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  • «Te hice pica»: la jerga narco que destapó la ambición de Los Monos y el negocio de la droga en Rosario

    » El Ciudadano

    Fecha: 08/12/2025 13:15

    «Te hice pica nos hace recordar al juego de las escondidas de nuestras infancias, cuando lo gritábamos al descubrir a alguien que se ocultaba y eso es lo que vi en mis primeros años de viajes a Rosario para reportear sobre el fenómeno del narcotráfico. Gente que se escondía para hacer sus negocios y otros que los descubrían y que, sin ser policías o integrantes de fuerzas de seguridad, les hacían pagar por eso, como los integrantes de Los Monos, que gracias a eso empezaron a salir de la pobreza”. Así explica Nahuel Gallotta el título de su tercer libro en el que cuenta a través de las voces de los protagonistas la historia del tráfico de drogas en Rosario y la banda de Los Monos. Gallota habló con “Feos, Sucios y Malos”, el programa de la FM 103.3 Radio Universidad que se emite los jueves de 21 a 22. El libro fue presentado el último sábado por el legislador Carlos del Frade y el periodista Sergio Naymark. El texto cuenta entre otras cosas la historia de Claudio “Pájaro”Cantero, quien desde la zona sur de la ciudad y, “después de la crisis del año 2001, se planteó junto a tres amigos salir del barrio Las Flores donde vivían, progresar económicamente, cruzar la avenida de Circunvalación y llegar al centro de la ciudad”. Algo que no les resultó fácil. “La ambición del Pájaro, las ganas de ser alguien, de que sus hijos no tengan la misma vida o la misma infancia que había tenido él, me parece que fue el motorcito que hizo que los Cantero no siguieran siendo lo que venían siendo”. “Practicaban todo tipo de delitos y todos le salían mal”, dice Gallotta. “Eran delitos muy bizarros. Hay una anécdota muy buena sobre eso que dice que un día aceptaron la propuesta de una mujer que quería darle un susto y hacerle pasar un mal momento a su marido infiel y los contrató para eso. No sé si les dio resultado, pero cobraron dinero por hacerlo. Les cobraban peajes a los repartidores, cometían accidentes tipo caranchos para cobrar seguros, pero no lograban salir de pobres o, como se dice en la jerga, no lograban encontrarse con la moneda”. Pero una tarde, “en épocas en las que comían milanesas de caballo y tenían que ir a cazar o a pescar para comer, a uno de esos cuatro amigos se les ocurre una idea y es empezar a cobrarles a los que vendían drogas en el barrio y se impusieron rápidamente porque todos les tenían miedo ya en ese entonces”. Y además, agregó el periodista: “¿Quién los iba a denunciar? ¿Quién iba a ir a una Fiscalía a decir que les cobraban por vender drogas?” A “esa cultura delincuencial”, dice Gallotta, “Los Monos la empezaron a denominar: «Te hice pica. Te descubrí vendiendo y ahora me tenés que pagar». Muchas veces, cuando iban a los búnkers o iban a las esquinas en las que se vendía droga, dejaban un cartel con una frase más o menos así, tipo: «No anden jugando a las escondidas detrás nuestro porque si los picamos va a ser peor»”. Gallotta se apropia de la diferenciación que hace el periodista español Pablo de Llano, quien pasó varios años en México cubriendo la violencia narco. Este colega sostiene que no hay periodismo bueno o periodismo malo sino que hay un periodismo muerto o inerte y un periodismo vivo. “Mi interpretación de lo que él sostiene tiene que ver con hacer un periodismo desde la silla de la redacción con los teléfonos, con las gacetillas que envían la policía o los fiscales o un jefe de prensa y el que se hace yendo al territorio, estar en contacto directo con las fuentes, con quienes participan de los negocios ilegales, contando lo que pasa en las esquinas, en los cafés donde se encuentran para cerrar sus tratos, en esos que en las universidades nos inculcan como que está mal ir”. Y agrega que, “de otra manera, lo que no está en el expediente no es oficial, no debe contarse. Y yo no soy tan fanático de lo oficial, porque lo oficial siempre tiene un mensaje y un plan de comunicación detrás, prefiero otro estilo, otra forma de hacer periodismo aclarando que las cosas que se dicen en los cafés o en las esquinas muchas veces son incomprobables, pero