05/12/2025 23:49
05/12/2025 23:49
05/12/2025 23:49
05/12/2025 23:49
05/12/2025 23:49
05/12/2025 23:48
05/12/2025 23:48
05/12/2025 23:48
05/12/2025 23:48
05/12/2025 23:48
» Radiosudamericana
Fecha: 05/12/2025 23:08
Viernes 05 de Diciembre de 2025 - Actualizada a las: 15:01hs. del 05-12-2025 NÚMEROS IMPACTANTES La autora y comunicadora Soledad Gutiérrez Eguía advierte sobre la “epidemia silenciosa” de adicción a las pantallas y la exposición temprana a contenido sexual explícito. Pide a los adultos involucrarse y actuar. La sobreexposición a las pantallas en la infancia y la adolescencia dejó de ser un fenómeno aislado para convertirse en un problema de salud pública global. Así lo advirtió Soledad Gutiérrez Eguía, licenciada en Comunicación, docente, activista social y autora de “Querido Adolescente, no es tu culpa”, un libro que busca explicar, con evidencia científica y lenguaje accesible, cómo la tecnología está afectando el cerebro de los más jóvenes. En contacto con Radio Sudamericana, la autora contó: “Empecé a ver estragos en chicos de todos los sectores sociales”. Tras dirigir programas comunitarios por los que pasaron más de 800 adolescentes y ser madre de tres hijos, Gutiérrez decidió profundizar en la problemática. “Después de la pandemia noté muchísimo daño causado por la sobreexposición a las pantallas”, afirmó. La escritora investigó durante más de dos años informes de UNESCO, UNICEF, Save the Children y estudios internacionales sobre neurociencia y conductas digitales. Lo que encontró, dijo, “me hizo entender que había que contarlo y hacerlo masivo: los chicos están perdiendo la libertad sin darse cuenta”. Uno de los datos más impactantes que comparte la autora proviene de estudios realizados en España, un país con menos exposición a pantallas que Argentina. La infancia sexualizada: 9 de cada 10 chicos ya consumen pornografía dura “En España se habla de que 9 de cada 10 chicos consumen pornografía dura y que empiezan a partir de los 8 años”, alertó. Y agregó: “Si allá pasa esto, imaginemos en Argentina, que es el quinto país del mundo con más horas frente a pantallas”. La autora advierte que los niños y adolescentes no buscan el contenido: los algoritmos se lo acercan. La consecuencia es un aprendizaje distorsionado y violento de la sexualidad. “Las pantallas muestran a las mujeres como objetos y a los hombres como superhéroes sexuales. No hay respeto, reciprocidad ni responsabilidad”, remarcó. Incluso mencionó casos de: Adolescentes de 20 años tomando viagra porque creen que deben imitar lo que ven en los videos. Chicas sometiéndose a prácticas violentas porque piensan que “eso se espera de ellas”. “Es tremendamente profundo el daño en la psiquis. Muchos chicos están aprendiendo sexualidad casi exclusivamente por las pantallas”, lamentó. Adicción diseñada: “No es culpa de los chicos, las pantallas fueron creadas para generar dependencia” Uno de los conceptos centrales del libro es desmontar la idea de que los adolescentes “no se controlan”. Para Gutiérrez Eguía, ocurre lo contrario: el diseño de las plataformas está pensado para quitarles control. “Las pantallas fueron creadas para generar adicción. No es culpa de los chicos”, sostuvo. Explicó que las grandes compañías tecnológicas invierten millones de dólares en neurocientíficos para modelar apps que retengan usuarios la mayor cantidad de tiempo posible. “Cada vez que recibimos un me gusta, un nuevo seguidor o ganamos un juego, el cerebro libera dopamina. El problema no es la dopamina en sí, sino el exceso”, indicó. Esa sobreestimulación provoca un fenómeno alarmante: el cerebro se adapta para protegerse y pierde la capacidad de sentir placer en la vida real. “La luz se vuelve tan fuerte que nos encandila. Nos damos vuelta y vemos todo negro”, graficó. Esa sensación de vacío lleva a que los chicos vuelvan compulsivamente al celular “no ya por elección, sino por necesidad”. Abstinencia digital: temblores, irritabilidad y ansiedad El retiro brusco de pantallas genera en muchos adolescentes un cuadro similar al de otras adicciones. “He visto chicos con temblequeo de piernas, ansiedad extrema y necesidad de tener algo en la mano todo el tiempo”, relató la autora. “Es un síndrome de abstinencia real. Esto ya es ciencia, no opinión”. Si bien Gutiérrez no demoniza la tecnología y reconoce su valor, advierte que la falta de límites y la ausencia de acompañamiento adulto está dejando consecuencias profundas. El desafío para las familias: informarse, acompañar y poner límites Gutiérrez aseguró que los adolescentes sí quieren cambiar, pero no pueden solos. “Muchos me escriben diciendo que están intentando modificar su relación con la tecnología, pero no logran sostenerlo sin ayuda. Necesitan a los adultos”, afirmó. Por eso, su libro también está pensado para padres: “Tenemos una obligación generacional de involucrarnos. Está en juego la felicidad de una generación completa”. La autora propone en la última parte del libro diversas técnicas y acuerdos familiares para una convivencia más saludable con las pantallas.
Ver noticia original