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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 12/12/2025 19:08
Sylvia Molloy ahora habla de sus amigos. Es una buena noticia la publicación -para marzo o abril- en 2026 de Amigos, el libro póstumo de Sylvia Molloy, que murió en julio de 2022. Esta obra, compuesta por textos inéditos que la autora escribió tras la muerte de figuras cercanas como José Bianco, Victoria y Silvina Ocampo, Enrique Pezzoni, Edgardo Cozarinsky, Adolfo Bioy Casares, Héctor A. Murena y Manuel Puig, entre otros, ofrece una mirada singular sobre los vínculos personales y el universo artístico argentino. La edición, que cuenta con notas y prólogo de Adriana Amante, incluye además una selección de la correspondencia de Molloy, lo que permite recorrer dos décadas intensas de la vida cultural argentina, los años sesenta y setenta, a través de anécdotas y recuerdos. El libro, que publica Eterna Cadencia, está dividido en dos partes. La primera es una recopilacion de estos artículos que ella iba escribiendo sobre sus amigos y otros personajes _como Borges- y que la autora planeaba editar De hecho, contaron desde Eterna Cadencia, ya había conversaciones por el libro con la editorial. La segunda parte reúne una selección de las cartas que Molloy mandó y recibió de otros escritores desde mediados de los años 60 hasta fin de los 70. Esas cartas estaban en el archivo personal de la autora y en otros archivos, como los de Edgardo Cozarinsky, Silvina Ocampo, Enrique Pezzoni, Adolfo Bioy Casares. De todo eso se ocupó Adriana Amante. Una pionera En el último tercio de su carrera, Sylvia Molloy consolidó su lugar como pionera de la literatura de temática lésbica en Argentina. En 1981, escribió una escena que marcaría un hito: “No ha dicho una palabra desde que ella le arrojó el anillo. De pronto se incorpora como si se despertara y se desnuda. Sin mirarla se frota los ojos, se pasa la mano por el cuello, como si se acariciara. Sin mirar se acerca a ella, la desnuda y, recurriendo a las muy precisas descripciones que ella le ha brindado la hace gozar, una y otra vez...”. Este fragmento, incluido en la novela En breve cárcel, le permitió a Molloy ingresar al grupo fundador de la literatura lésbica argentina, aunque la obra no se publicó en el país en ese momento y solo circuló en fotocopias entre lectoras especializadas. No fue hasta 1998 que la editorial Simurg la editó en el país, y décadas después, la novela fue reeditada en la “Serie del recienvenido”, dirigida por Ricardo Piglia. La trayectoria de Molloy no se limita a la ficción. Como teórica, desarrolló el concepto de “poses”, explorando las actitudes, la vestimenta y los objetos que rodean a los escritores y que influyen en la percepción de sus obras. En Poses de fin de siglo, editado por Eterna Cadencia, Molloy analiza figuras como Oscar Wilde y el significado de su indumentaria, como el terciopelo y los prendedores de brillantes, en la construcción de una sexualidad visible y provocadora. En una entrevista con Clarín durante una visita a Buenos Aires, Sylvia Molloy reflexionó sobre el carácter político de la publicación de En breve cárcel en 1981. “Sí, se volvió un gesto político. En primer lugar, tuvo un rechazo muy fuerte dadas las circunstancias: era plena dictadura. Ninguna editorial quería publicarla, ni siquiera Sudamericana, donde yo ya había publicado, donde tenía amigos, pero eran épocas difíciles para sacar un libro que, se sentía, iba a ser percibido como subversivo”, afirmó la autora. Cuando se le preguntó si la editorial le dio explicaciones, respondió: “No. Me dijeron ‘este libro simplemente no se puede publicar aquí’”. Sylvia Molloy, un libro después de su muerte. La circulación clandestina de la novela en fotocopias generó una comunidad de lectoras. Molloy relató: “Eso sí, circulaba en fotocopia. La gente me decía que lo había leído así. Me gustó tener como una comunidad de lectores secreta, que