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» El vigia
Fecha: 15/12/2025 20:20
No es ninguna novedad que hoy el mundo atraviesa un momento de transición. Lo escuchamos todos los días: el orden internacional liberal ya no estructura las reglas del juego, pero tampoco ha sido reemplazado por uno nuevo. Ya no tenemos un solo norte, sino dos, con ejes en Washington y Beijing. La polarización es extrema pero también fragmentada y en ese escenario es difícil saber dónde ubicarse. En un contexto así, las oportunidades son grandes pero también esquivas. Una mala decisión cuesta caro. En lugar del orden al que estábamos (para muchos, mal) acostumbrados, se impone un escenario de incertidumbre y competencia entre grandes potencias, donde las certezas se diluyen y las reglas se vuelven inestables. Como sabemos bien, este contexto habilita lecturas pesimistas; para otros, como advierte Juan Gabriel Tokatlian, abre oportunidades relativas para los países y actores del Sur Global, siempre que sepan leer el momento y actuar con inteligencia estratégica. Tokatlian viene señalando que el escenario actual no es de “guerra fría” ni de alineamientos automáticos, sino de policrisis, superposición de conflictos y debilitamiento del multilateralismo tradicional. En este contexto, el error más costoso para el Sur sería optar por el repliegue, el aislamiento o el seguidismo acrítico. Por el contrario, el desafío está en ensanchar los márgenes de autonomía, diversificar vínculos y fortalecer capacidades propias de cooperación. Sin embargo, en América Latina esta oportunidad convive con una tendencia preocupante: la derechización de parte del escenario político y el avance de discursos abiertamente anti-multilaterales y anti-cooperación. Las recientes elecciones en Chile, enmarcadas en un clima de polarización y desconfianza hacia lo público y lo internacional, no son un hecho aislado. Forman parte de un clima regional donde la cooperación internacional es presentada como ideológica, inútil o contraria al interés nacional. Este discurso no solo desconoce la realidad del sistema internacional actual, sino que debilita deliberadamente las herramientas que el Sur tiene para incidir en él. Como señala Tokatlian, en un mundo más disputado y menos ordenado, los actores periféricos no ganan rompiendo vínculos, sino multiplicándolos. La cooperación —especialmente la Sur-Sur— no es una concesión, sino un instrumento de poder, aprendizaje y posicionamiento. Tiene sentido. La pregunta central es cómo. En un contexto donde los gobiernos nacionales adoptan sistemáticamente posturas de alineación ciega o repliegue regional ¿cómo podemos pensar en profundizar los lazos entre regiones del Sur Global? Creo que la respuesta, por el momento, no está en las Naciones. Está en las ciudades. Cuando los gobiernos nacionales se convierten en detractores de la cooperación, otros ocupan ese espacio. Las ciudades, en particular, emergen como protagonistas centrales. Más pragmáticas, las ciudades cooperan porque enfrentan problemas concretos y urgentes: crisis climática, desigualdad, cuidados, empleo, movilidad, acceso a financiamiento. En ese plano, la cooperación internacional deja de ser un discurso y se transforma en gestión cotidiana, en un trabajo territorial. Aquí adquiere un valor estratégico la Cooperación Sur-Sur descentralizada y el rol de las redes de ciudades. Experiencias como Mercociudades muestran que, aun en contextos nacionales adversos, es posible sostener agendas de integración regional, cooperación técnica y construcción de voz colectiva desde el Sur. Mientras algunos Estados se repliegan o confrontan con el multilateralismo, las ciudades siguen tejiendo vínculos, compartiendo políticas públicas y defendiendo una idea de desarrollo con inclusión. Lejos de la ingenuidad, estas redes encarnan lo que Tokatlian define como una autonomía pragmática: no alinearse ciegamente, no confrontar innecesariamente, pero tampoco resignarse a la irrelevancia. Cooperar entre pares, fortalecer capacidades locales y actuar en red permite al Sur Global ganar densidad política en un sistema internacional cada vez más desigual. La disputa actual no es solo geopolítica; es también narrativa. Frente a quienes desacreditan la cooperación y celebran el repliegue, resulta urgente reafirmar que el Sur Global necesita más cooperación, no menos. Pero una cooperación pensada desde sus propias prioridades, territorios y actores. En ese sentido, las ciudades y sus redes no son actores secundarios: son plataformas clave para sostener el multilateralismo cuando los Estados lo abandonan. Como plantea Tokatlian, este no es un momento para grandes épicas, sino para decisiones inteligentes. Y una de ellas es clara: fortalecer la cooperación Sur-Sur desde las ciudades no es resistir al mundo que cambia, sino aprender a moverse mejor en él. (*) - Magister en Estudios Internacionales y cooperación internacional sur-sur y triangular para el desarrollo sostenible con experiencia de localización de Agenda 2030 en gobiernos locales, instituciones de educación superior y organizaciones. - Consultora y asesora técnica en organizaciones internacionales (UCCI, SEGIB, MERCOCIUDADES). - Docente e investigadora.
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