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Parana » Asdigitalnews
Fecha: 05/12/2025 13:13
El indulto que el presidente de EE.UU., Donald Trump, le otorgó al expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández (2014-2022), quien habÃa sido condenado por delitos de narcotráfico, revivió otros casos que han evidenciado las contradicciones de la supuesta guerra contra las drogas. La semana pasada, de manera sorpresiva, Trump se involucró de lleno en el proceso electoral de Honduras, apoyó al candidato ultraconservador Nasry Asfura (Partido Nacional) y anunció el indulto a Hernández, quien habÃa sido condenado a 45 años de prisión por haber recibido sobornos para permitir el tráfico de cocaÃna desde el paÃs centroamericano hacia EE.UU. El caso provocó una polémica porque Trump tomó la insólita decisión, en medio de su renovada "guerra narco", que incluye sanciones arancelarias a paÃses como México supuestamente por no combatir a los cárteles; operativos armados contra lanchas en el Mar Caribe y el Océano PacÃfico, que han dejado un saldo de decenas de muertos; y amenazas directas contra Venezuela. Congresistas demócratas advirtieron que el indulto demostraba la "hipocresÃa" del presidente. Además, Trump ha calificado sin pruebas a los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y de Venezuela, Nicolás Maduro, de ser narcotraficantes, pero la historia demuestra que, en realidad, EE.UU. ha protegido a polÃticos vinculados con el narcotráfico cuando sirvieron a sus intereses. Panamá Uno de los casos más recordados es el de Panamá, durante el Gobierno de Manuel Noriega (1983-1989), quien fue reclutado como informante de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) cuando estudiaba en una academia militar en Perú. De hecho, Noriega fue uno de los alumnos de la tristemente célebre Escuela de las Américas, el centro de reclutamiento donde EE.UU. entrenó a militares y policÃas latinoamericanos en 'estrategias de contrainsurgencia', que consistÃan en el uso de la tortura y las ejecuciones sumarias, y que se convirtieron en noma para las dictaduras de los años 70 y 80 del siglo pasado. Fue justo en esos años en los que, a fuerza de represión, sin elecciones de por medio, Noriega se convirtió en el hombre más poderoso de Panamá con el aval de la CIA, que estaba sumida en el combate contra los sandinistas de Nicaragua. La agencia estadounidense protegÃa a Noriega, a pesar de que tenÃa vÃnculos con el Cártel de MedellÃn y de que era una pieza clave para el tráfico de cocaÃna de Colombia a EE.UU., un paÃs que en esa época enfrentó una epidemia de consumo de esa droga. No obstante, en ese momento a EE.UU. le importaba más echar a los sandinistas que combatir al narco. Por eso, el Gobierno de Ronald Reagan no dudó en financiar a "la contra" nicaragüense con un sucio negocio. De este modo, los aviones estadounidenses que llevaban armas al paÃs centroamericano volvÃan a EE.UU. cargados con drogas que, en muchos casos, pasaban por Panamá con la anuencia de Noriega. Gran parte de los millones de dólares que implicó la operación ilegal también se quedó en sus manos. "Todos en Panamá —todos en el Departamento de Estado, todos en las Fuerzas Armadas— estaban convencidos de que Noriega y su gente dejaban pasar estas drogas", declaró Arthur H. Davis Jr., embajador en Panamá de 1986 a 1990.
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