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  • El genio detrás de los hits: el secreto mejor guardado de Bizarrap

    » Clarin

    Fecha: 15/12/2025 00:50

    La gente que pasa por la esquina de este bar en el barrio de Chacarita posiblemente conoce sus temas, los escuchó, se sabe esas melodías y las tararea, como ese fraseo del piano en Penas de antaño, cantada por el joven Milo J en el EP En dormir sin Madrid (2023), o el gancho electrónico y adictivo de la session del productor argentino Bizarrap con el español Quevedo, que asomó en 2022. No conocen su rostro. Nadie lo observa. Es un anónimo -lo que se podría llamar en la jerga editorial un escritor fantasma-, aunque su apellido aparece en los créditos de las canciones más populares de la Argentina y del mundo. Hace calor en Buenos Aires. Santiago Alvarado, de 38 años, está vestido informalmente con unas bermudas, una remera de colores claros y unas zapatillas lisas. Parece tímido, conserva la tonada santiagueña, una sonrisa ligera y habla con humildad, como si fuera un colado en la industria de la música. Desde hace cuatro años trabaja como compositor y productor en el equipo de Bizarrap, una fábrica de hits globales. Es como un ancho de espada silencioso. Su nombre figura en los créditos de las canciones más viralizadas de Bizarrap con Quevedo y Shakira. También fue colaborador de Duki, Nicki Nicole y participó en los discos de Trueno y el hit Tranqui Funky, el tema producido junto a Tatool y Brian Taylor, que tiene 155 millones de reproducciones en la plataforma Spotify. En promedio, eso son los números de las canciones que llevan su firma de autor. Parece tímido, conserva la tonada santiagueña, una sonrisa ligera y habla con humildad. En los dos últimos años trabajó en la producción y los arreglos musicales de La vida era más corta, el celebrado álbum de Milo J, artista de 19 años, que pronto -el 18 y 19 de este mes- hará dos estadio Vélez. “Fue un proceso muy lindo junto a Tatool y Milo creando las canciones desde el principio. Me siento orgulloso. Mi trabajo ahí era más los arreglos y la instrumentación. Era el único de los tres que toda mi vida me dediqué al folclore. Es un disco que tiene las raíces, pero se produjo como un disco de música urbana. Lo que lo hace único es Milo. Es un placer hacer canciones con él y producir con Tatool, que nos entendemos muy bien”, cuenta Santiago Alvarado, que en el disco toca prácticamente todos los instrumentos. Sí, todos. Recientemente, Bizarrap lanzó una nueva sesión con el icónico reggaetonero, Daddy Yankee, donde Santiago volvió a ser otro de los autores: “Fue un sueño. Nunca me hubiese imaginado que iba a hacer una canción con él. Es una leyenda. Nos habíamos juntado hace un par de años. Estuvimos muy cerquita. Le mostramos un beat que habíamos hecho con Biza y le encantó. Estaba mal de la garganta y entonces tiro un freestyle arriba de eso, pero al final no se dio. Recién sucedió ahora. Cuando estábamos por hacerlo Daddy nos dice que se imaginaba que suenen unas cosas y ahí empezó a tirar un freestyle entero. Sabíamos que esa era la canción. Nos pusimos a amarla, a trabajar y quedamos contentos. Es un tipazo, súper respetuoso. Es un sueño cumplido”. Para el santiagueño, que tiene compuestas unas cien obras, la buena racha continúa. No siempre fue así. “Hace cuatro años era vivir en una pensión, remarla con mis canciones de solista y tocar en festivales de folclore y en millones de grupos para poder seguir aquí en Buenos Aires. Mirá cómo cambia la vida...” Santiago Alvarado con el team de trabajo de Nicki Nicole. La explosión fue en julio del 2022 con el tema que hicieron junto a Quevedo y Bizarrap. Allí todo se fue de escala. El tema alcanzó las dos mil millones de reproducciones y se posicionó en el primer lugar del ranking mundial de Spotify. El nombre de Alvarado, nacido en la Banda, Santiago del Estero, figura entre los cuatro autores de