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  • La avenida del norte de la Ciudad que se convirtió en un imán para empresas y oficinas y los cambios para vecinos y comerciantes

    » Clarin

    Fecha: 15/12/2025 01:14

    A las 16, la Avenida del Libertador cambia de ritmo. En el tramo que va de La Pampa a General Paz, cada vez se multiplican más edificios con nombres que terminan en “Office”, la postal se repite: gente que sale de sus trabajos, algunos de grandes empresas, otros de espacios de coworking, esa modalidad que nació con la pandemia y reconfiguró para siempre la forma de habitar las oficinas. Entre las 16 y las 17, la vereda se llena y la escena recuerda al microcentro en sus años de mayor intensidad, pero trasladado al Norte porteño. La transformación no es solo laboral: así como crece el volumen de oficinas, también crece la oferta gastronómica que acompaña ese movimiento. Cafés, bares y locales nuevos aparecieron para abastecer a un público que no existía hace una década. Cinco años de cambio: la mirada desde adentro de los edificios En el edificio Libertador Office Business Center, uno de los complejos de esta nueva era, el encargado resume ante Clarín lo que pasa: “Acá en esta zona hace unos cinco años que se está empezando a tener la tendencia de edificios de este tipo”. Hoy funcionan ahí alrededor de 80 empresas, muchas de ellas usando espacios de coworking. Y la expansión no se da solo en esa esquina. “Ocurre en el edificio que está enfrente; y también es lo mismo en de la otra cuadra, enumera. Los nuevos edificios sobre Libertador, que le suman movimiento y oficinas a Belgrano y Núñez. Foto: Emmanuel Fernández El movimiento se volvió tan visible que ya no es solo un dato inmobiliario, sino un fenómeno urbano. Cada año aparecen más oficinas, más empresas y más edificios destinados a este uso. Y el fenómeno se expande hacia la General Paz. La mirada del mercado Sofía D’Odorico, de Inmobiliaria Carlos D’Odorico y con décadas de experiencia en el mercado, aporta una radiografía precisa sobre la vacancia y la dinámica del corredor. La especialista asegura que la construcción de edificios corporativos en la zona ya es un hecho. “Vacancia hay, obviamente menos que en otras zonas. Por ejemplo, en el microcentro está explotado de oficinas en alquiler y en venta, pero en realidad no es que faltan oficinas en esta zona. Muchas empresas directamente compran los pisos antes de que se terminen de construir los edificios de las oficinas”. Los nuevos edificios sobre Libertador, que le suman movimiento y oficinas a Belgrano y Núñez. Foto: Federico López Claro En cuanto a los precios, la integrante de la Cámara Inmobiliaria Argentina, afirma que “son más altos que en microcentro, pero también es porque se trata de oficinas modernas con comodidades que antes no existían y adaptadas a los modos de trabajo de hoy, que cambiaron muchísimo respecto de diez años atrás”. “Los edificios corporativos de Libertador tienen terrazas, comedores, cosas que las oficinas de antes no tenían, con lo cual también tienen otros valores”, remarca. Sofía también coincide con otros especialistas en que la descentralización comenzó antes de la pandemia, de la mano de estudios jurídicos y profesionales que se mudaban siguiendo a sus socios hacia el norte. “Antes tenía sentido estar cerca de los juzgados o el registro; hoy todo se hace virtual”, explica. Los nuevos edificios sobre Libertador, que le suman movimiento y oficinas a Belgrano y Núñez. Foto: Emmanuel Fernández Gastronomía que revive y negocios que se sostienen por las oficinas Todos los comerciantes marcan un antes y un después tras la pandemia. Aníbal Rodríguez, encargado de Tienda Café, relata que abrieron en plena pandemia, sin demasiadas referencias de cómo era el movimiento antes del boom corporativo, pero con un dato contundente: “La disminución de la vacancia de oficinas desde el fin de la pandemia impulsó el trabajo de este tipo de