eso debe ser analizado desde una lógica delincuencial o callejera y desmenuzarlo para no caer en las trampas que pueden tenderte”. Gallotta empezó a viajar a Rosario para reportear en 2017 y en abril de este año decidió cerrar las entrevistas para publicar “Te hice pica”. Durante todos esos años recogió un sinfín de anécdotas y recopiló un montón de hechos de protagonistas, sus familiares, policías, amigos y vecinos que dan cuerpo al libro que no se queda en la zona sur de la ciudad en la cual Los Monos empezaron con sus delitos sin que recorre cada uno de los barrios y rincones rosarinos. “A mí me interesaba arrancar por Los Monos porque siento que ellos son parte de la familia emblema de lo que es el narco de la ciudad, y también me pasaba como consumidor de todo lo que sale en los medios, que yo no veía a los demás personajes de las historias. Y yo aprendí que si no conocemos a los personajes, o si no nos metemos hasta el alma de los protagonistas de las historias, nunca vamos a entenderlas”. En ese sentido, Gallotta dijo sentir que “tanto de Guille Cantero como del mismo Pájaro o de su ex esposa, Lorena Verdún, o de su madre, Celestina Contreras, sabemos muy pocas cosas más allá de las cosas que se les achacan en los expedientes, las condenas que les dan, los delitos que cometieron, pero nada más. Y yo quería ir a buscar para saber cómo eran ellos en su día a día, cómo hacían los negocios, cómo son y en qué se parecen a nosotros”. Y con respecto al negocio en sí mismo, el periodista explicó: “Si uno quiere entenderlo tiene que sentarse a charlar con quienes lo llevan adelante, será un narcotraficante, un distribuidor, un vendedor minorista o quien sea. Saber la logística que implica traer una avioneta cargada de droga hasta las afueras de Rosario y ver cómo llega hasta el consumidor. Y en parte de todo ese tránsito Los Monos tienen muy poco que ver”. En ese mismo sentido Gallota explicó: “Desde Buenos Aires y en Rosario también siempre se dijo la banda narco de Los Monos y la verdad es que si vos te pones a ver, si vas a los cafés donde hacen los negocios, a las esquinas y a los barrios, vas a ver que el trabajo de ellos es la distribución hacia abajo, nunca fueron grandes narcos. Tal vez el papel del gran narco de la ciudad, al menos para mí, lo tiene Esteban Alvarado que monitoreaba la producción y era capaz de recibir cargamentos de 400 kilos de drogas por cada vuelo”. Consultado sobre por qué un periodista de la ciudad de Buenos Aires se interesó en lo que pasaba en Rosario cuando muy cerca de donde vive ocurren cosas similares, Gallotta dijo que se puso a escribir porque le generaba “mucha curiosidad lo que ocurría pero que veía que había mucho relato oficial y poco de calle”. Y comentó que en sus dos libros anteriores (“Conexión Bogotá”, de 2015; y “Bandidas”, de 2019) nunca dejó de ir a los territorios en busca de los testimonios. “Me faltaban historias, me faltaba ver el negocio en sí, porque yo a veces leía o escuchaba «Siete narcos detenidos», pero en una nota nadie te explica que hay un proveedor, un receptor, un distribuidor, un vendedor. En esas notas no explicaba si alguno de esos siete tenía llegada, como se dice en la jerga, a la fábrica, o sea a los bolivianos, a los paraguayos. Para la nota eran todos los mismos. Y alguien que vende al menudeo no es lo mismo que un narco o alguien que baja avionetas hasta el país o un transportista, que para mí son parte de la cadena pero no es un narcotraficante, porque él no compra ni vende”. Fue a partir de eso que nació la curiosidad en Gallotta por explorar los territorios, entender el negocio y obsesionarse con Rosario, a donde vino unos 30 veces hasta que tuvo “que cortarla porque había que publicar el libro». Igual, dice: «Aunque uno siempre quiere seguir yendo”. Y en ese ir y venir descubrió que “el mercado de la droga en Rosario es único, particular y diferente de otros en el país”. “Lo que pasa en Rosario no pasa en ninguna otra provincia, ni en la ciudad de Buenos Aires. Hoy en día cualquier vendedor en la ciudad tiene que tener un tío mágico, como se le dice en la jerga, que es el que te autoriza a vender cocaína. Porque si no lo tenés y te descubren vas a caer preso y te van a decir que