esa canción de un ritmo efervescente y electrónico para las pistas. En enero de 2023, le siguió la canción junto a Shakira, la BZRP Music Sessions 53, donde Santiago Alvarado figura como uno de los autores del tema junto a la colombiana, Bizarrap y Zecca, que fue trending topic. Nadie podía dejar de comentar cómo Shakira hablaba de su ex pareja en el tema y uno de sus versos se convirtió en hashtag universal: “Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”. Cuenta Alvarado: “Sabíamos que la canción era buena porque Shakira es una artista tremenda, pero no imaginamos todo lo que sucedió. Duró tres semanas en el top ten.” Fue gracias a las canciones del trap que se pudo comprar su primer departamento en el barrio de Chacarita. Su rutina de vida ahora es así. Desayuna y después se va al estudio de grabación de Bizarrap (la dirección es secreta). Puede volver a las horas o quizás pasar toda la noche grabando. A veces lo llaman y tiene que viajar a España, Miami o Londres. “La verdad, que no me hubiese imaginado esto. Imaginate de estar en Cosquín haciendo folclore y llegar hasta acá haciendo trap.” De donde vengo Santiago Alvarado pintaba para otra cosa. Era un músico precoz de ocho años, criado en una familia con un padre músico, Adin Alvarado, integrante de grupos de música beat y tropical, que se codeaba con leyendas de la música tropical como Kolly Arce. Tocaba el piano para el legendario Carlos Carabajal (patriarca de la familia que difundió la chacarera en todo el país), y Carlos Saavedra, que formó toda una dinastía de bailarines en Santiago del Estero. “Santiaguito Alvarado, así me decían”, recuerda. “Para mí, tocaba con dos señores mayores. Tremendos personajes eran. Yo no entendía nada y comencé con ellos. Tocábamos en todos los festivales.” Un viaje a Miami lo cambió todo. Lo invitaron a un asado. Terminó tocando el violín. Allí estaban Lali, Duki y Bizarrap. En el celular tiene la filmación de ese momento, que rescató su padre y marca el inicio formal de sus comienzos en la música. En la imagen se lo puede ver de pie y con unos pantalones cortos, piernas muy flacas, y un teclado más grande que todo su cuerpo. Tenía una intuición y un swing natural para tocar chacareras en ese teclado que había en su casa y que su hermana mayor ya no usaba más. Así que Santiago se sentaba a jugar y a sacar temas. En un viaje a la provincia como presidente de Sadaic, el pianista Ariel Ramírez, creador de la Misa Criolla, y el guitarrista Eduardo Falú, lo escucharon tocar en una reunión de músicos santiagueños. Enseguida le consiguieron una beca para que estudie con una profesora de clásico. “Eso fue un clic para mí”, confiesa. La música tomó por completo su vida diaria: “Daba conciertos de música clásica y después hacía conciertos de tango, pasodoble, bolero, jazz y foxtrot en el piano. De día iba a la escuela secundaria a la mañana, volvía de la escuela e iba a profe de piano y a la noche tocaba con mi padre en un casino”. En 2003, debutó en el festival de Cosquín con su propio grupo Los Mishkys, donde tocaba con sus primos, su tío y su padre. “Tenía 13 años y creo que pudimos tocar en el escenario porque estábamos acompañados por mayores”, dice el músico. Sus primeras influencias son pianistas de folclore: Ariel Ramírez, Adolfo Abalos y Eduardo Spinassi. En su celular está el registro de su camino y estas fotos: de niño con su padre en un dúo de piano y guitarra. Con Ariel Ramírez en piano y Santiago en violín en una guitarreada. Sentado al piano con Vitilo Abalos de Los Hermanos Abalos, ilustres folcloristas de su provincia. Tocando con el violinista y quichuista, Sixto Palavecino. Al lado del tanguero, Atilio Stampone. Todos le llevan más de cincuenta años. Después aparecen fotos contemporáneas. Santiago Alvarado y Diego Torres. Una donde acompaña en el piano al bolerista Dani Martin en el local de jazz Notorious. Otra con un mechón rubio, junto a Nicki Nicole