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  • Entre rutas saturadas y omisiones estatales: la accidentología que desnuda prioridades

    La Paz » Politica con vos

    Fecha: 14/12/2025 03:26

    Con las fiestas de fin de año y el comienzo de las vacaciones, la circulación en las rutas de Entre Ríos vuelve a dispararse. Este salto en los siniestros viales no es un hecho aislado, revela la persistencia de un problema estructural agravado por la falta de obras de infraestructura y una preocupante retirada del Estado nacional de sus responsabilidades básicas. Opinión | PoliticaConVos Un diciembre que se parece a todos los demás Cada inicio de temporada festiva trae consigo un fenómeno repetido en las rutas entrerrianas ligado el aumento de vehículos circulando y, con ello, de siniestros viales. La Policía provincial ya ha reportado cifras que harían pensar dos veces antes de salir sin planificar el viaje. Solo en un fin de semana largo pasado se registraron 14 siniestros en rutas de la provincia, con varios heridos y múltiples controles de alcoholemia positivos. Más allá de fines de semana puntuales, los informes del Observatorio de Seguridad Vial vuelven a encender una alarma conocida. Decenas de personas pierden la vida cada año en rutas entrerrianas y cientos resultan heridas en siniestros evitables. Detrás de cada número hay familias atravesadas por la tragedia, proyectos de vida truncos y una sociedad que se acostumbra peligrosamente a convivir con estas pérdidas. La montaña de cifras detrás de cada número Los registros oficiales muestran que, aunque en algunos períodos se observaron leves descensos, la tendencia general sigue siendo preocupante. Con el correr de los meses, las cifras se deterioran y se acumulan víctimas fatales en rutas nacionales y provinciales que son clave para la conectividad de Entre Ríos. La mayoría de los siniestros graves se concentran en corredores estratégicos como las rutas nacionales 12 y 14, arterias fundamentales para el turismo, el transporte de cargas y la vida cotidiana de la provincia. Que estos tramos figuren reiteradamente entre los más peligrosos no es una casualidad: responde a una combinación de alto flujo vehicular, falta de obras estructurales y mantenimiento insuficiente. ¿Quién responde cuando el asfalto se rompe? No se puede hablar de seguridad vial sin abordar el estado de la infraestructura. Diversos relevamientos coinciden en un diagnóstico alarmante: una porción significativa de las rutas nacionales que atraviesan Entre Ríos se encuentra en estado regular o malo. Baches, calzadas deformadas, banquinas inexistentes y señalización deficiente son parte del paisaje cotidiano para quienes transitan la provincia. En este escenario, la retirada del Estado nacional del financiamiento y ejecución de obra pública vial agrava una situación ya crítica. La paralización de proyectos, el freno al mantenimiento y la transferencia de responsabilidades sin los recursos correspondientes dejan a las provincias frente a un problema que excede ampliamente sus capacidades presupuestarias. La seguridad vial no puede quedar librada a la buena voluntad de los conductores ni a parches circunstanciales. Requiere planificación, inversión sostenida y presencia estatal. Cuando el Estado se corre, el riesgo avanza. No se trata de estadísticas, son vidas en juego Reducir la accidentología a un debate técnico o estadístico implica deshumanizar una tragedia social. Cada siniestro vial grave es una historia que no llega a destino, una mesa familiar con una silla vacía, una comunidad golpeada. Las campañas de concientización son necesarias, pero insuficientes si no van acompañadas de infraestructura segura, controles eficaces y políticas públicas coherentes. La responsabilidad individual existe, pero no puede ser la coartada para justificar la inacción del Estado. Urgencia de decisiones La accidentología vial en Entre Ríos exige una discusión de fondo. No alcanza con lamentar las muertes ni con reforzar controles solo en fechas clave. Se necesita una política integral de seguridad vial, con obras, mantenimiento, señalización y presencia activa del Estado nacional y provincial. Este verano, las rutas volverán a llenarse. La pregunta es si volveremos a aceptar, resignados, que el aumento del tránsito venga acompañado de más tragedias evitables. Entre Ríos no necesita discursos de ocasión: necesita decisiones. Porque cuando las rutas colapsan y el Estado se ausenta, el saldo es siempre el mismo. Y siempre duele demasiado.

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