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  • El poder y la autoridad

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 14/12/2025 02:43

    El pasado 10 de diciembre se produjo la asunción del nuevo gobernador Juan Pablo Valdés dentro de la rutina institucional que expresa el respeto a valores democráticos importantes como, por ejemplo, los derechos electorales, aunque no resuelve de manera inmediata los problemas cotidianos de los ciudadanos, sino que apenas indica quiénes pueden hacerlo. El sistema institucional de Corrientes ha demostrado un cambio importante desde los años 90 del siglo pasado, donde reinaba una gran inestabilidad institucional (que convirtió a la provincia en un territorio indómito e imprevisible), a un sistema estable y respetuoso de la institucionalidad. Años de mucho trabajo de consensos de la mano de liderazgos fuertes como los de Ricardo Colombi y Gustavo Valdés lograron revertir esa inestabilidad, pero a la vez crearon un sistema político que pasó de ser dominante a hegemónico. Esta situación es posible porque tenemos un sistema electoral provincial que permite un ecosistema de partidos y alianzas que fortalece al frente gobernante y debilita al opositor. Sin poder de fuego ni liderazgos claros y modernos, sin posibilidades de llegar al poder y atontados por tantas derrotas, la oposición tiene la difícil tarea de crear una alternativa confiable. Es una oposición débil dentro de una institucionalidad consolidada; esta es la paradoja. En síntesis, hay confianza y tenemos una democracia procedimental buena, pero no logramos que nuestra democracia cree órdenes sociales más justos y equitativos. El viejo problema de la democracia procedimental y la sustantiva. En este sentido, la decisión política de Juan Pablo Valdés de establecer como primer eje de gestión generar más empleo es no solo oportuna, sino que sorprende por el grado de precisión del diagnóstico. Más trabajo para lograr un desarrollo sostenido de cada uno de los hogares correntinos. Los siguientes ejes ratifican la hoja de ruta contenida en el Plan Estratégico Corrientes 2030. “El segundo eje será la modernización del Estado provincial. Queremos un Estado que escuche, resuelva y que esté presente, sin burocracia ni distancias, en el celular de cada correntino que así lo necesite. El tercer eje será la transformación digital de la educación, la salud y la seguridad”, dijo en su primera comunicación formal con la ciudadanía. “El cuarto eje tiene que ver con el trabajo que vamos a seguir haciendo con los intendentes y con el desarrollo de un plan de obras de cercanía. El quinto eje es consecuencia de lo que venimos planteando. Vamos a hacer una gestión centrada en las personas, apoyando a quienes más lo necesitan y facilitando las cosas a aquellos que cuentan con más herramientas y más recursos”, afirmó el mandatario. Reconoció, con palabras breves y justas, la “base sólida que nos dejó la gestión del gobernador Gustavo Valdés”. Continuidad con cambios: un gabinete en transición Con la presencia de los gobernadores Leandro Zdero (Chaco), Maximiliano Pullaro (Santa Fe) y Hugo Passalacqua (Misiones), Juan Pablo Valdés recibió en la Casa de Gobierno los atributos del mando. El encargado de colocarle la banda y darle el bastón fue su hermano Gustavo, en un hecho inédito en la historia de la provincia. Resulta central entender el primer acto político de la jura de sus ministros porque nos habla de cómo se maneja el poder y cómo la autoridad. Como sabemos, el poder no es una masa sólida que habla a través de actos de gestión política unipersonal del Ejecutivo, y menos en el tipo de sucesión que analizamos, donde el hermano mayor entrega el poder a su hermano menor. En este caso, el poder se consensúa durante un período de tiempo en lo que llamaremos la transición al poder real de Juan Pablo. Estamos ahora en esa etapa donde hay ministros que son nombrados en lugares estratégicos elegidos por Juan Pablo y otros que continúan hasta tanto se cambie la ley de ministerios, también como un gesto de convivencia entre lo nuevo y lo que empieza a ser viejo. Volvamos a repasar los cargos: mantienen sus cargos el ministro de Hacienda y Finanzas, Marcelo Rivas Piasentini. Carlos Vignolo va de la Secretaría de la Gobernación hacia el Ministerio de Coordinación y Planificación. También mantienen sus cargos la ministra de Industria, Trabajo y Comercio, Mariel Gabur; el de Justicia y DD. HH., Juan José López; y el fiscal de Estado, Horacio Ortega. Juan Pablo Fornaroli es el nuevo secretario de la Gobernación; Emilio Lanari, ministro de Salud; José Irigoyen, ministro de Desarrollo Social; Jorge Meza, ministro de Obras Públicas; y Ana Miño, ministra de Educación. Juan Enrique Braillard Poccard es ministro de Turismo, mientras que Walter Chávez hará lo propio en el Ministerio de Producción y Adán Gaya en el Ministerio de Seguridad. El Instituto de Cultura está a cargo de Lourdes Sánchez, modelo y bailarina de 39 años, que asumirá la dirección luego de desempeñarse como directora del Teatro Juan de Vera. María Mercedes Vásquez, Carlos Simón y Eduardo Ledesma lograron el viernes, en una valiosa entrevista en “Sin Freno”, que el gobernador Valdés diga que en marzo espera que se apruebe una nueva ley de ministerios, pero sin revelar su contenido. Además, dijo que se tomará un tiempo para estudiar el organismo de Rentas, a la vez que aseguró que se incorporarán nuevos funcionarios de su confianza al Ministerio de Hacienda. El problema es que las tres secretarías (Hacienda, Finanzas y Susti) tienen, hasta el momento en que escribo este artículo, funcionarios en posesión de sus cargos. “Siempre va a ser un gabinete en transición. Todos los años vamos a hacer la supervisión de las metas y no debería sorprender si hay cambios”, sostuvo. Esta afirmación habla del carácter y de la forma en que va a ejercer el poder. Todo puede cambiar, menos él, que tiene cuatro años de mandato. Juan Pablo Valdés vino a ejercer poder, queda claro. ¿Y dónde queda la autoridad? En Gustavo Valdés. La autoridad es la otra idea que funda a las instituciones invisibles, como diría Pierre Rosanvallon. Una cosa es el poder y otra la autoridad. El poder manda la política del presente y está sometido a las urgencias del hoy y los ritmos electorales. “El poder procede de la elección, mientras que la autoridad apunta al pasado, al presente y al futuro en un mismo campo”, dice Rosanvallon. Lo propio de la autoridad es situarse del lado de lo político y no de la política, entendida como esfera de la competencia por el ejercicio de su gestión, dice el pensador francés. Quizá lo que tenemos por delante es ver cómo sigue ejerciendo el poder Juan Pablo y cómo y hasta cuándo ejerce la autoridad Gustavo. Este quizá sea el eje de la política que viene y también el motivo y centro de nuestras reflexiones.

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