el texto circulara, si bien no estaba en las librerías”. Sobre el significado de esa forma de circulación, agregó: “Encontré una comunidad, encontré –para usar el cliché que se usaba con los gays– a las ‘entendidas’. Eso fue muy lindo, porque en ese momento me perturbaban ciertas reseñas que salían. Que recalcaban –creo que por razones de cautela política– que el libro se había publicado en el extranjero, que yo vivía en el extranjero, es decir, que distanciaban al libro”. La autora también abordó el impacto de la distancia geográfica en su escritura: “No sé si hubiera escrito esa novela estando aquí, siempre me lo he preguntado. Posiblemente no la hubiera escrito”. En relación con la recepción de la obra, Molloy señaló que algunas reseñas agradecían la ausencia de detalles explícitos sobre las relaciones, a lo que respondió: “Porque quería mantener en el texto una enunciación urgente y muy comprimida a la vez, muy económica. Donde el detalle físico aparece de vez en cuando, pero muy contenido”. La escritora argentina Sylva Molloy escribió escenas memorables. El detalle de la raya en el pelo, presente en la escena citada, fue deliberado. “Esa famosa raya; esa raya fue deliberada, no te digo que la puse para que todo el mundo se acuerde, pero era el detalle que anclaba ese episodio. Yo cuando pienso en ese episodio también pienso en la raya”, explicó Molloy. Sobre la economía de la escritura, afirmó: “Esa escena es la novela entera, porque además de esa escena sexual muy contenida e intensa, es una venganza implícita y una violencia implícita”. Consultada sobre la “pose” necesaria para escribir esa novela, Molloy contó: “Era un momento muy difícil de mi vida y estaba más metida en la cueva que exhibiéndome o autofigurándome. El título me vino perfecto, estaba metida en un cuarto escribiendo. Eludía la construcción de una pose”. La autora reconoció que la novela surgió de una experiencia personal: “Algo personal que quería volcar en la escritura, sí”. Aunque la novela está escrita en tercera persona, Molloy explicó su elección: “No hubiera podido escribir en primera, necesito una distancia”. Y añadió: “No sé, para mantener, ilusoriamente si querés, cierta autonomía del personaje. No quiero identificarme demasiado”. Para ella, la tercera persona funciona como una máscara que permite inventar y distorsionar, evitando la exigencia de veracidad que a menudo se impone a las novelas. El contexto social y político ha cambiado desde la publicación original de En breve cárcel. Hoy, con el matrimonio igualitario y la presencia de novelas homosexuales en editoriales grandes, la obra se lee de otra manera. Molloy reflexionó: “El hecho de que Ricardo Piglia la incluyera en una colección donde hay novelas olvidadas o novelas de otra época hace ver que no es una novela de closet, de ‘entendidas’. Siempre fue una novela para todo el mundo”. Y subrayó: “Yo creo que toda la literatura es para todo el mundo”. La novela, escrita en París y publicada en inglés por la Universidad de Texas, comenzó a enseñarse en universidades y a leerse dentro del movimiento de estudios de género. Molloy recordó: “Esa lectura politiza la novela. Entonces, como es la época de los estudios de género, la época de cursos sobre género, se la lee en ese contexto. Recuerdo que al comienzo a mí me irritaban ciertas preguntas que se me hacían, en coloquios. Me decían, ‘pero su novela no es representativa de la lucha’ y yo les decía ‘no, mi novela es lo que es, una novela de anécdota lesbiana, pero no es una novela escrita con ese propósito’. Yo no controlo las lecturas que se hacen de lo que escribo”. Sobre el desenlace de la novela y las expectativas de los lectores, Molloy fue clara: “Me cuestionaban que terminara mal. Pero mi propósito era escribir una novela, no es una novela programática”. Ahora la voz de Molloy vuelve, habllando de sus amigos. Lo dicho: es buena noticia.
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