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» Clarin
Fecha: 15/12/2025 00:50
En 1928, la historia de la medicina cambió para siempre. Alexander Fleming descubrió que un moho, el Penicillium, era capaz de inhibir el crecimiento bacteriano. Fue suficiente: las personas empezaron a vivir más años. Con la penicilina, enfermedades que en ese momento eran mortales, como la meningitis o la neumonía, dejaron de serlo y permitieron que la ciencia médica creciera a pasos agigantados. Hoy, los nuevos tratamientos contra distintos tipos de cáncer, la incipiente pero real edición de genes y los avances en trasplantes de órganos, sólo por citar lo más disruptivo, están trazando otro panorama alentador. Un panorama que se ve enriquecido, además, con la incorporación de la Inteligencia Artificial como herramienta aliada en tratamientos, diagnósticos y hasta en la organización logística de centros de salud. Para los expertos, se trata de una revolución que, en algunos casos, ya se está haciendo sentir. Viva fue al encuentro de especialistas destacados en distintos campos de la medicina para saber cómo nos va a cambiar la vida. Los niños, primero “En el futuro cercano, las herramientas basadas en Inteligencia Artificial podrán ofrecer un gran apoyo para cuidar mejor la salud de niños y adolescentes. Existirán aplicaciones y plataformas digitales que permitirán detectar riesgos antes de que se manifiesten enfermedades, analizando datos como peso, talla, hábitos de alimentación o niveles de actividad física. También se encargarán de enviar recordatorios de vacunas, chequeos de un paciente sano, y sugerencias de hábitos saludables según la edad de cada niño”, comenta Paula Otero, pediatra del Hospital Italiano y secretaria de la Subcomisión de Tecnología de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). Para Otero, “la IA facilitará, además, recomendaciones nutricionales personalizadas, proponiendo menús equilibrados y alertando sobre posibles desbalances. Incluso podrá ayudar a identificar señales tempranas de trastornos alimentarios o emocionales, que muchas veces pasan inadvertidos en el día a día de una familia”. La IA podría colaborar en la detección de señales tempranas de trastornos alimentarios o emocionales. Foto ilustración: Shutterstock. Pese a la enumeración de consecuencias beneficiosas, Otero quiere remarcar, por si fuera necesario, que “cada niño y cada familia son únicos: ninguna app puede reemplazar una mirada clínica sensible. Solo el pediatra, con su experiencia y sensibilidad, puede captar esos matices que hacen a un cuidado verdaderamente personalizado. La mejor tecnología siempre será una herramienta. El encuentro humano sigue siendo el verdadero tratamiento”. Habrá apps y plataformas que permitirán detectar riesgos antes de que se manifiesten enfemedades, analizando datos como peso, talla y hábitos de alimentación. Paula Otero Pediatra/SAP A esta altura conviene entender los verdaderos alcances tecnológicos que puede ofrece la IA. Ese es uno de los campos de Marcela Riccillo, doctora en Ciencias de la Computación/UBA, experta en Inteligencia Artificial y Robótica; y coordinadora de la Certificación en IA en el ITBA. Marcela Riccillo, experta en Iinteligencia Artificial y Robótica. Foto: Archivo Clarín. “La Inteligencia Artificial consta de tres grandes áreas: Procesamiento de habla, Machine Learning (Aprendizaje Automático) y Visión artificial. El ChatGPT, DALL-E, MetaAI, Gemini, entre otras, son solamente una parte de IA, llamada IA Generativa. Por ejemplo, ChatGPT combina Procesamiento de habla y Machine Learning. Y DALL-E combina Visión Artificial y Machine Learning. Pero la IA es mucho más que la IA Generativa”, explica Riccillo. Y agrega: “También es importante destacar que la IA General (conocida como AGI por sus siglas en inglés) no existe y no hay indicios aún de que fuera a existir, aunque hay varias empresas tratando de lograrla (como OpenAI). Por eso, las máquinas no tienen conciencia, ni sentimientos, ni emociones, ni