales de riesgo, especialmente en períodos de altas temperaturas. Detectar el virus antes de los casos Una de las líneas de trabajo en desarrollo apunta a profundizar el análisis del material recolectado en las ovitrampas. Según explicó Silva, se proyectan estudios para “empezar a estudiar, a través de PCR, si la mosquita hembra, al tener sus huevos, ya está infectada o no”. De avanzar esta metodología, sería posible identificar circulación viral antes de que se registren personas con síntomas compatibles con dengue, lo que permitiría intervenir de manera aún más temprana en los territorios. En ese marco, el monitoreo mediante ovitrampas se despliega en distintas localidades de la provincia, entre ellas Posadas, Oberá, Puerto Rico, Garupá, Eldorado y Libertad, donde estos dispositivos permiten relevar de manera sostenida la actividad del Aedes aegypti. La distribución territorial de las trampas busca cubrir contextos urbanos diversos y aportar información comparativa que permita detectar de forma temprana cambios en la presencia del mosquito y posibles escenarios de riesgo sanitario. Casos sospechosos y control epidemiológico En relación con la aparición de cuadros febriles, Silva explicó que existe un circuito de notificación y análisis que incluye la toma de muestras y la determinación del serotipo viral. “Hoy no tenemos casos confirmados, pero eso no quiere decir que podamos bajar los brazos”, advirtió. La identificación temprana del serotipo resulta clave para evaluar el riesgo epidemiológico y anticipar posibles escenarios de mayor complejidad. Un vector en adaptación constante El contexto ambiental agrega un factor adicional de incertidumbre. Silva señaló que el Aedes aegypti “vuela más lejos de lo que volaba, sobrevive a mayores temperaturas y se adapta a nuevos territorios”, un comportamiento que se vincula con el cambio climático y la expansión del mosquito a regiones donde antes no estaba presente. Este escenario refuerza la necesidad de sistemas de vigilancia flexibles y continuos, capaces de adaptarse a un vector en permanente transformación. Más allá de los índices actuales, el foco de las estrategias preventivas se desplaza hacia la detección temprana del riesgo. Monitorear al mosquito —y no solo a la enfermedad— aparece como una de las claves para reducir el impacto del dengue, cuando todavía el brote no se expresó en la población.
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