y Tatool. Y otras de su paso en la banda de Diego Torres, abrazados, tocando el acordeón y el piano. Las de su periodo junto al cantante Axel, en pleno recital y en un momento de un solo de teclado. En un concierto en vivo con Destino San Javier, banda de folclore, que fue de las primeras que grabaron sus temas. Cuando terminó la secundaria se fue a estudiar composición en Villa María. Se frustró por no poder tocar el piano y volvió a su provincia. Entonces tomó otra decisión, probar suerte con 18 años en Buenos Aires. Probar en Buenos Aires Se anotó en la carrera para licenciatura en piano en la Universidad Nacional de Arte y se vino con un demo de canciones. Tenía la esperanza de desarrollar una carrera solista y que miles de personas cantaran sus temas. Entre 2016 y 2022, grabó con su ídolo santiagueño Leo Dan un tema de su autoría, compuso canciones para otros artistas con Juanjo Novaira, colaborador y músico de Axel, improvisó jazz con el guitarrista Luis Salinas, y además entró fijo en la banda de Diego Torres. Un viaje a Miami lo cambió todo. Lo invitaron a un asado. Terminó tocando el violín. Allí estaban Lali, Duki y Julián Gonzalo Conde, (Bizarrap). “Nos conocimos con Biza y empezamos a hacer canciones. Desde ese momento vivimos en el estudio prácticamente”, cuenta. -¿Qué hicieron juntos primero? -El reggaetón de Duki, Unfollow. Luego Ya me fui, la canción con Nicki y Duki. Y de las Sessions empezamos a trabajar juntos desde la de Chucky y Morat. De ahí en adelante le siguieron todas: Quevedo, Shakira, Milo J... Alvarado tiene otro don para los artistas del género urbano, que piensan cada lanzamiento como una estrategia de comunicación bien planificada: su discreción. -¿Cómo es el trabajo con Bizarrap? -Nosotros hacemos canciones juntos y él es el genio que sabe qué va a hacer. Antes que nada, es su proyecto y yo sólo lo acompaño en la creación de la parte más musical. El músico es un colaborador ideal. Puede pensar como un director de orquesta, hacer arreglos, producir beats, tocar varios instrumentos -piano, violín, guitarras-, inventar melodías, introducciones y motivos musicales. “Santi tiene una capacidad tan amplia y tantos recursos para generar melodías de todo tipo, que encima le encantan a la gente. Obviamente quizás él no es el que frontea (da la cara) ni el que quizás lidera el proyecto, pero es una cosa excepcional”, dice su compañero, el productor Tattool. Alvarado tiene otro don para los artistas del género urbano, que piensan cada lanzamiento como una estrategia de comunicación muy bien planificada: su discreción. Sabe guardar los secretos de cómo se hicieron los grandes éxitos en los que participó bajo un silencio blindado. “No se puede contar mucho porque se pierde la magia”, dice. “Generalmente somos nosotros dos, los artistas y nadie más.” -¿Qué te sucede cuando una canción de la que participaste la cantan otras personas? -Es una locura. Una vez estaba con mi novia en Italia en un trencito y veo una niña tarareando la melodía de la canción de Quevedo. Eso es algo que te emociona, porque no sabés hasta dónde puede llegar la música cuando uno está en el estudio. Es fuerte cuando uno escucha en la calle una canción suya. Su página oficial de YouTube tiene 492 suscriptores y su último video como solista es de diciembre 2020. La canción se llama Si alguna noche tú. Santiago Alvarado aparece tocando en el piano una balada y mira a cámara con la intensidad de los cantantes románticos. El tema tiene un halo tanguero y llegó a las 1.900 visualizaciones. La composición es compartida con Juanjo Novaira, colaborador de Axel, que lo fortaleció en el oficio de hacer canciones, aunque Santiago tiene una licenciatura en composición. Allí, también, está su tema Leñita y fuego, que grabó con Leo Dan en 2020. Era la época que se imaginaba arriba de un escenario como un solista de baladas pop.

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