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  • Entre $22.000 y $24.000 el kg de asado para Navidad || Ya no se puede comer más carne vacuna: crece el precio con la exportación. Aumenta el consumo de pollo y cerdo

    Paraná » Entreriosactual

    Fecha: 11/12/2025 01:15

    Entre $22.000 y $24.000 el kg de asado para Navidad Ya no se puede comer más carne vacuna: crece el precio con la exportación. Aumenta el consumo de pollo y cerdo Unos pocos celebran balances récord gracias a la exportación, mientras la mesa familiar se empobrece y se resigna a lo que queda. La mesa argentina –esa que históricamente se sostuvo sobre un buen asado, cortes accesibles y una identidad construida alrededor de la carne vacuna– enfrenta hoy una crisis que ya dejó de ser una advertencia para convertirse en un hecho brutal: cada vez menos argentinos pueden pagar un kilo de carne. Mientras los precios internos se disparan, el mercado exportador es el gran ganador. Los frigoríficos encuentran en el exterior un negocio más rentable, y la ecuación es sencilla: si afuera pagan más, la prioridad es exportar, y el mercado interno queda relegado. Así, el ciudadano común, el que hace malabares para llegar a fin de mes, observa cómo la carne vacuna se transforma en un lujo, no en un alimento básico. La exportación marca la cancha y el bolsillo paga la factura En los últimos meses, el precio del novillo puesto a faena y de los cortes más populares creció muy por encima de los salarios. El consumo per cápita de carne vacuna, que supo superar los 60 kilos por año, hoy se derrumba a niveles de emergencia. No es casual: cuando se exporta más, la oferta local se achica y los precios suben. Un mecanismo repetido, conocido y tolerado por gobiernos que no se animan a enfrentar a un sector que acumula poder económico y capacidad de presión. El argentino cambia de menú: pollo y cerdo, los reemplazos obligados La consecuencia social es inmediata: el pollo y el cerdo avanzan como sustitutos, no por preferencia sino por obligación. El consumo de carne aviar crece de forma sostenida en todos los estratos sociales, mientras el cerdo, más barato y accesible, también suma terreno. Sin embargo, este reemplazo no es inocuo. Cambia la dieta, cambia la cultura gastronómica y cambia incluso la economía regional que depende de la ganadería bovina. Un país que produce alimentos pero no puede alimentarse El contraste es indignante: Argentina produce carne para el mundo pero empieza a excluir a su propio pueblo del plato. El relato del “gran productor de alimentos” se vuelve una postal vacía cuando la mayoría de las familias ya no puede comprar los cortes que históricamente definieron la identidad de la cocina nacional. La pregunta es simple y urgente: ¿Qué modelo de país se construye cuando el argentino deja de poder comer carne? Hoy la respuesta parece nítida: uno donde unos pocos celebran balances récord gracias a la exportación, mientras la mesa familiar se empobrece y se resigna a lo que queda.

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