a partir de ese momento tendrás que pagar todas las semanas un canon para poder seguir vendiendo o si no te obligan a comprarle la droga a tal o cual y, al comprarle, recibís también la protección de ese tío mágico. Eso me pareció superloco. Segundo, existen multas en Rosario. Si yo te prometo que el lunes te llevo 3 kilos y el lunes te fallo, el martes también y no te la llevo, al final te cobro una multa y junto a esos tres kilos vas a tener que dejar otro gratis”. Respecto de lo que pasa en la ciudad de Buenos Aires, el periodista explicó que “las grandes bandas de microtráfico, como por ejemplo las asentadas en las villas 1-11-14 y 31, que son de organizaciones peruanas, quizás se conforman con quedarse ahí adentro y limitarse a controlar esos barrios para no entrar en conflictos con otras bandas. O en el partido (bonaerense) de San Martín, que funciona otra gran banda y no son más de dos las que tienen más de un barrio controlado, es decir tres o cuatro villas. Pero lo que yo vi en Rosario no lo vi en ningún otro lugar. En su momento, cuando yo empecé a investigar, había cuatro o cinco grupos fuertes en toda la ciudad, con uno que tenía la zona sur, otro con la zona norte y así. Pero después eso fue cambiando y la gente fuerte no se quedó en su zona y empezó a cruzar fronteras, por lo que se desató una verdadera disputa que se cobró muchas vidas”. Acerca del rol que cumple la policía en el negocio, Gallotta dijo: “El rol no es muy distinto a lo que pasa en Buenos Aires. No hay tanta distancia entre lo que pasa en Córdoba, en Buenos Aires o en Rosario. Lo que sí percibo en Rosario y también son cosas que se dicen en los cafés y tiene cierta lógica es que nada se hace sin el aval de la policía o de gente que es un poco más que la policía. Eso es muy notorio. Y te pongo un ejemplo. ¿Cómo puede ser que en los últimos dos meses hubo procedimientos contra gente de Los Monos, gente que estaba en guerra contra la banda de Los Menores y al líder de éstos siguen sin encontrarlo?”. “Creo que no hay un plan estratégico y si lo hubo fue para ir contra cierto grupo por momentos y para darle vía libre a otro. Y en algún momento, lo dicen los entrevistados, cambia el ciclo y quienes perdían ganan y viceversa”, describe. Si eso se vuelca a números y economía, Gallotta dice: “El precio al por mayor de la cocaína traída en avioneta ronda los 2.300 o 2.400 dólares por kilo. Si una avioneta trae 400 kilos y se pierde estamos hablando de 1 millón de dólares de inversión, y eso no se hace si antes no se habló con alguien, si no se consultó. Nadie se arriesga a perder tanto en tan poco tiempo. Porque no creo que haya hoy en Rosario alguien, ni los hermanos Bilbao (apresados en los últimos meses) que tengan un millón de dólares cash para ponerlo por adelantado y perderlos”. “Entonces, a mí lo que me parece es que siempre hay acuerdos y esos acuerdos repercuten en la baja de la violencia porque incluyen el ir contra tal o cual grupo en determinado momento”, agregó Gallotta. También el periodista se refirió a lo que el gobierno santafesino menciona como una “reconfiguración de liderazgos” en las bandas a partir de la caída de sus líderes. “Se habla de internas en Los Menores, de internas en Los Monos. Lo que sí me parece es que, y esto me lo han comentado, acá la disputa no es por un territorio, por quitarte clientes o por sacarle búnkers al rival y ponerme a vender mi droga en tu lugar. Eso es puro berretín, puro cartel. ¿A qué me refiero con todo esto? Que hay alguien, no sé quién es, tampoco es mi tarea decirlo, que se quiere llevar la gloria de decir: «Yo terminé con los Cantero, yo terminé con Los Monos»”. Y agregó: “Es como cuando en una pelea tenés a alguien contra las cuerdas. Tal vez Los Monos están en su peor momento y están entre las cuerdas. Pero yo siento que esto no es una cuestión territorial, ni de negocio, ni de dinero. Es más por el ego y por la chapa. Ese cartel de decir: «Yo hoy los ataco, yo voy para adelante, yo no les tengo miedo y yo con esto impongo respeto»”. El libro de Gallotta se puede conseguir el la librería Homo Sapiens de calle Sarmiento 829 o en la librería online de Orsai https://tienda.orsai.org/

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