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  • La astrónoma que descubrió la clave para medir el universo mientras trabajaba en el anonimato

    Concordia » Hora Digital

    Fecha: 12/12/2025 15:47

    En el aniversario de la muerte de Henrietta Swan Leavitt, se recuerda su aporte fundamental para medir distancias en el universo, a pesar de que ella y su equipo enfrentaron desigualdad y falta de rec El 12 de diciembre se conmemora el fallecimiento de Henrietta Swan Leavitt, una astrónoma cuyo trabajo fue esencial para la astronomía moderna, aunque murió en completo anonimato. Su descubrimiento de la relación entre el brillo y el período de las estrellas variables permitió medir distancias galácticas y cambió para siempre la comprensión de la escala del cosmos. Sin embargo, Leavitt nunca recibió reconocimiento público durante su vida. Leavitt desarrolló su investigación desde un puesto modesto y en condiciones laborales precarias, permaneciendo en la sombra mientras desentrañaba la magnitud del universo. Incluso después de su muerte, la propuesta para nominarla al premio Nobel no pudo concretarse debido a que el reglamento impide premiar a personas fallecidas. Antes de la era de la informática, el término “computadora” se refería a personas, mayormente mujeres, encargadas de realizar cálculos matemáticos. A fines del siglo XIX, observatorios astronómicos estadounidenses, como el de Harvard, contrataron a estos equipos femeninos para analizar datos, tareas fundamentales pero consideradas rutinarias y mal remuneradas. El grupo conocido como las Harvard Computers, formado por casi un centenar de mujeres, fue pionero en la catalogación sistemática del cielo, examinando miles de placas fotográficas durante décadas. Cuando Edward Pickering asumió la dirección del Observatorio de Harvard en 1877, estableció que las mujeres no podían usar telescopios por normas de la época, pero les asignó el análisis de datos. Esta desigualdad generó críticas y llevó a que el equipo fuera apodado “el harén de Pickering”. A pesar de ello, el grupo redefinió la metodología astronómica y fue clave en la elaboración del Catálogo Henry Draper, el primero global, basado en más de medio millón de imágenes astronómicas y casi tres mil cuadernos manuscritos que aún se conservan. Los registros de la época reflejan la precariedad laboral: “solo ganan 25 centavos por hora”, indicaba un informe, y el acceso a créditos académicos o ascensos dependía exclusivamente de la buena voluntad de la dirección. Henrietta Swan Leavitt nació en Massachusetts el 4 de julio de 1868 y estudió en Oberlin y Radcliffe, la sección femenina de Harvard, antes de ingresar al Observatorio en 1893. Sufrió problemas de salud que derivaron en sordera y la obligaron a interrumpir sus tareas, pero retomó sus investigaciones sobre estrellas variables cefeidas, que cambian de brillo de forma regular y predecible, utilizando imágenes obtenidas en Arequipa, Perú. Este análisis fue fundamental para demostrar que la Vía Láctea no era la única galaxia existente. En 1908 publicó la detección de 152 estrellas variables en la Gran Nube de Magallanes y, cuatro años después, formuló la célebre relación período-luminosidad, conocida como la Ley de Leavitt. Gracias a esta ley, fue posible medir por primera vez distancias astronómicas a escala galáctica. La Ley de Leavitt convirtió a las cefeidas en “candelas estándar”, objetos cuya distancia puede calcularse con precisión a partir de su brillo aparente, transformando la astronomía de una ciencia descriptiva a una cuantitativa del universo profundo. Este descubrimiento permitió a científicos como Ejnar Hertzsprung y Edwin Hubble determinar la magnitud del universo conocido y confirmar la existencia de otras galaxias. En 1924, Hubble demostró que la nebulosa de Andrómeda era una galaxia fuera de la Vía Láctea, ampliando exponencialmente el tamaño del universo conocido. Aunque las comunicaciones académicas reconocieron la participación de Leavitt, las publicaciones oficiales continuaron firmadas por Pickering, y recién poco antes de su muerte Leavitt obtuvo la jefatura del departamento de fotometría. El trabajo del equipo femenino fue colectivo y fundamental para la astronomía. Además de Leavitt, Annie Jump Cannon creó un sistema de clasificación estelar y descubrió unas 300 estrellas variables; Williamina Fleming propuso el modelo de clasificación aún vigente; Antonia Maury catalogó más de 10.000 estrellas; y Cecilia Payne-Gaposchkin demostró que las estrellas están compuestas principalmente por hidrógeno y helio, enfrentando escepticismo inicial. La contribución de las “Computadoras de Harvard”, a menudo opacada en la historia, es imprescindible para entender el desarrollo de la astronomía moderna. “Henrietta Leavitt ha hecho más por la astronomía que la mayoría de nosotros”, escribió Harlow Shapley, director del Observatorio de Harvard tras la muerte de Leavitt el 12 de diciembre de 1921. Ella falleció de cáncer a los 53 años sin ver el impacto total de su gran descubrimiento. Su legado, lejos de perderse, recupera visibilidad gracias a programas de preservación y digitalización impulsados por la Universidad de Harvard. Según BBC Mundo, proyectos como PHaEDRA (Preserving Harvard’s Early Data and Research in Astronomy) llevan adelante la transcripción, catalogación y digitalización de los cuadernos manuscritos y más de 650.000 placas fotográficas tomadas desde 1847 hasta fines del siglo XX. Este acervo se integra a bases públicas como el sistema ADS de la NASA, permitiendo que investigadores y público general accedan a más de cien años de observaciones astronómicas y asegurando que el aporte de las Harvard Computers siga iluminando la ciencia futura.

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