ganas, ni culpa (tampoco lo tienen ChatGPT y los otros)”, detalla. Podría ayudar a detectar problemáticas en imágenes médicas, sugerir tratamientos y también en la creación de nuevos medicamentos o campañas sanitarias. Marcela Riccillo Experta en IA ¿Cómo se relacionan estos atributos con la salud? “La IA y la Robótica ayudan al humano en tareas que se conocen como las 3D: Dangerous (peligrosas), Dirty (sucias) y Dull (tediosas). A estas se les agrega “tareas difíciles”, como procesar grandes volúmenes de datos (como los de salud)”, responde Riccillo. Ayuda fundamental Allí es donde la IA se zambulle en la Medicina. “La IA y la Robótica tienen un gran potencial para ayudar al humano en el área de salud. Por ejemplo, en el caso de Robótica, con el accionar de robots para cirugías, para manipulación de residuos o para tareas que requieren precisión, entre otras. También podría ser una herramienta que ayude en la toma de decisiones. Se podrían crear (algunas ya existen) nuevas herramientas para detectar problemáticas en imágenes médicas como radiografías, sugerir tratamientos en base al análisis de los últimos avances relacionados, detectar inconvenientes en estudios de laboratorio, ayudar en la creación de nuevos medicamentos y colaborar en la realización de campañas sanitarias”, puntualiza la experta. Al igual que la pediatra Otero, Riccillo no quiere pasar por alto las advertencias del caso. “La IA no reemplaza al médico (aclaremos que tampoco lo hace la IA Generativa). El acompañamiento humano, el ‘trabajemos juntos’, la experiencia del médico, es parte del tratamiento y ayuda en la recuperación. Hoy los pacientes le hacen preguntas a la IA generativa, pero desde hace años googlean buscando explicaciones a los resultados de análisis o posibles tratamientos. Sin embargo, la prescripción de medicamentos, la propuesta e interpretación de análisis depende de muchos factores. En los ámbitos donde hay personas involucradas, se requiere de un análisis humano; no hay una única solución matemática”, concluye. Otro de los campos donde la IA es una herramienta valiosa es la medicina reproductiva. “Dada la importancia de conocer más sobre los óvulos y la falta de un estándar para evaluar su calidad, hubo múltiples intentos de desarrollar un sistema de clasificación. Sin embargo, los estudios demostraron que no hay una única combinación de características visuales que permita predecir con precisión los resultados de un tratamiento. En este contexto, la IA es una herramienta ideal para analizar detalles dentro de las imágenes de los óvulos que son invisibles al ojo humano, y de procesar enormes volúmenes de datos para aprender cuáles son las características más relevantes para el desarrollo embrionario”, comenta sobre el tema Dan Nayot, cofundador y director médico de Future Fertility. Un ovocito observado a través del microscopio. Imagen: Archivo Clarín. Esa compañía es una startup canadiense de biotecnología médica e Inteligencia Artificial. Tiene un software que, utilizando el análisis de datos e imágenes, es capaz de evaluar el potencial reproductivo de los óvulos humanos (ovocitos). Un mundo gemelo Sebastián Benítez, cardiólogo especialista en imágenes cardiovasculares no invasivas y director del Consejo de salud digital de la Sociedad Argentina de Cardiología, comenta que una medicina potenciada por IA ya no es algo de películas o series de ciencia ficción, sino una realidad. “Hoy, en hospitales, clínicas y consultorios, empieza a cambiar la forma en que diagnosticamos, tratamos y acompañamos a los pacientes”, comenta. Según el experto, la IA es capaz de procesar millones de datos médicos en segundos, detectando patrones invisibles a los sentidos del humano. “Esto permite diagnósticos más tempranos, tratamientos mejor dirigidos y una toma de decisiones más informada, mejorando la experiencia de pacientes y profesionales”, enumera. Benítez revela además un concepto interesante derivado del uso de esta herramienta, el de los “gemelos digitales”: ciencia que se