negocios”, afirma. El café se nutre casi exclusivamente del flujo laboral. Hacia un lado aparecen casas y edificios bajos; hacia el corredor corporativo, las torres de oficinas concentran el movimiento. “Hay crecimiento tanto en la ocupación de oficinas como en la creación de oficinas nuevas”, agrega. La zona se convirtió en un ecosistema donde los locales que antes no hubieran sobrevivido hoy encuentran un público estable. A pocas cuadras de Libertador, Marcelo, dueño de un kiosco sobre Manuel Ugarte, reconoce que el avance corporativo le cambió el día a día: “Antes trabajaba bien solo a la mañana. Ahora, desde las tres y media de la tarde, y hasta las seis, no paro. Vienen empleados a comprar algo dulce, agua, café, cargan la SUBE. El movimiento se duplicó. A mí me conviene este crecimiento, pero también te digo que la zona cambió muchísimo, ya no es el barrio que era”. En una rotisería cercana, Nora coincide pero con matices: “Sí, vendemos más, pero también aumentaron los alquileres y algunos vecinos de toda la vida se tuvieron que ir. Los edificios nuevos traen clientes, pero también traen otra lógica. A mí me va bien, pero entiendo a los que están en contra” El corredor Libertador como epicentro corporativo Para Daniel Salaya, presidente de Salaya Romera Propiedades, el corredor se extendió aún más: “Se forma un corredor de oficinas premium que arranca en La Pampa, sigue por el Centro Empresarial Núñez, los grandes pisos de al Río en Vicente López y termina en Olivos”. Este eje, asegura, ya funciona como una “ciudad de 15 minutos”: vivir, trabajar y circular a distancias mínimas. Según Selaya, la mayoría de los empleados, gerentes y directivos de empresas radicadas allí viven también en Zona Norte, lo que acorta traslados y mejora accesos. Remarca que hay vivienda para todos los niveles de la pirámide corporativa. “Para la recepcionista con infinidad de departamentos de 1 o 2 ambientes, como también para el personal intermedio que encuentra múltiples opciones de vivienda. El CEO de la empresa puede acceder en la misma zona a departamentos de amplias superficies y visuales abiertas o grandes residencias con vista al rio”. El lado B En Núñez, el crecimiento no se vive de forma homogénea. Mientras para algunos es positivo, para otros es un problema. Alicia, vecina de una casa de más de 60 años en Vilela y Montañeses, sostiene: “Desde que empezaron las torres, tengo dos rajaduras nuevas en el living. Cuando excavan, tiembla todo. Ya hice reclamos en la Comuna, pero nadie te responde. No estoy en contra del desarrollo, pero esto ya es demasiado. No es justo que los vecinos paguemos las consecuencias”. Tomás Santillán, que vive a media cuadra de un edificio en obra, cuenta algo similar: “Las vibraciones son tremendas. A mi vecino se le rompió un caño interno. No todos vivimos del boom corporativo; algunos lo sufrimos.” Otra vecina, Gabriela, plantea una preocupación distinta: “La cantidad de edificios no respeta la identidad del barrio. Y además, ¿quién controla que no saturen la zona? Antes éramos un barrio residencial, ahora somos una plataforma de desarrollos inmobiliarios”. Con accesos como Libertador, General Paz, Panamericana, además de tren y múltiples servicios, el corredor se consolidó como un imán para empresas. Pero también como un territorio en tensión: crecimiento corporativo, movimiento comercial, gastronomía en auge, vecinos divididos y un barrio que muta aceleradamente. En poco tiempo se sumará el movimiento del Parque de la Innovación, que está creciendo en los terrenos del ex Tiro Federal, desde Udaondo hacia el norte. Sumará edificios de viviendas, oficinas y también universidades que contribuirán al movimiento de la zona. La conclusión es repetida entre especialistas, comerciantes y encargados, es la misma: el corredor Libertador ya no es simplemente una tendencia, sino el nuevo corazón corporativo del norte porteño.

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