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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 12/12/2025 12:43
Después de la película y de sus polémicas, Homo Argentum llega como un libro que, además, aporta una historia inédita. La obra, escrita por Gastón Duprat y Mariano Cohn, ha superado el ámbito literario para convertirse en un fenómeno social y cultural. Homo Argentum reúne relatos que exploran la idiosincrasia argentina a través de personajes que encarnan distintas facetas del ser nacional. En sus páginas conviven figuras valientes y cobardes, nobles e interesados, confiables y estafadores, todas atravesadas por un denominador común: la argentinidad. Esta diversidad de perfiles ha sido uno de los motores de las intensas discusiones públicas que generó la película homónima, debatida con la misma pasión y vehemencia que caracteriza a los grandes temas del país. Detrás de este proyecto se encuentran Duprat y Cohn, referentes del cine y la televisión de habla hispana. Su trayectoria comenzó a principios de los 90 en el videoarte y el cine experimental, para luego consolidarse en el documental y la televisión, donde crearon formatos como “Televisión abierta”, “Cupido” y “Cuentos de terror”. Su salto al cine y las series los llevó a los principales festivales internacionales y les valió más de cuarenta premios, posicionándolos como figuras centrales del audiovisual latinoamericano. Aquí, un fragmento: Bienvenidos a Buenos Aires José, un “arbolito” de la calle Florida, está parado en la entrada de una galería, ofreciéndole cambio de moneda extranjera a los peatones. —Dólares, euros, reales, cambio, cambio... El mejor cambio de Buenos Aires. Atento al aspecto de los peatones, de los que sabe distinguir entre locales y extranjeros, detecta a una pareja de turistas norteamericanos y empieza a hablarles en un inglés sobrepronunciado: —Dálars... de best cheinsh in the world… Los norteamericanos siguen de largo. En sentido contrario aparece un matrimonio de turistas brasileros. José los distingue y les habla en portugués: —¿Brasilero? Eu tengo... a melior cambio da cidachi... Los turistas se detienen. Dudan. José les habla en un tono muy cálido y amable y les señala la galería: —Vengan. Los turistas entran con José a la galería y conversan mientras caminan. —¿De qué cidachi son? —São Paulo —dice el hombre. Los realizadores Mariano Cohn (d), y Gastón Duprat (i). EFE/Juan Herrero. —Ah... importante cidachi enorme, poderosa, muitu dinero, grandes edificios… —¿Vocé conhece São Paulo? —dice el hombre. —No —dice José. Los turistas se miran entre sí extrañados y siguen caminando. Entran a un local lúgubre de la galería, donde José los atiende ahora detrás de un mostrador rodeado de perchas de las que cuelgan decenas de camperas de cuero, y mete unos fajos de pesos argentinos en una máquina de contar billetes. El turista brasilero saca de su bolsillo un fajo de dólares, cuenta mil, los deja en el mostrador y se guarda el resto. José le presta atención a los dólares sobrantes, que mira con codicia antes de recibir los mil dólares a cambio de varios fajos de billetes argentinos. —Perfeito —dice José—. Listo. De cortesía estamos entregando este cupón de descuento para una tanguería de San Telmo, y este llavero de nuestro “Papita” argentino. La mujer agradece con simpatía el cupón y toma el llavero con la figura del Papa Francisco, mientras su marido se guarda un fajo de pesos adentro de su campera y dos en su mochila, y separa unos billetes que le entrega a ella, y que ella a su vez separa en dos partes y las guarda en su abrigo y en su cartera. La transacción ha terminado, pero José se ve obligado a mantener su cordialidad. —Uma pregunta —dice José. Pero tienen que ser sinceros, eh... El matrimonio se mira extrañado, esperando la pregunta. —¿Messi, Maradona o Pelé? —dice José. El matrimonio sonríe por la ocurrencia de José. —Mmmm... Eu acho que Messi... —dice él hombre. —Sí, Messi... Gosto muito dele, é um menino muito humilde, muito nobre —dice ella. —Pra mí, sinceramenchi, el melior du mundu es Pelé —dice José. El hombre y la mujer se ríen. Están distendidos y confiados, sin resabios de la inquietud que les había provocado José al verlo en la puerta de la galería. José sigue hablando en su trabajoso portuñol: —Messi es más español que argentino y Maradona hizo el gol con la mano contra los ingleses. Eso es trampa. Como argentino no lo puedo permitir. Pelé fue un yugador completo, con un físico impresionanchi, con una conducta intachable... El hombre le da la razón. Le dice a José que es verdad lo que dice de Pelé, que fue un crack con velocidad, potencia, agilidad, inteligencia. Pero le concede que Messi es un genio. José intenta cerrar la conversación. Les dice que no quiere entretenerlos más, que los deja seguir, y les señala las camperas de cuero colgadas de las perchas, por si quisieran llevarse alguna. La mira a la mujer y le dice, sonriendo: —¿Gosta camperas de cuoro? —Ella le contesta, halagada: —Muito brigado... Adoro roupas de couro... mais vamos a pasear. José le da una tarjeta del local, y los despide: —Perfecto. Ha sido un placer. Ellos saludan a José y se van del local, sin advertir que los sigue hasta la salida de la galería a una distancia prudencial. Cuando el matrimonio gana la calle, José los observa desde la entrada de la galería. Toma su celular y habla en tono seco, serio, muy distinto al tono dulzón con el que habló con el matrimonio: —Hola... Es un matrimonio de brasileros. Él está con campera azul. Ella: campera verde y zapatos. Llevan los pesos repartidos en la mochila de él, la cartera de ella y adentro de los abrigos. Él, además, lleva dólares repartidos en el bolsillo delantero derecho del pantalón. Justo cuando está terminando la llamada, José ve que el hombre mira circunstancialmente hacia atrás, y levanta la mano para saludarlo desde lejos. Lo mismo hace la mujer. José les devuelve el saludo, sonriéndoles y levantando el pulgar, mientras tapa el micrófono del teléfono y les grita: —¡Disfruten! ¡Bienvenidos a Buenos Aires!
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