acercará a la ficción. “Es un concepto apasionante porque promete transformar la forma de afrontar las enfermedades. Los gemelos digitales son réplicas virtuales de nuestros órganos, sistemas o incluso de nuestro cuerpo entero, construidas a partir de datos de imágenes, genética, sensores y registros clínicos. Estos gemelos permitirán simular cómo responde cada persona a distintas terapias, anticipar complicaciones y diseñar tratamientos verdaderamente a medida. En otras palabras, la IA nos acerca a una medicina de precisión real, no teórica”, subraya. Para el cardiólogo, la prudencia es otro valor necesario para enfrentar los nuevos desafíos de la IA. “Tampoco podemos esperar infalibilidad cuando nos referimos a este tema. Los algoritmos dependen de los datos que reciben, y si esos datos son incompletos o sesgados, los resultados también lo serán. Por eso, el rol del médico como guía, intérprete y protector sigue siendo insustituible”, aclara. Pablo Moreno Blanco, médico de cuidados intensivos de Mayo Clinic, en Jacksonville, Estados Unidos, puede relatar hacia dónde va la IA aplicada en la salud. “Evolucionará desde herramientas específicas y limitadas hacia sistemas más integrados y sensibles al contexto, que apoyen a los clínicos en tiempo real. Ya comenzamos a ver cómo pasa de modelos predictivos aislados a tecnologías colaborativas integradas que ayudan a monitorear pacientes, guiar decisiones y personalizar la atención (especialmente en entornos ricos en datos como los cuidados intensivos). Pero quizá lo más importante es el cambio cultural que provocará en cómo los clínicos y desarrolladores se relacionan con estas herramientas”, advierte. En instituciones como Mayo Clinic, donde la IA es una realidad certera, “los profesionales de la salud están siendo formados no solo para usar la IA, sino para comprender sus limitaciones, interpretar sus resultados y participar críticamente en su desarrollo. Cada vez más programas de formación incluyen alfabetización digital, ética y equidad en IA, y experiencias colaborativas tipo datathon, donde clínicos y científicos de datos abordan juntos problemas reales. La visión no es convertir a cada médico en programador, sino empoderarlos como colaboradores informados en el desarrollo de sistemas de IA confiables y centrados en las personas”, resume Moreno Blanco. Sobre el aporte en la organización de los centros de salud, el experto piensa que “ayudará a mejorar la eficiencia y la consistencia en áreas como la imagenología médica, el triaje, los sistemas de alerta temprana y los flujos administrativos”. Eso ampliaría la capacidad de analizar grandes conjuntos de datos clínicos, permitiendo mejorar las decisiones en salud pública. Lo que no hay que esperar Además de los beneficios, los expertos también señalan lo que no se debe esperar de la IA. Algo que podría resumirse con “no pedirle peras al olmo”. “La IA no puede sostener una mano ni escuchar una preocupación. En los momentos difíciles, cuando se atraviesa por un cuadro complejo de salud y cuando el miedo o la incertidumbre aparecen, la empatía y la contención humanas son irreemplazables”, señala Otero. “La experiencia del médico es parte del tratamiento y ayuda en la recuperación. Eso no se reemplaza con la IA”, suma Riccillo. “No podemos esperar que la IA reemplace el juicio clínico, la empatía o la comprensión matizada que los médicos aportamos al cuidado del paciente. Tampoco debemos esperar que sea neutral. El sesgo en los datos y los algoritmos (especialmente cuando se entrenan con poblaciones no representativas) puede generar desigualdades”, alerta Moreno Blanco. “Debemos recordar que la verdadera meta no es una medicina más tecnológica, sino más humana. Como escribió Ernesto Sabato: ‘Sólo quienes sean capaces de encarnar la utopía serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido’”, resume Benítez. Mirá también Mirá también Revolución en la medicina: los adelantos que abren más esperanzas
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