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  • Barrio Refinería, una parte de Rosario que ya tiene 122 años y quiere recuperar su nombre

    » La Capital

    Fecha: 07/12/2025 19:33

    Ese sector de la ciudad no olvida sus adoquines y tradicionales bodegones, que hoy se confunden entre las torres más altas de la ciudad Las Malvinas para el catastro, Refinería para muchos y hasta Refi, para otros. Es el barrio obrero de pequeña traza con grandes fuentes de trabajo al filo de los dos últimos siglos, que albergó migrantes y acuñó su identidad en callecitas empedradas, conventillos, embarcaderos, la brisa fresca de tardecita y, sobre todo, la buena vecindad, según sus habitantes. Pero también el barrio en transformación. De la refinería y el puerto, al barrio y las torres, una radicación inmobiliaria lindera de alta gama, que tracciona cambios, pero no borra la memoria. El 30 de noviembre, el barrio celebró sus 122 años, junto a los 90 de la Escuela Técnica N 471 Rodolfo Rivarola, una de las instituciones referentes del lugar, además del Colegio Boneo, la Escuela N 434 General Las Heras y la Biblioteca Popular Homero. Y la ocasión fue una fiesta con más de 400 vecinos y los 150 comercios que donaron los premios a sortear. Hubo música de candombe y mandolinas, fotos del pasado y el presente, mostrando el comienzo de la transformación de Refinería, a fines de 1990, con la construcción de la primera etapa del Centro de Renovación Urbana Scalabrini Ortiz, que siguió, en 2005, con el plan especial Puerto Norte. El Museo Itinerante del Barrio Refinería, único en Rosario en su tipo, gestó el festejo con la consigna de “una noche para honrar la memoria colectiva y el pulso vivo del barrio” . En su concepción especial que rompe con lo estático, el Museo Itinerante es algo vivo, y se constituye como tal, cuando se reúnen los vecinos con sus objetos y fotos para mostrarlos y contar las historias relacionadas con los mismos en escuelas e instituciones. En ese haber sui géneris, el museo de Refinería, fuertemente social, tiene las colecciones de soldaditos más importantes de Rosario, casi mil piezas, y de tacitas de té de juguete más importantes de Rosario, explica su portavoz, el arquitecto y arqueólogo, Gustavo Fernetti. Se puede consultar en museorefineria.blogspot.com. Con la imagen del Barquito de Papel, la vecinal del barrio se anuncia como Las Malvinas, frase con la que se renombró al barrio en 1947, sin mayor éxito. Está ubicada en Don Orione al 500 y ofrece distintas actividades recreativas, incluso gratuitas para niños con capacidades diferentes, además de oficiar de gimnasio para Pami . Su referente, Gisela Silva, se muestra entusiasta, pero reconoce que, parafraseando el cartel, deben remar mucho para concitar la atención de los vecinos, ya que sus integrantes trabajan y sólo pueden abrir a las 17. “Quizás porque estamos en una cortada y acá hay problema de inseguridad”, comenta. Cuarta generación, su bisabuelo fue lechero del lugar, de una familia que nunca dejó el barrio, Silva anota: la transformación no sólo está en lo urbano, también en los impuestos. Además dice que quieren recuperar el nombre Refinería, como fue toda la vida. Y rescata acontecimientos del barrio, “cuando en el Gigante (Rosario Central), hay partido, viene mucha gente que alquila o se hospeda por acá y otra cosa a destacar es la gastronomía, viene mucha gente a los restaurantes y bodegones”, explica. Según su mirada, el barrio creció y en poco tiempo cambió mucho con lo construido en la costa, y en calles como Vélez Sarsfield, Gorriti y Luis Carballo. “Pasó de ser un barrio de gente trabajadora, a otro que va creciendo de nivel”, dice entre risas. Los cambios La transformación en curso del barrio Refinería, traccionada por las intervenciones urbanísticas, es objeto de estudio de dos investigadoras del Conicet. La antropóloga Marianela Casado, focalizó el tema “Los usos y las representaciones sociales de los habitantes del barrio Refinería sobre el espacio urbano de Puerto Norte”. En ese sentido, dice: “Voy registrando si de alguna manera, o no, se va transformando la vida cotidiana en este lugar, a través de entrevistas y observaciones”. Y explica que indaga qué tipo de relación van generando esas transformaciones, “es algo muy reciente, que se está generando en la actualidad”, señala. Por su parte, Paula Vera, indagó cómo los actores sociales perciben y transforman a este barrio histórico. La historia La Refinería Argentina de Azúcar, que en 1889 se instaló en Gorriti al 100 y que procesaba y embarcaba para exportar la zafra de Tucumán legó el nombre al lugar, que se encuentra entre las calles Alberdi, Carballo y Francia, y las vías del ferrocarril; el espacio tiene el insólito caso de límites difusos, como dicen sus moradores, porque algunos señalan otra traza, similar pero que dibuja sobre el mapa un polígono ampliado o restringido, algo que no parece extraño en un contexto de cambios. En las primeras décadas del siglo XX en el barrio había trabajo: una algodonera que elaboraba soga y yute, la fábrica de hojalata Centenera, el ferrocarril Central Argentino, el puerto y la refinería que no sobrevivió a la crisis de 1930. Por entonces, los bares eran los únicos que tenían teléfono y los parroquianos/obreros esperaban impacientes la llamada del capataz del puerto, pidiendo mano de obra para uno u otro trabajo. Un poco atrás en el tiempo, en 1901, el barrio fue escenario de la primera huelga sindical del país, en la que la represión policial asesinó al obrero Cosme Budislavich, escena que recogió el muralista Antonio Berni en su icónico cuadro Movilización. Cuando estas fuentes de trabajo fueron desapareciendo, sus habitantes oficiaron de mano de obra en otros puntos de la ciudad, aunque seguía siendo un lugar obrero, mientras se consolidaba como unidad significativa e identitaria, es decir un barrio de nombre propio.

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